Descripción de la Exposición
Esta exposición es parte del festival PHotoESPAÑA 2023.
Entre 1871 y 1872 Jules Ainaud (Lunel, Francia, 1837-Barcelona, 1900) realizó un viaje por Cataluña con el encargo de fotografiar diferentes lugares de interés artístico. El resultado de este trabajo, que hoy podemos contemplar en las salas del centro de fotografía KBr, nunca tuvo un reconocimiento. El objetivo de esta muestra es dar a conocer su obra de aquellos dos años, así como otorgar al autor el sitio que le corresponde en la historia de la fotografía.
Ainaud colaboró con la casa fotográfica Jean Laurent, que se había establecido en Madrid en 1856, pero que tenía empleados por toda la Península para realizar trabajos de campo; este es el motivo por el que sus fotografías no mencionaban su autoría, pues hasta mediados del siglo XX no comenzaron a legitimarse los derechos de autor sobre su obra.
N.º DE OBRAS
- 100 fotografías (89 de gran formato, 7 de pequeño formato, 4 tarjetas americanas)
- 14 vistas estereoscópicas
- 13 reproducciones de negativos estereoscópicos
- 1 óleo sobre tela
- Documentación (cartas y álbumes)
CLAVES
Jean Laurent: De origen borgoñés, Jean Laurent, conocido en España como Juan Laurent, se establece en Madrid en 1844, previo paso por París. En 1856 adopta la actividad fotográfica como profesión y abre su negocio en el número 39 de la Carrera de San Jerónimo, en Madrid, reaprovechando el estudio de uno de sus antecesores, Charles Clifford. En 1861 Laurent es nombrado fotógrafo de la reina Isabel II. Como retratista, nos ha legado un testimonio de gran calidad de la sociedad de su tiempo, desde tipos populares hasta la aristocracia social e intelectual del período. Junto con los retratos, Laurent reprodujo obras de arte e hizo reportajes sobre la construcción del ferrocarril o del canal de Lozoya, además de captar vistas de ciudades y monumentos de toda España con la ayuda de los fotógrafos que contrató, entre los que destaca Jules Ainaud.
Negativos de vidrio: Jules Ainaud trabajaba con placas de vidrio al colodión húmedo —una placa de vidrio era sensibilizada a la luz, luego expuesta y revelada—, que daba lugar a un negativo del que se podían obtener varias copias idénticas, a diferencia del daguerrotipo, que era único. Para hacer fotografías de exteriores había que disponer de un laboratorio de campaña donde preparar y revelar las placas. Además, resultaban indispensables uno o dos ayudantes, entre otras cosas, para mover y transportar todo el material fotográfico, que era muy pesado.
Vistas estereoscópicas: En 1841 el calotipista Henry Collen realizó el primer retrato estereoscópico. Esta técnica se basa en el sistema que compone y hace posible la visión tridimensional del ser humano. La cámara estereoscópica reproduce la función de los ojos: mediante dos objetivos, recoge sendas imágenes, aparentemente iguales, pero que tienen una pequeña diferencia provocada por la distancia existente entre las dos lentes, como si se tratara de los ojos. A través de unos visores estereoscópicos las imágenes se funden en una imagen tridimensional. La peculiaridad de las vistas estereoscópicas de Ainaud estriba en haber sido captadas con un solo objetivo y no con dos, al menos las que hace en Valencia y Murcia. A partir de 1880, con el nacimiento de la fotografía estereoscópica de aficionado, la clase burguesa y acomodada comenzará a retratar sus viajes. En los comercios, los pares estereoscópicos que representan lugares lejanos y vistas pintorescas provocarán la aparición de las populares tarjetas postales.
