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La ballena negra

Exposición / MARCO - Museo de Arte Contemporánea de Vigo / Príncipe, 54 / Vigo, Pontevedra, España
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Cuándo:
05 oct de 2012 - 31 mar de 2013

Inauguración:
05 oct de 2012

Comisariada por:
Pedro de Llano Neira

Organizada por:
MARCO - Museo de Arte Contemporánea de Vigo

       


Descripción de la Exposición

Artistas: Alexánder Apostol, Marcela Armas, Bernardette Corporation, Ursula Biemann, Andrea Bowers, Center for the Land Use Interpretation, Mark Dion, Carles Guerra, Hans Haacke, Romuald Hazoumé, Drew Heitzler, Hemauer & Keller, Werner Herzog, Peter Hutton, Iratxe Jaio & Klaas van Gorkum, Jeffrey Kastner, Man (Manfred Gnädinger), Damián Ortega, Georges Osodi, Alberte Pagán, Antón Patiño, Analía Sabán, Ken Saro-Wiwa, Allan Sekula, Robert Smithson, Phel Steinmetz, Michael Stevenson, Rirkrit Tiravanija, Xurban Collective, The Yes Men...

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En este año 2012, el MARCO, Museo de Arte Contemporánea de Vigo, cumplirá diez años desde su apertura al público. LA BALLENA NEGRA es un proyecto concebido como conmemoración del décimo aniversario del Museo, que toma como punto de partida la coincidencia de esa fecha con el hundimiento del petrolero Prestige en las costas de Galicia, 240 millas al oeste de Finisterre, el 13 de noviembre de 2002, el mismo día que se inauguraba el MARCO.

 

Diez años después, la crisis provocada por la catástrofe del Prestige adquiere una dimensión museística sirviendo como punto de partida y catalizador de este proyecto expositivo. LA BALLENA NEGRA toma como base este acontecimiento histórico para documentar y rememorar aquellos días convulsos, y para abordar algunas de las cuestiones más incitantes de nuestro tiempo: la explotación de la naturaleza, el legado del colonialismo, la historia de la modernidad, el mito del progreso indefinido, el comercio marítimo, la globalización, los movimientos sociales o la guerra.

 

La exposición está organizada en varios ejes espaciales y temporales que se van entrelazando a lo largo del recorrido por las salas de la planta baja, combinando la presencia de las obras con abundante material documental. El punto de partida se sitúa en el vestíbulo de entrada, con dos piezas de gran carga simbólica: un cráneo de cetáceo intervenido por Man -el 'alemán de Camelle' cuyo sueño premonitorio sirvió de inspiración para el título La ballena negra-, junto al único fragmento que se conserva del petrolero.

 

A partir de aquí, la rotonda del panóptico acoge la escultura de Damián Ortega como pieza central, junto a la que se despliegan distintos trabajos que aluden a precedentes históricos de la década de los setenta (Steinmetz, Hutton) y acontecimientos actuales (Saban). Las obras de Ortega y Saban muestran una inquietante capacidad visionaria que conecta inesperadamente el equilibrio precario de una sociedad dependiente del petróleo con el colapso de la economía financiera, y anuncian también otros trabajos de artistas latinoamericanos presentes en la exposición.

 

La primera sala está dedicada al Prestige como acontecimiento histórico; su contexto, naufragio y efectos. Pinturas de Antón Patiño de los años ochenta dialogan con la famosa fotografía de Xurxo Lobato y con todo un conjunto de materiales -vídeos, recortes de prensa, publicaciones, objetos, escritos, piezas gráficas- que sirven como base documental y como eje de varias líneas que confluyen en otros espacios. Una de ellas conduce a las obras de la siguiente sala, que aluden a episodios relacionados con la industria petrolífera en el continente americano (CLUI, Armas, Apóstol), su impacto sobre las comunidades, y sus efectos sobre el paisaje.

 

Otro núcleo del relato expositivo se sitúa en el segundo patio, con el trasfondo de las obras de Allan Sekula -que contextualiza el accidente del Prestige en un momento histórico crucial, el del cambio de siglo- y que se presenta junto a la serie fotográfica de Manuel Sendón, la pancarta de Bowers y Müller como emblema del activismo en Alaska, y la carga crítica de la película de Alberte Pagán, que se exhibe al fondo de la sala.

