Descripción de la Exposición Benito Quinquela Martín nace en 1890. Nadie, sin embargo, puede aseverar con certeza si su día de nacimiento ocurrió un 1 de marzo, como lo confirmaron las monjas y médicos del orfanato donde había sido abandonando en el entorno de la ex Casa Cuna, el día 21 de ese mes. El niño fue dejado, envuelto en finas ropas, acompañado por un mensaje, un pañuelo cortado en triangulo donde decía: 'este niño ha sido bautizado con el nombre de Benito Juan Martín'. El triángulo ausente, sería tal, vez un mensaje de futuros reencuentros... Si fue esa la intención, jamás sucedió. Durante los siete años de pupilaje fue un niño dócil, positivo, obediente... Este carácter natural, favoreció un continuo camino hacia metas superadoras que pudo concretar con creces, hasta el final de su vida. A los 7 años es adoptado por un matrimonio, sumamente humilde de La Boca, quienes formarán una familia que compartirán a lo largo de la vida las satisfacciones o inclemencias de los años. La madre, Justina Molina, entrerriana, fuerte, introvertida, descendiente de indígenas, con carácter, pero dulce a la vez, y el padre don Manuel Chinchella, hosco, trabajador, quien no comprendió durante años la vocación de su hijo. El Barrio de La Boca, barrio de inmigrantes, de trabajadores, tenía un acendrado comportamiento solidario. Son obreros, muchos de ellos analfabetos, pero con una gran capacidad para formar fuertes tejidos sociales, de ayuda, solidarios. Saben que ese es el único camino para alcanzar sus metas y objetivos: progreso económico, mejor vida para ellos y sus hijos. Progreso y educación iban de la mano. Constituían además la justificación de su partida a nuevas tierras, dejando sus familias, su cultura, su medio. Benito, entonces, crece al abrigo de estos conceptos. Desde niño supo que tenía un don, el de poder expresarse a través del dibujo. Los tiempos eran difíciles, por lo tanto, su herramienta eran las carbonillas que se escapaban de las bolsas cuando hacía el reparto del carbón... Sin embargo, en el Barrio de La Boca, constituye y construye su identidad, al igual que su entorno, de la gente que lo rodea; comprende que el único medio para alcanzar sus metas son el esfuerzo, el estudio, la tenacidad, y una coherencia moral que no lo abandonará nunca. La suerte apareció a los pocos años, en plena juventud, a través de un encuentro fortuito con el pintor Pío Collivadino, gran artista, perteneciente a la Academia, y más tarde se uniría su secretario, Eduardo Taladrid. A partir de estos hechos, su vida cambia radicalmente, y cuando los vientos de la crítica se ensañan en Buenos Aires (crítica que sigue empeñada en una suerte de desvalorización, cuando ya la sociedad toda lo ha convalidado), lejos de amilanarse, toma otros atajos. Viaja a Europa durante diez años. Expone en espacios consagratorios; se reúne y conoce personalidades del mundo intelectual y empresarial, quienes compran sus obras, ofrecen cargos y comparten tertulias. Este nuevo giro de su vida no modifica esa construcción, esa producción de sentido, que está germinando y desarrollando en su espíritu. Sí pinta su mundo, el mundo del trabajo, el mundo de la gente, de su espacio, de su entorno, de su niñez; su vida, sus costumbres, sus creencias, y estas creaciones lo llevarán a otra construcción que lo consagra. Ahora su fortuna, sus relaciones, su clara inteligencia, permiten un proyecto que cambiará la mirada de su barrio, y una identidad que enorgullece y fortalece. Funda, así, un gran complejo que le lleva mas de 20 años: una Escuela con auditorio, cine y murales en las aulas; un Jardín Maternal, al cuidado de los bebés en ausencia de sus trabajadoras madres; un Jardín de Infantes, previendo un ingreso fortalecedor para escuela primaria; un Museo, con un extraordinario patrimonio que fue acumulando a través de los años; no podía faltar un Teatro, para completar el conjunto cultural que formaría a jóvenes inteligentes, imaginativos, posibilitados para la lucha en la vida. ¡Qué maravillosa completud, que generosidad inteligente! Hoy, Benito Quinquela Martín es, sin lugar a dudas, el pintor más popular argentino y sus obras gozan de un gran prestigio. Con el proyecto 'Grandes Maestros de La Boca' -que fuera inaugurado a través de la obra del maestro Alfredo Lázzari- el Museo, desde hace unos años, exhibe en cada temporada la vida y obra de los grandes pintores y da cuenta de una particular mirada del mundo de quienes, por otra parte, conforman un núcleo fundamental del Arte Argentino. En el marco de ese proyecto hoy miramos a Quinquela Martín, en esta exposición La Boca, según Quinquela. Víctor Fernández propone un recorrido, a través de sus pinturas, de la vinculación con su tiempo, su contexto, su libertad nunca supeditada a extorsiones. Las pinturas, los grabados, van acompañados por obra de amigos artistas, confidentes, consejeros. Núcleos temáticos muestran claramente el paso y las transformaciones del barrio, como consecuencia de la clara interpretación que de él emanaba. Y completa este panorama un importante material perteneciente al archivo del Museo. Finalmente, consideramos esta muestra un homenaje merecido, al pintor, a la extraordinaria obra en favor de la cultura, de su pueblo, devolviendo con humildad lo que finalmente la vida le había dado. El Museo agradece profundamente la generosidad de la Fundación OSDE, a través de Tomás Sánchez de Bustamante, a Omar Bagnoli, a los demás integrantes de la misma y por supuesto al equipo del Espacio de Arte que dirige María Teresa Constantin. Contar con el apoyo de ellos fue y es imprescindible y creo, con alegría, que estos años de tarea conjunta muestran cuán importante es el intercambio intelectual sincero y solidario. María Sábato Directora Museo de Bellas Artes 'Benito Quinquela Martín'
Exposición. 19 nov de 2024 - 02 mar de 2025 / Museo Nacional del Prado / Madrid, España
Formación. 23 nov de 2024 - 29 nov de 2024 / Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (MNCARS) / Madrid, España