El viaje a España: Debido a su situación en el sur de Europa, muy cercana a África, España comenzó a fascinar a los extranjeros ya desde finales del siglo XVIII, en gran parte por su fusión cultural. Una de las primeras personas que manifestó dicha fascinación fue Théophile Gautier, que señaló que España no estaba hecha para los europeos porque en ella «el genio de Oriente pervive en todas sus formas». Y la verdad era que el país sufría un atraso considerable en cuanto a infraestructuras y desarrollo en comparación con otros vecinos, como Francia. La invasión napoleónica no había ayudado a que se evolucionase, pues, desde entonces, los cambios frecuentes de gobierno y la inestabilidad política habían hecho mella en el país, haciendo crecer los regionalismos y las conciencias nacionales. Existía la creencia, no del todo errónea, pero tampoco acertada, de que España se resistía al cambio, como si este pudiera arrancar a la nación de su tradición y sus raíces. Una conciencia que se haría si cabe más profunda con la pérdida de las colonias de Cuba y Filipinas en 1898.
Así pues, a comienzos del siglo XIX, la Península ya era uno de los destinos favoritos de viajeros, intelectuales y artistas que la veían como un lugar anclado en el pasado y, por lo tanto, incontaminado y puro, exótico, que de algún modo encarnaba todos los ideales románticos. Algunos de los viajeros célebres fueron el escritor y dibujante francés Alexandre de Laborde, que ya en 1806 comenzó a redactar textos y realizar dibujos para su Voyage pittoresque et historique de l'Espagne (1806-1820); el también escritor Washington Irving, que se encontraba en Madrid en 1826; los pintores Delacroix y Manet, y más adelante el norteamericano John Singer Sargent y el francés Auguste Rodin. Entre los fotógrafos, cabe destacar a Charles Clifford y Jean Laurent, así como a Jules Ainaud. La pretensión de este último era permanecer en España durante seis meses y llegar hasta Portugal, pero finalmente se estableció en Barcelona y no volvió a Francia.
LA EXPOSICIÓN
Hace ya más de 150 años que el conjunto de fotografías que Jules Ainaud realizó en Cataluña entre 1871 y 1872 por encargo de la casa J. Laurent fueron expuestas en el Ateneu Barcelonès por primera y única vez. Siempre se había considerado que estas imágenes eran propiedad de la casa que las había encargado y que Laurent era su autor. Hoy en día sabemos que fueron realizadas por Jules Ainaud, al igual que gran parte de las fotografías de la zona de Levante que comercializó la casa J. Laurent entre 1871 y 1879. La Cataluña de Jules Ainaud (1871-1872), que continúa la línea de programación expositiva iniciada hace ya algún tiempo por la Fundación MAPFRE con el deseo de profundizar en el conocimiento de los archivos y fondos fotográficos, presenta, por primera vez tras la exposición de 1872, la obra fotográfica de este artista, de quien restituye su legítima autoría y da a conocer su trabajo.
A partir de mediados del siglo XIX, la fotografía comienza a ser considerada un negocio con futuro, y en distintos países de Europa surgen empresas que van a exceder su función como establecimientos que realizan retratos, para pasar a comercializar y a distribuir reproducciones de obras de arte, fotografías de vistas de ciudades, monumentos y paisajes, así como retratos de personalidades importantes. Entre estos comercios destaca en Francia Bisson Frères; la London Stereoscopic and photographic Company, en el Reino Unido; Fratelli Alinari, en Italia, o J. Laurent, en España.
La exposición que hoy se presenta reúne cien copias de época en papel a la albúmina a partir de negativo de vidrio al colodión húmedo. Además, comprende catorce vistas estereoscópicas y trece reproducciones de los negativos en placas de vidrio de estas vistas que permiten apreciar la riqueza de detalles de la imagen en comparación con las obras en papel. Todas estas fotografías estaban incluidas en los catálogos que la empresa de Laurent utilizó para su comercialización entre 1872 y 1879. El recorrido se completa con un retrato al óleo de Ainaud, documentación y cuatro cartas que hablan sobre el viaje que el autor hizo por Cataluña en los años 1871 y 1872.
