Inicio » Agenda de Arte

Kepa Garraza

Exposición / JosedelaFuente / Daoiz y Velarde, 26 / Santander, Cantabria, España
Ver mapa


Cuándo:
17 may de 2012 - 08 jul de 2012

Inauguración:
17 may de 2012

Organizada por:
JosédelaFuente

Artistas participantes:
Kepa Garraza
Etiquetas
Pintura  Pintura en Cantabria 

       


Descripción de la Exposición

Hay una manera clara de trazar la diferencia entre la buena y la mala ficción: sólo la segunda miente. La mala ficción se limita a confundir arbitrariamente los hechos, sustituyendo la lealtad profunda del autor a su intención por un torpe afán de divertimento. La buena ficción, en cambio, es una forma de verdad antes que una fuente de engaño. Poco importa que altere los datos empíricos o que invente de cero, porque sus contenidos alcanzan su propia certeza e informan de la realidad con mayor consistencia que la mera descripción.
Conviene ser consciente de esta diferencia para acercarse a la obra de Kepa Garraza que aquíse presenta. Su contenido es ficticio, desde luego. Kepa Garraza no conoció a Andy Warhol ni a Jean-Michel Basquiat. De hecho, no pudo fotografiarse junto a ellos con unos treinta años en1983, como quiere una de las obras expuestas, porque había nacido apenas cuatro años antes en Berango, Vizcaya. Más aún, lo que vemos tampoco es una fotografía, sino una pintura que toma como base un montaje fotográfico. Así que ni siquiera el medio es lo que parece. Kepa Garraza no es la estrella artística internacional que retrata esta serie, ni ha ocupado todavía las portadas de Vanity Fair o Artforum. Toda esta estrategia de ficción, sin embargo, se pone en funcionamiento con rigor y eficacia, logrando para sus contenidos una consistencia propia que desprende verdad. Puede parecer que Kepa Garraza se embarca aquí en un divertimento escapista, una ilusión de cócteles y flashes a mayor gloria de su ego; en realidad informa de las condiciones de su trabajo con mayor crudeza y honestidad que quienes practican con orgullo el arte como confesión. Hay más verdad en los disfraces de Kepa Garraza que en el menos pudoroso de los exhibicionismos.
El uso de la ficción no es algo nuevo en su trayectoria. Ya la serie anterior (2007?2010) inventaba unas Brigadas Internacionales para la Destrucción del Arte (B.I.D.A.), que se dedicaban a atentar contra las obras maestras del canon pictórico occidental. Pero hay algo que relaciona ambas series a mayor profundidad, y es su intención de ocuparse de aquello que rodea al arte, lo que, sin ser arte, resulta imprescindible para que este reciba atención y reconocimiento. Encontramos aquí también el denominador común con los trabajos englobados en Fallen Angels (2006?2007), que reproducían las trágicas muertes de Modigliani,
Rothko o Van Gogh, incidiendo en esa mitificación de la figura del artista que tanta reverencia asegura a ciertas obras. En la serie de las Brigadas Internacionales para la Destrucción del Arte a menudo aparecían policías, guardas de seguridad o responsables de conservación de los museos observando los daños causados por alguna de las acciones del grupo. Quedaba así de manifiesto (en su fracaso ficticio) el poderoso dispositivo de vigilancia que asegura a las obras de arte la atención y el respeto del público. Es este dispositivo ?y, en última instancia, el monopolio estatal de la violencia que lo respalda? el que establece una indudable frontera entre lo que es arte y lo que no lo es. En su última serie Kepa Garraza se ocupa también de aquello que, sin ser arte, rodea el trabajo de un artista y le brinda atención social. En este caso no es un mecanismo de vigilancia o castigo el que se pone de manifiesto, sino uno de seducción; la seducción pública que se ejerce a través de los medios.
Todas las piezas de la serie simulan ser bien instantáneas, bien portadas de revista. Algunas de las imágenes adoptan la apariencia de un posado (la de Murakami, por ejemplo), mientras que otras fingen haber sido robadas por un fotógrafo insistente. Esta imitación de un medio ajeno no es casual, desde luego. El lenguaje de los medios de comunicación está presente en la serie de continuo y se impone incluso en la elección de los escenarios. Las obras que aquí se exponen muestran unos fondos neutros, monocromos, que remiten a la aséptica decoración de una galería de arte, de una feria o una bienal. Las figuras podrían estar inmersas en una inauguración o una mesa redonda, ambas ocasión de cobertura periodística. La serie completa (que pudo verse en la pasada edición de ARCO con mayor amplitud) incluye escenas de cócteles y fiestas, entregas de premios y huidas de la prensa, y en varias de ellas Kepa Garraza se encara molesto con el objetivo de la cámara. La presencia insidiosa (aunque simulada) del fotógrafo convierte cada imagen en una escenificación para la galería: tanto cuando los protagonistas parecen buscarla de buen grado, como cuando no es así.
