En la tradición judía, un ketubah es un contrato conyugal ilustrado que detalla los derechos y obligaciones de los contrayentes. El proyecto de Brooke Borg desarrolla el potencial artístico de este formato, utilizándolo como dispositivo para describir y analizar la vida afectiva. Una serie de paneles acompañados por un vídeo nos muestran los aspectos implícitos del trato privado: las tensiones secretas, las negociaciones silenciosas y la eterna necesidad de conciliar. Al detallar y legalizar diversas cuitas y querellas familiares, la artista asume el rol del 'abogado emocional', trasladando la casuística familiar del ámbito privado a una dimensión codificada y formal. De este modo, analiza y cuestiona las políticas de la privacidad contemporánea, invitándonos a reflexionar sobre las instancias y protocolos que articulan nuestra experiencia relacional.
La obra de Borg ocurre en el punto donde confluyen la intimidad y el legalismo, El imperio de los sentidos celebrado por Nagisa Oshima y El...imperio de la justicia que describió Ronald Dworkin. La idea de un 'fundamento legal de la intimidad' pone en tela de juicio la concepción del hogar y de sus dinámicas como un espacio liberado de las fuerzas institucionales. Por otro lado, la obra presenta una variación original sobre un personaje clave del capitalismo emocional: el mediador afectivo. La intervención del mediador puede solucionar, pero también sancionar, porque encarna la 'competencia en materia familiar' entendida como técnica especializada. Desdoblada en esas dos figuras 'subjetiva y objetiva, miembro de la familia y guardián de la ley', la artista despliega así la doble dimensión, autobiográfica y oficial, de la causa en la vida privada.
Entrada actualizada el el 26 may de 2016
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