Descripción de la Exposición En los trabajos de OPN todo adquiere un matiz especular. El espectador no solo contribuye al proceso creativo sino que se configura clave en ese ejercicio. Son obras donde se convoca la tensión, el abismo. De base electrónica o robótica, trabajan los efectos ópticos desde lo sutil, buscando la inminencia de una revelación, procurando que el espectador se abandone a la imagen, se disuelva en ella. En los trabajos que componen la exposición Kokemuksen Kehtolaulu, que toma su nombre de la traducción al finés de Dogmatic Lullaby, serie que fue producida en Finlandia, el espejo pasa a ser una sutil membrana que actúa de escenario, que se consolida en la construcción de la figura, como enérgica cutícula de entrecruzamientos múltiples. Se configura así como fondo activo, dialéctico. Pero sobre todo se conforma como umbral capaz de erosionar la imagen, de descubrir cierta soledad en una suerte de abismo. En estos espejos la presencia siempre resulta inconclusa y funciona como interrogante, como saturado vacío. Al fin y al cabo, como señalará Lacan, la imagen especular semeja ser el umbral del mundo visible, ?si hemos de dar crédito a la disposición en espejo que presenta en la alucinación y en el sueño la imago del cuerpo propio, ya se trate de rasgos individuales, incluso de sus mutaciones, o de sus proyecciones objetuales, o si nos fijamos en el papel del aparato del espejo en las apariciones del doble en que se manifiestan realidades psíquicas, por lo demás heterogéneas?[1]. Resulta tentador acercarse aquí al 'Je est un autre' de Rimbaud, o al espejo hecho añicos de Orson Welles en La dama de Shanghai para contextualizar estas fisuras que se destilan en retratos fractales. Pero entiendo que de lo que aquí se trata es de una resonancia más sensitiva, como ese hilo que para Deleuze enlaza a Bacon con Cézanne, que consiste en pintar la sensación. Bacon le llamará ?registrar el hecho?. La sensación para este es maestra de deformaciones, señalando de que se trata de pasar de un orden a otro, de un nivel a otro, de un dominio a otro. La asociación con el trabajo de OPN Studio podría resultar extraña pero no lo es si pensamos en cómo tratan de abordar también lo frágil de la existencia y la búsqueda del ?yo? en muchas de sus obras. Los espejos de la serie Dogmatic Lullaby asumen el reflejo del espectador junto a la progresiva aparición de una imagen de mujer, de la misma manera que Bacon asume la cuestión del reflejo como algo de vital importancia, con cuadros que se protegen obligatoriamente con un cristal para que el brillo de ese cristal, brillante, refleje la luz y la imagen posible de descubrir no pueda ser descubierta del todo. Bacon en sus entrevistas habla de niveles sensitivos, de secuencias movedizas, de dominios sensibles, de órdenes de sensaciones, etc., nada más apropiado para calificar el universo de OPN, también enmarcado, como los cuadros de Bacon, con una ornamentación más propia de la época barroca. Al fin y al cabo nada más barroco que el corte, que la ruptura. También la suspensión del sentido, la confusión. El Barroco trata de mover al público y sus fragmentos no son más que una especie de secreto en movimiento. Y nada más barroco que la naturaleza muerta, ese lugar donde en apariencia no sucede nada pero que se revela como paradoja de lo inmóvil, ya que es la muerte misma, el paso del tiempo que al ser representado implica el bloqueo del tiempo de la representación. Lo proyecta muy bien Sam Taylor-Wood en una recreación de una naturaleza muerta que representa la descomposición de un conejo. Pero también en el carácter autoreflexivo que ofrece Vanitta, de OPN Studio, donde los espejos se mueven para conducir esa intimidad detenida hacia la figura fragmentada y su condición mínima, donde la personalidad y seguridad se escinde y se fisura. También Némesis nos invita a reflexionar sobre la fragmentación del individuo, denunciando el estado narcisista de nuestra existencia. En la misma línea que trabajos anteriores de OPN Studio como Culto al Vacío, que toma como base las ideas de Gilles Lipovetsky, se alude al mito para cuestionar la falta de conexión del presente del mundo, cada vez más individual, más fracturado. Otra vez la vanidad y el reflejo personal como canal de reafirmación de la identidad. Así, comprendemos la importancia de la película de Marcel Broodthaers Un segundo de eternidad, de marcado carácter autorreflexivo, donde los veinticuatro fotogramas que componen la obra reconstituyen en sucesivos trazos la firma del artista, y su supuesta eternidad. El film que dura un segundo, porque