Para la realización de esta muestra se ha contado con el generoso préstamo de obras por parte del Arxiu Fotogràfic de Barcelona; la Biblioteca Nacional de España, Madrid; el Museo Nacional de Artes Decorativas, Madrid; la Fototeca del Instituto del Patrimonio Cultural de España, del Ministerio de Cultura y Deporte; el Museu Nacional Arqueològic de Tarragona; el Museu Nacional d’Art de Catalunya, Barcelona; el Museu Marítim de Barcelona; el Ateneu Barcelonès; el Arxiu Històric de la Ciutat de Tarragona; el Museu Nacional de la Ciència i la Tècnica de Catalunya, Terrassa; el Museo del Traje. Centro de Investigación del Patrimonio Etnológico, Madrid; la Reial Acadèmia Catalana de Belles Arts de Sant Jordi, Barcelona; la Biblioteca de la ETSAB. Universitat Politècnica de Catalunya. UPC, Barcelona; el Museo Arqueológico Nacional, Madrid; y distintas colecciones privadas.
LA CASA J. LAURENT
No se conocen con exactitud los inicios de Jean Laurent en el campo de la fotografía, si bien muchos historiadores apuntan a una formación autodidacta. En sus comienzos, apenas llegó a Madrid, se sabe que se dedicó al comercio de papel y cartulina para libreros y encuadernadores y que en 1856 abrió su primer estudio fotográfico, el origen de lo que en un futuro se convertiría en el establecimiento más importante de España dedicado a la comercialización de la fotografía.
El interés por la reproducción fotográfica que se desarrolla a partir de los años sesenta del siglo XIX coincide con la popularización de la imagen en postales. Se sustituyen los fotograbados por las fotografías en libros y publicaciones, y la burguesía española, sobre todo la catalana, adquiere un gusto por el propio retrato, que luego se guarda como recuerdo o exponen en sus casas. Dada la gran producción de negativos, las distintas compañías necesitan contratar a un gran número de operadores que se dedican a hacer las copias en papel. Los mejores de ellos también realizan reproducciones de obras de arte en museos o visitan las ciudades con el fin de documentar su arquitectura y monumentos. Además de Ainaud, en la casa J. Laurent trabajan, entre otros, Juan y Vicente Daillencq (cuñados de Laurent), Carlos Pepín, Carlos Bermudo y Leon Bravy. Entre los que fotografían exteriores, en ocasiones acompañando a Laurent o de forma individual, destacan, además de Jules Ainaud, Alfonso Roswag (yerno de Laurent), Luis Perrochón y José Martínez Sánchez. Casi todas las fotografías tomadas por estos autores estaban firmadas con el nombre de la compañía para la que trabajaban, J. Laurent o J. Laurent y Cía.
JULES AINAUD, EL FOTÓGRAFO
Jules Ainaud nace en Lunel (Languedoc, Francia), el 25 de abril de 1837, hijo de Jean Ainaud y Amèlie Escande. En 1863 Ainaud emprende un viaje a España con la intención de llegar hasta Portugal y regresar a Francia ese mismo año, algo que nunca hizo. A mediados de 1863 se encuentra en Manresa y se sabe que al año siguiente está en Alicante, donde recibe el encargo de hacer un reportaje sobre el río Algar. En 1864 se casa con la malagueña Ana Sánchez Gálvez, con quien tiene siete hijos, los dos últimos nacidos en Barcelona. En 1866 reside en Málaga con su mujer y su primer hijo, Juan. Después vuelve a Alicante, antes de establecerse en Barcelona en 1878.
A lo largo de la década de 1860 ejerce de retratista en Manresa, Cardona, Igualada y Alicante, y posiblemente también en Málaga. Entre 1870 y 1872 trabaja para la casa J. Laurent de Madrid, reproduce obras de arte y toma vistas de ciudades y monumentos en Játiva y Valencia (1870); Murcia, Cieza, Archena y Cartagena (1870-1871); Orihuela, Elche y Sagunto (1871); Tortosa, Poblet, Santes Creus y Montserrat (1871); Tarragona (1871-1872) y Barcelona (1872).
