Descripción de la Exposición
En los siglos que siguieron al semiabandono de la capital bizantina tras su saqueo a manos de los Cruzados en 1204, los famosos rosales de la ciudad se fueron asilvestrando. Así, cuando las tropas otomanas finalmente abrieron una brecha en las murallas en mayo de 1453, la ciudad estaba llena de rosales en flor. A lo largo de esa caída paulatina del Imperio Bizantino, miles de manuscritos fueron trasladados de Oriente a Occidente —uno de los múltiples factores que propiciaron el Renacimiento, a la par de la implantación de los tipos móviles y la imprenta en Europa—. Estas ideas de alguna manera forman el marco narrativo de la exposición La caída de Constantinopla.
Cuando empecé a trabajar en este universo gráfico, creado en tinta roja, negra y gris a base de sellos recombinables de caucho, acababa de volver de un año en Beirut y, además, estaba a punto de ser padre. Si las primeras imágenes que realicé reflejan la crueldad de la cercana guerra civil siria, poco a poco fueron conquistando el proyecto no solo los rosales y lo arquitectónico, sino también los niños y las mujeres embarazadas: jugando, construyendo, trabajando, planeando su fuga. Así, por entre una violencia sugerida a través de la ruina, en un ambiente lleno de rosas, jabalíes y arquerías, aparece aquí y allá, de forma fragmentaria, la historia de cuatro hermanos y hermanas que huyen de la ciudad asediada, imágenes en donde el juego y el ingenio de la infancia se imponen al mundo hostil de los adultos. Aquí prima un sentido de camaradería y pertenencia totalmente al margen del sexo y el género, ofreciendo una visión sutil y fluida de la igualdad entre niños y niñas.
Esta huida (¿hacia dónde?) no solo pone el foco en las penurias de los niños y las niñas en tiempos de guerra, sino que también encierra un mensaje de no violencia, al poner el foco en el acto de dar la espalda al conflicto antes que participar en él. Es un imaginario bélico en el cual no aparece ni una sola arma. En cuanto a la representación de los dos emperadores, el bizantino y el otomano, se retratan de forma muy parecida entre sí para, lejos de caer en tópicos sobre Oriente y Occidente, aludir más bien a los elementos comunes entre sistemas de poder aparentemente contrarios, pero basados ambos en valores jerárquicos y patriarcales.
La exposición entra y sale de distintos formatos, con imágenes que aparecen tanto en pared como en libros de artista que, a su vez, dan lugar a vídeos, dando la impresión de un mundo que se ensancha más allá de los límites de la obra o la exposición. La inclusión de un centenar de piezas de madera —las mismas columnas, arcos y sillares que aparecen en las estampas— también participa de este desdoblamiento, aquí en tres dimensiones, a la vez que ahonda en la vinculación del proyecto con la infancia. Este conjunto de bloques se ha pensado no solo como una referencia al juego infantil, sino como una verdadera invitación abierta a que los visitantes de todas las edades se impliquen de manera activa en la exposición a través del juego. Al mismo tiempo, con estas piezas resulta imposible realizar ninguna construcción concluida, al faltar piezas como vigas o tableros que permitan realizar suelos o cubiertas. De esta manera, cualquier construcción es, a su vez, ruina. Si por un lado el aspecto lúdico e infantil invita a la alegría y la esperanza, por otro, aquí también nos persigue la violencia y la destrucción que están presentes en las estampas, los vídeos y los libros de artista.
Nicholas F. Callaway es licenciado en lingüística (Reed College, 2007), estudió grabado en la Escuela de Arte de Oviedo, posee un Máster en Investigación Artística y Creación (UCM 2017) y es doctor en Bellas Artes por la UCM (2023), con una tesis sobre la desaparecida Vaguada de Cantarranas de la Ciudad Universitaria de Madrid, bajo la dirección de la teórica Aurora Fernández Polanco. Es autor del libro de investigación artística Moncloa como palimpsesto, publicado por esta misma Facultad de Bellas Artes. Ha realizado seis exposiciones individuales: Insider Out (Casa de Cultura de Avilés, 2011), The Beasts (Sala Borrón, Oviedo, 2012), Estancias (Escuela de Artes de Oviedo, 2016), Shibboleth (Cruce, Madrid, 2017), Si estas paredes hablasen (Instituto Internacional, Madrid, 2018) y Under Over Behind Beneath (UAM, 2021, con Constanza Dessain), y en 2024 La caída de Constantinopla en la Galería Caja Negra. Su obra ha sido expuesta en centros como el Institut national d’histoire de l’art (París), Centro de Arte Complutense (Madrid), Dilalica (Barcelona), Sala de Arte Joven (Madrid), LABoral (Gijón) o el Museo Arqueológico de Asturias (Oviedo), y festivales de cine y videoarte como Proyector (Madrid) o el Sarajevo Film Festival. Ha recibido becas y ayudas como Circuitos de Artes Plásticas (2019) y las Ayudas de Artes Visuales (2021) de la Comunidad de Madrid, las Subvenciones para la Creación Literaria (2022) del Ministerio de Cultura, o financiación de Creative Europe dentro del proyecto europeo Imanéo (2022). Su práctica abarca desde la fotografía y el grabado hasta el vídeo, la escultura y la instalación, y se he interesado por temas como la interacción entre arquitectura y violencia en la Ciudad Universitaria de Madrid, en la antigua biblioteca nacional de Bosnia y Herzegovina o en un palacio bizantino de la antigua Constantinopla; los usos culturales, políticos y emocionales del lenguaje y los alimentos; o la persistencia de las huellas del pasado tanto en las superficies que nos rodean como a través de la fotografía de archivo.
Exposición. 12 nov de 2024 - 09 feb de 2025 / Museo Nacional Thyssen-Bornemisza / Madrid, España