para Broodthaers un segundo para Narciso es ya el tiempo de la eternidad. La persistencia retiniana tiene en Narciso una duración eterna y de ahí la importancia de esa deconstrucción propuesta por OPN Studio. Si retrocedemos años atrás, nos encontramos con otra obras interesante a la hora de contextualizar estos trabajos, la instalación de circuito cerrado Present Continuos Past(s) (1974), de Dan Graham. En ella coexisten pasado y presente. Una serie de espejos reflejan el tiempo presente y una cámara de vídeo graba lo que sucede en ese presente, pero la imagen aparece en el monitor de vídeo ocho segundos más tarde a partir de un retardador entre el vídeo que graba y el que proyecta. Al mirar el monitor vemos una imagen de nosotros mismos de hace ocho segundos, pero también lo reflejado en el espejo desde el monitor hace ocho segundos más, es decir, dieciséis segundos antes, en una regresión infinita de continuos temporales dentro de otros, a su vez, dentro de otros. Como en el caso Dogmatic Lullaby de OPN Studio, que consiste en una serie de espejos donde el visitante se mira para ver su rostro reflejado al tiempo que la imagen de una mujer aparece progresivamente para enfrentarnos con un fragmento de vida, se representa una especie de tiempo mental, un presente alargado que nos recuerda que somos fruto de un pasado, que somos producto de la experiencia de otros a los que necesitamos más de lo que podría parecer. El espectador es sujeto y objeto, ve y se ve mirando. Es la simultaneidad de nuestro ser como cosa y como sujeto. Un observador que es activo y pasivo, como consciencia y como imagen. En este sentido, el efecto óptico en las obras de OPN Studio es cercano al Moiré, en algunos casos literalmente y en otros de un modo más metafórico. Hace poco, en un texto reciente, me refería a otras imágenes que como estas podríamos situar en un campo abismado, las del fotógrafo Aitor Ortiz. Lo hacía a partir de las palabras de Georges Didi-Huberman cuando señala que ?la modalidad de lo visible deviene ineluctable -es decir, condenada a una cuestión de ser- cuando ver es sentir que algo se nos escapa ineluctablemente: dicho de otra manera, cuando ver es perder?[2]. Como si las formas creciesen hacia su extinción, como en la aproximación indefinida que proclama Tarkovski, que señala que cualquier forma de acercamiento significa efectivamente un alejamiento[3]. Ahí tenemos que ubicar trabajos tempranos de OPN Studio como Reset o el desorden cinético de Mesh Plasm o Mesh Cell, basados en los principios del Moiré, como en cierto modo aborda Dogmatic Lullaby desde la figuración sensitiva. Podríamos pensar en Bridget Riley y en cómo tantea la distancia entre lo físico y la fisicidad de quien mira. También a maestros de la fotografía concreta como Gottfried Jäger o Pierre Cordier. Porque hablamos de interferencias, de acontecimientos, de derivas. Pienso también en Dual Cineticográficas, o en la suerte de holografía que se proyecta en New Core, de apariencia más fractal. Se trata de reconstituir la imagen en un paisaje incierto, latente, suspendido. El tiempo despliega el sentido de las obras; también el sonido, que nos arrastra suavemente hacia lo abismal. Todo invita a demorarse. La imagen más que darse se produce, es resultado de un tránsito, de un desvío. También en Sincrónica, donde lo cinético nace desde la sombra y un movimiento espiral donde resulta inevitable pensar en los ejercicios sobre la luz y la forma de Moholy-Nagy, muy arquitectónicos y objetuales, aunque dejasen de ser identificables. En ambos casos el acabado es perfecto, aunque en este caso nos importan más lo individualizado y como cada sincrónica se comporta. Son estudios diacrónicos resultantes de la observación. Dinámicas, robóticas, amenazantes y espectrales son tanto presencia como ausencia, reapariciones en permanente retirada. El tiempo se disloca y la realidad siempre resulta intermedia, abstracta y frágil, como sucede en Dogmatic Lullaby, a modo de resonancia de la propia existencia, como esa nana que suena durmiéndonos al tiempo que no nos deja dormir. [1] J. Lacan: ?El estado del espejo como formador de la función del yo (je) tal como se nos revela en la experiencia psicoanalítica?, Escritos 1, Siglo XXI, México., 1971 [2] Georges Didi-Huberman, Lo que vemos, lo que nos mira. Ed. Manantial, Buenos Aires, 1997 [3] Andrei Tarkovski, Diari. Martirologio 1970-1986, Edizioni della Meridiana, Florencia, 2002
Exposición. 13 dic de 2024 - 04 may de 2025 / CAAC - Centro Andaluz de Arte Contemporáneo / Sevilla, España
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