Uno de los objetivos de la Fundación Cristino de Vera-Espacio Cultural CajaCanarias es mostrar y difundir, mediante la organización de proyectos expositivos, la obra y el pensamiento de creadores de referencia dentro del panorama artístico español, prestando especial atención a aquellos relacionados con nuestro entorno insular.
En esta ocasión, al abrigo de un sueño gestado durante largo tiempo, se hace realidad la muestra que hoy presentamos dedicada a Óscar Domínguez, uno de los artistas más atractivos e interesantes del siglo XX, figura clave para la conformación del movimiento surrealista.
Óscar Domínguez se traslada a París en 1929, pero es en 1934 cuando entra a formar parte del grupo surrealista que lidera André Breton. Sin embargo, jamás interrumpió su vínculo con las islas. Viaja desde París a Tenerife por diferentes motivos: exposiciones, asuntos de familia y un innegable culto por la amistad y amor a su tierra. Uno de sus más entrañables amigos...fue Eduardo Westerdahl, eminente personalidad, esencial en la cultura de Canarias, quien en 1932 había fundado Gaceta de Arte. Fruto de esta estrecha relación se llevaría a cabo la Segunda Exposición Internacional de Surrealismo realizada en Tenerife en 1935. Obras de Jean Arp, Picasso, Chirico, Magritte y Miró, entre otras grandes figuras, conformaron aquel mítico acontecimiento, que constituyó un hecho trascendental en la historia del arte en España. Óscar Domínguez ha sido permanente fuente de inspiración para muchas generaciones de artistas canarios que han crecido bajo la inmensa sombra de uno de los creadores más destacados e innovadores del panorama del arte internacional.
El comisario de esta muestra, compuesta por una selección de obras en la que se advierten los diferentes "estilos" pictóricos y algunos de los hallazgos más elogiados del artista, ha elaborado un discurso expositivo en torno a las emblemáticas obras, procedentes del Museo Nacional de Arte Reina Sofía, Cueva de guanches yMariposas perdidas en la montaña que, inspiradas en la cultura de los antiguos pobladores de las islas, evocan con nostalgia el recuerdo del paisaje insular.
Este proyecto, cuyo hilo conductor pone en valor los principios de la estética surrealista que preside la realización del conjunto de las obras expuestas, principios que responden al lema de "la belleza convulsiva", enunciado por Breton, evidencia el proceso evolutivo de Óscar Domínguez que, manteniéndose fiel a la doctrina surrealista, introduce en la etapa final de su obra una iconografía inspirada en la vida cotidiana, donde la imagen de la mujer ejerce un importante papel.
Entrada actualizada el el 30 oct de 2014
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