 


La mirada de Herzog en su película Lessons of Darkness actúa como telón de fondo en la siguiente galería, con varias propuestas relacionadas con Oriente Medio (Biemann, xurban_collective), y la serie documental de Bertolucci, que puede leerse como antecedente simbólico de este contexto.

 

Junto a piezas testimoniales sobre la pesca de la ballena y los dibujos de El Roto, el tercer patio acoge la serie escultórica de animales cubiertos de brea de Mark Dion, que se combina con la visión de Robert Smithson sobre los conceptos de sedimento y memoria, y que contribuye a realzar la idea del petróleo como mito de una sociedad que será irreconocible una vez que esta materia prima desaparezca.

 

Otra sala pone el acento sobre el continente africano, con la obra de Hans Haacke y los trabajos de autores como Osodi y Hazoumè, que han tratado los abusos de las compañías petrolíferas en Nigeria, en una sección que se articula en torno a la figura del poeta y escritor nigeriano Ken Saro-Wiwa. Las imágenes de Osodi y Hazoumè traducen en imágenes la realidad a la que Saro-Wiwa se enfrentó y actualizan la problemática que Haacke detectó a principios de los ochenta. Al fondo de esta sala, el mural de Tiravanija con la leyenda 'Less Oil More Courage' funciona como utópica llamada a la esperanza y a la acción en un futuro lleno de incertidumbres.

 

La exposición concluye con una selección de obras y materiales documentales sobre la figura de Man, acompañados por el vídeo de Michael Stevenson, que transforma lo real en fábula. Las imágenes de los últimos trabajos de Man antes de su muerte, el 28 de diciembre de 2002, personifican la amargura del artista y de toda una sociedad. El hombre que durante cuarenta años vivió como un anacoreta en una isla desierta, y que sufrió cuando la temible 'ballena negra' arrasó su paraíso, marca también el punto final del recorrido expositivo.

 

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'LA BALLENA NEGRA es un proyecto expositivo que surge de la crisis provocada por el accidente del buque Prestige. En un primer momento, su propósito es rememorar y documentar un acontecimiento que resultó crucial para Galicia y para España, en el décimo aniversario del hundimiento del petrolero, 240 millas al oeste de Finisterre. La marea negra que arrasó y contaminó las costas gallegas -a partir de noviembre de 2002 y hasta bien entrado 2003- fue el detonante de una movilización social que exigió que 'nunca máis' volviese a ocurrir algo parecido. Las protestas que se sucedieron en Galicia durante meses fueron paralelas al ciclo de manifestaciones que se vivieron en España en aquel tiempo en contra de la intervención en la segunda guerra de Irak, provocada, en gran medida, por el control de los recursos petrolíferos en Oriente Medio.

 

La exposición parte de esta realidad concreta -que, como nos demuestran las hemerotecas, fue uno de los momentos, social y políticamente, más intensos de las últimas décadas- para contextualizarla e interpretarla en un marco más amplio. Así, tomando a la industria petrolífera y los múltiples factores que la rodean como una de las principales manifestaciones visibles de las sociedades contemporáneas, el proyecto se abre a temas diversos como la explotación de la naturaleza, el colonialismo, la historia de la modernidad, el mito del progreso indefinido, el comercio marítimo, la globalización o la guerra.

 

A partir de este planteamiento, la exposición desarrolla estos contenidos en sendos ejes espaciales y temporales que se entrelazan a lo largo de un recorrido en el que se combinan obras de arte y materiales documentales. Junto a episodios relacionados con Galicia -desde el accidente del Urquiola en 1976 hasta el presente, haciendo hincapié en la crisis del Prestige- el proyecto reúne obras vinculadas a lugares tan dispares como Alaska, Estados Unidos, Irak, México, Venezuela, el Cáucaso o Nigeria.

 

Desde el punto de vista temporal, remite a múltiples momentos históricos que van desde el pasado remoto en el que se origina el petróleo ('ese pudridero arcano que orienta y acaudilla todavía la geopolítica de nuestros días', en palabras de Rubert de Ventós), hasta un futuro de ciencia-ficción. Esta simultaneidad de tiempos extrema confiere al proyecto una singular riqueza de significados, ya que en él coexisten los discursos geológicos, arqueológicos y entrópicos de Robert Smithson, con la visión alucinada del Apocalipsis que el cineasta Werner Herzog filmó al documentar los pozos kuwaitíes en llamas o la crítica social, más enraizada en el presente, de autores como Allan Sekula, Alberte Pagán o Ursula Biemann, entre otros.