A comienzos de la década de 1890 hace retratos en Barcelona para el fotógrafo Antonio Esplugas, en el estudio que este tenía junto al Teatro Principal. En ese estudio Jules Ainaud se establece en 1892 con el nombre «Mr. Jules. Fotografía Franco-Hispana» tras asociarse con Anacleto Planas. De sus años de retratista tenemos un magnífico retrato coloreado, fechado en 1864 y que es la única imagen que se conserva firmada por Ainaud con otro fotógrafo francés, Jean Darblade.
Jules Ainaud desempeñó, de forma paralela a su labor en la casa J. Laurent, el oficio en varias poblaciones de la geografía española desde 1863 hasta el año de su fallecimiento, casi siempre por cuenta de otros fotógrafos. De ahí que su nombre haya pasado desapercibido para la historia de la fotografía hasta hace muy poco y que, hoy en día, su actividad fotográfica esté aún en curso de investigación. El último reportaje documentado que llevó a cabo fue en Portbou en el mes de mayo de 1900, justo antes de morir en Barcelona el 3 de junio.
LA EXPEDICIÓN A CATALUÑA
El reportaje fotográfico que se presenta en la exposición fue realizado entre los meses de agosto de 1871 y julio de 1872 por encargo de la casa J. Laurent. Comprende imágenes fotográficas que abarcan desde el Ebro hasta la Ciudad Condal: Tortosa, Tarragona, los monasterios de Poblet y Santes Creus, el monasterio y la montaña de Montserrat y Barcelona.
De un total de más de 300 vistas impresionadas en placas de vidrio de gran formato (27 × 36 cm), en 1872 la casa J. Laurent comercializó 127 en papel a la albúmina y, pocos años después, en 1879 y como J. Laurent y Cía., añadió al catálogo comercial de la empresa 67 vistas estereoscópicas tomadas por Jules Ainaud con una cámara de un solo objetivo en placas de vidrio de 13 × 18 cm.
En algunas de las fotografías se detecta un carácter más personal, por ejemplo, en Poblet, Tarragona; Puerta real del convento, Tarragona; La muralla Ciclópea, Barcelona; Plaza del Comercio, antes de Palacio o Barcelona. Moro mendigando. En estas y en otras imágenes tomadas en Valencia, en la huerta de Murcia o en el palmeral de Elche, a diferencia de las vistas impresionadas por Jean Laurent o los fotógrafos comisionados, la figura humana es mucho más que un arquetipo o un patrón de referencia de las dimensiones de los edificios fotografiados, y va incluso más allá de aportar profundidad a la imagen captada. Aquí, la presencia humana irrumpe en pequeñas escenas de trabajo o en situaciones cotidianas, aunque no puede perderse de vista que se trata de una realidad detenida por el fotógrafo.
A pesar de todo, hay que tener presente que, en general, la producción de Ainaud no refleja su punto de vista personal, sino que responde a los parámetros de la empresa comercial que le hace el encargo, y que el objetivo principal no es crear o documentar, sino difundir. La obra de Jules Ainaud realizada en Cataluña sigue el canon marcado por la empresa, lo cual justifica que en el reportaje del monasterio de Poblet no se haga evidente la destrucción y el abandono del recinto monacal; que en Tarragona no fotografiase vistas del anfiteatro romano, prácticamente oculto por edificaciones superpuestas, o que, en la catedral de Barcelona, a pesar de la extraordinaria colección de vistas del claustro, no tomase ninguna de la antigua fachada inacabada.
