Descripción de la Exposición La nueva figuración de Xevi Vilaró se ubica a medio camino entre la realidad y la fantasía. Hombres sin rostro, mujeres flotando, una sombra sin cuerpo, ciudades vacías… Estas imágenes representadas por Xevi Vilaró son extrañas, imposibles en algún caso de ser reales, pero pertenecen a nuestro mundo. Los objetos y los edificios, que habitan el silencio más absoluto, incluso, esos personajes anónimos que pululan como autómatas por espacios indefinidos, resultan familiares. A su pintura le ocurre lo que a los exagerados bodegones contemporáneos de Oldenburg: “Unos dicen que esto no es arte, que es una hamburguesa; otros, que esto no es una hamburguesa, que esto es arte. Nada me interesa más que lo que está a medio camino, entre el arte y la vida”. Precisamente es entre la realidad y la fantasía donde se ubican los cuadros de Vilaró, en esa frontera llamada realismo mágico, la misma frontera que definió aquel protagonista de García Márquez: “Entre tantos sueños, se nos cuela uno que no tiene nada que ver con la vida real”. Es entonces cuando, en la literatura o en la pintura, se desvanece la vida y surge la imaginación. Esta obra se escribe con momentos cercanos, próximos al autor. Lo motivan el individuo y sus arquitecturas, y transmite en cada propuesta la soledad de las grandes urbes. Temas actuales que nos atañen a todos. Pero, al mismo tiempo el artista roza espectros surrealistas con expresiones plásticas que liberan al hombre de toda racionalidad y promueven escenas fantásticas, más cercanas a los actuales fotogramas cinematográficos que al movimiento que validaron pintores como Chagall o Chirico. No sólo se revitalizan composiciones con argumentos de hoy en día, también el modo de interpretarlos es distinto. La nueva figuración en la que se adentra la producción de Vilaró participa de una estética de colores simples y dibujo marcado. La luz suaviza el paso de los grupos y provoca el ambiente impersonal del territorio en el que se mueven las formas humanas, a las que raras veces se perfilan sus rasgos; son formas que crean, en el contexto general de esta pintura, registros de misterio inquietantes. La falta de identidad demuestra el interés del autor por la generalización y el anonimato por la indefinición. En esta iconografía no se provocan diferencias, todos sus urbanitas parecen correr la misma soledad y vivir la misma rutina cotidiana. Es inevitable el recuerdo de las esculturas de Segal y Juan Muñoz del imaginario colectivo de Genovés, concepciones en las que se pueden encontrar referencias a la creación de este joven artista catalán. Teniendo sólo 31 años, su obra es ya conocida internacionalmente, y trabaja en la actualidad con varias galerías de Ámsterdam y París. Ahora muestra su última producción en la Galería Ana Vilaseco, un espacio que, además de tener entre sus fondos a artistas con una larga trayectoria profesional, apuesta por valores jóvenes, como Xevi Vilaró, artistas que demuestran que la calidad en arte no está reñida con los pocos años.