 

Esta combinación de espacio y tiempo favorece que surja de la exposición toda una constelación de significados que rebasan con creces la mera actividad de la explotación y distribución petrolífera: cuestiones medioambientales, ecológicas, geopolíticas, económicas, coloniales o activistas, aparecen asociadas a nociones más poéticas como el riesgo, la decadencia, la épica de la búsqueda de recursos en horizontes cada vez más improbables, o la tarea destinada al fracaso, pero heroica -como en el mito de Sísifo- de quienes lucharon contra las tragedias que vertidos reincidentes de fuel han provocado en lugares como Galicia, Alaska, la costa francesa o el golfo de México.

 

Con la referencia constante, repetitiva y asfixiante de un elemento tan vulgar, viscoso y pesado en su materialidad como atractivo plásticamente, y simbólico desde el punto de vista del significado, la suma de los trabajos de los artistas constituye un conjunto en el que lo visual se alía con la narración, con la teatralidad y lo cinematográfico; una experiencia sinestésica que transmite con dramatismo, emoción y contundencia toda una trama de discursos y contenidos que afectan a algunas de las cuestiones más urgentes de nuestro tiempo.

 

Así, la mirada originaria a un acontecimiento local termina por convertirse en una visión panorámica del mundo contemporáneo, de su pasado reciente y remoto y de su incierto porvenir. El naufragio del Prestige y la catástrofe que provocó en el litoral de Finisterre se transforman así en un mito universal. La exposición parte de lo material, de un hecho físico, comprobado, para elaborar un discurso o relato que se sitúa a medio camino entre la objetividad de la historia y la subjetividad de las visiones críticas, épicas, románticas y hasta sublimes de los artistas.

 

El título de la muestra trata de sintetizar todas estas dimensiones y las numerosas capas de significado aportadas por las obras. 'La ballena negra' es una expresión tomada de una entrevista concedida por el 'alemán de Camelle' (también conocido como 'Man'). En esa entrevista Man contaba que, tiempo atrás, una gigantesca ballena negra se le había aparecido en sueños, arrasando la Costa da Morte, como un Godzilla occidental. Un sueño que resultó premonitorio cuando el Prestige zozobró en medio de un temporal, navegó sin rumbo durante unos días, derramó su carga de chapapote a diestro y siniestro y se hundió, finalmente, en un abismo de 4.000 metros de profundidad en el océano Atlántico. La imagen de una bestia mitológica, que recuerda a las criaturas monstruosas que el historiador romano Estrabón situaba en los mares de Finisterre, o a la ballena blanca de la novela Moby Dick en tiempos más modernos, aparece así como una representación llena de simbolismo del petrolero, de su estado ruinoso y de su fatal destino.

 

Igual que en la novela de Herman Melville la búsqueda incansable de la ballena representaba, por un lado, el ansia por cruzar todas las fronteras conocidas en nombre del progreso -el aceite de ballena era una de las materias primas más demandada en la época-, y la locura y soberbia a la que puede llegar el ser humano al medirse con la naturaleza, por otro; casos como el del Prestige o el más reciente de la plataforma Deepwater Horizon traen al presente la misma amalgama de obsesión, codicia, explotación y arrogancia que caracterizó al capitán Ahab, a los marineros que lo siguieron ciegamente en su vertiginosa odisea hacia el desastre y, desde un punto de vista más alegórico, a la propia sociedad a la que pertenecían.

 

Siguiendo el espíritu de Moby Dick y de las obras de los artistas presentes en la exposición, LA BALLENA NEGRA no pretende ser un discurso moralizante sobre el medio ambiente, sino una metáfora de la compleja relación del hombre con la naturaleza. Traer al presente la historia del Prestige reanima este debate, enlaza con el ciclo de protestas actual y pone de manifiesto la fragilidad de nuestro modelo de progreso en un momento crítico llamado a redefinir la idea de la modernidad, así como una escala de valores alternativa'.

 

Pedro de Llano

 


Imágenes de la Exposición
Allan Sekula, Volunteer Watching, Volunteer Smiling, 2002

Entrada actualizada el el 26 may de 2016

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