HERNÁNDEZ SANAHUJA
En 1872, Buenaventura Hernández Sanahuja, director del Museo Arqueológico de Tarragona, arqueólogo y fotógrafo aficionado, consciente de la importancia de la imagen fotográfica, encargó a la casa J. Laurent 50 copias de las fotografías que comercializaba, entre ellas un buen número de las que Jules Ainaud acababa de hacer en Tarragona. La Diputación de Tarragona le concedió una subvención de doscientas pesetas para esta compra. Su objetivo era colgar esas copias en las salas del museo, con la finalidad de que el visitante pudiese ver allí los monumentos más destacados de la ciudad y del entorno más próximo sin tener que ir a los lugares in situ. Hernández Sanahuja se convertía así en un pionero en el uso de la imagen fotográfica como complemento del discurso museográfico.
En el catálogo del Museo Arqueológico de 1878, Hernández Sanahuja escribe: «En las paredes y en las pilastras del salón grande hay una colección de fotografías con sus correspondientes cuadros y cristales que representan los principales monumentos de la ciudad de Tarragona y su provincia con el objeto de que el visitante sin separarse del edificio del Museo pueda hacerse cargo de la importancia de los mismos».
FORMATOS
La casa J. Laurent de Madrid, en el catálogo de 1879, llegó a comercializar casi 5.000 imágenes fotográficas, que se vendían en distintos tipos de presentación. El formato general era la copia directa por contacto, de un tamaño en torno a los 260 × 350 mm, que podía ir pegada o no sobre un soporte de cartón y que en esta exposición puede verse en las paredes. También estaba el formato gabinete, tarjeta americana o tarjeta álbum, popularizado a partir de 1867, con un tamaño de imagen de 100 × 135 mm sobre un soporte de cartón de 108 × 165 mm. Y la tarjeta de visita, con un tamaño de imagen de unos 90 × 55 mm sobre un soporte de cartón de 105 × 65 mm. En cuanto al formato estereoscópico, presentaba un tamaño de imagen de 150 × 80 mm sobre un soporte de cartón de 178 × 87 mm. Finalmente, unos álbumes de acordeón, como recuerdo turístico de una determinada ciudad, incluían 12 imágenes fotográficas. Todas las copias fotográficas comercializadas en aquella época eran reveladas sobre papel a la albúmina.
VISTAS ESTEREOSCÓPICAS
La casa J. Laurent comercializó en el catálogo publicado en 1879 las vistas estereoscópicas impresionadas por Jules Ainaud en Cataluña entre 1871 y 1872. En total son 65 vistas en formato estereoscópico, de las que aquí pueden verse 15, con la reproducción del negativo de vidrio que se conserva en el Instituto del Patrimonio Cultural de España. Una de las características de las vistas estereoscópicas realizadas por Ainaud es que se hicieron con una cámara de un solo objetivo, de modo que hay una diferencia de tiempo entre la vista de la derecha y la de la izquierda, que se observa perfectamente cuando la imagen capta cuerpos en movimiento, puesto que aparecen en posiciones distintas en cada una de las vistas del par estereoscópico. Las vistas estereoscópicas que Ainaud impresionó en Valencia y Murcia también presentan esta característica.
CATÁLOGO
El catálogo que acompaña la exposición reproduce gran parte de las imágenes fotográficas que Jules Ainaud tomó en Cataluña entre agosto de 1871 y julio de 1872 por encargo de la casa J. Laurent. Esta publicación tiene como fin dar a conocer su obra y poner su nombre a la altura que se merece dentro de la historia de la fotografía del siglo XIX en España. Además, incluye un ensayo del comisario de la exposición e historiador de la fotografía, así como director del l’Arxiu Municipal de Valls, Jep Martí Baiget, que desgrana la vida y obra de Jules Ainaud, haciendo hincapié en su viaje por Cataluña. Por su parte, Carlos Teixidor Cadenas, conservador de fotografía en la Fototeca del Instituto del Patrimonio Cultural de España, escribe sobre los negativos de vidrio del autor.
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