Es fácil caer en la tentación de ver aquí un mensaje moralizante. La serie pretendería reflejar el carácter teatral, ilusorio, del mundo del arte en la actualidad. La documentación de la carrera del Kepa Garraza ficticio (de quien no vemos una sola obra) reflejaría que el éxito de un artista depende hoy de circunstancias ajenas a su trabajo y más propias de la prensa rosa. La serie condenaría este éxito por irreal y sería así una protesta contra el artista?celebrity, un alegato a favor de estimar a un artista por el valor intrínseco de su obra y no por otras consideraciones.
Pues bien, esta es una lectura fácil que no sólo ignora la ironía que Kepa Garraza suele añadir (sanamente) a sus propuestas, sino que le atribuye un mensaje ajeno a su trayectoria. La cuestión del valor intrínseco de la obra de arte no ha parecido interesarle en ningún momento.
En muchos de sus cuadros se citan o se sugieren obras maestras de indudable calidad, pero el tema no es nunca ese, sino lo que rodea a la obra, aquello que, sin ser arte, la convierte en objeto de contemplación reverencial. El valor intrínseco de las obras mencionadas no se reivindica ni se cuestiona, sencillamente queda al margen. Así, sería muy ingenuo suponer que Kepa Garraza condenaba el Guernica cuando lo pintaba medio quemado tras un ataque de sus Brigadas ficticias. O, por el contrario, que comparte la mitificación del trabajo de Basquiat o Ana Mendieta porque retrate sus trágicas muertes en Fallen Angels. Su actitud es siempre más mesurada de lo que parece a primera vista, y su tono, más sereno.
Más que empeñarse en una condena moral del mundo del arte contemporáneo, esta serie expone algunas de las tensiones inevitables a las que se encuentra sometido el trabajo de cualquier artista en la actualidad. Kepa Garraza no se retrata con Warhol o con Immendorff en sus estudios, viéndoles trabajar, sino en eventos públicos. De hecho, en toda la serie no aparece obra de ninguno de los artistas representados, lo que no significa que esta se juzgue irrelevante, pero sí dice mucho sobre el modo en que se plasma el ascenso de Kepa Garraza en la ficción. Lo que se muestra no es ese proceso por el cual un pintor conquista un valor intrínseco para su obra y se labra una voz propia incorporando influencias de otros en el seno de una tradición. La serie no niega que esto se haya dado en el Kepa Garraza ficticio; simplemente no lo muestra. Los artistas que aquí aparecen no son voces de una tradición pictórica que influyan en su obra, sino personajes favorecidos por el reconocimiento social que apadrinan a Kepa Garraza o compiten con él. En este sentido, su papel es estrictamente análogo al de un galerista célebre (como Leo Castelli), una modelo o un político, todos ellos actores involucrados en una lucha competitiva por verse reconocidos: agentes de una economía de la atención.
Antes de proceder a indignarse por la supuesta trivialización del arte que esto supondría, debe meditarse si esta situación no es algo obligado para el artista moderno. En efecto, los artistas siempre se han ocupado de concitar la atención del público por medios estéticos. El esfuerzo por lograr una voz inconfundible no ha sido sino un medio más al servicio de este propósito.
Durante mucho tiempo, los artistas vendieron al mejor postor ese capital de atención, pero desde que el sistema de mecenazgo se derrumbara en el siglo XIX no les quedó otra opción que aprovecharlo para su promoción propia. Fue esta necesidad la que dio un ímpetu desconocido al esfuerzo por labrarse una voz inconfundible, lo que acabaría causando la experimentación de las vanguardias. La competencia por la atención pública, desde luego, se malogra a largo plazo si no se ve acompañada de una voz propia y original, pero esta ni siquiera se buscaría de no estar subordinada a la primera. Hoy el artista puede protestar con indignación ante las trivialidades de la esfera mediática, pero se ve más necesitado que nunca de su favor. En vez de empeñarse en una condena hipócrita y maniquea del mundo del arte actual, Kepa Garraza saca a la luz esa economía de la atención, soterrada e inevitable, que lo anima. La serie encuentra así la manera de encarnar su propia verdad. Como toda buena ficción.


Imágenes de la Exposición
Andy Warhol, Jean-Michel Basquiat, Kepa Garraza. Nueva York, 1983 Óleo sobre lie

Entrada actualizada el el 26 may de 2016

¿Te gustaría añadir o modificar algo de este perfil?
Infórmanos si has visto algún error en este contenido o eres este artista y quieres actualizarla. O si lo prefieres, también puedes ponerte en contacto con su autor.
ARTEINFORMADO te agradece tu aportación a la comunidad del arte.
Recomendaciones ARTEINFORMADO

Premio. 09 sep de 2024 - 13 oct de 2024 / Madrid, España

#VersionaThyssen XXI

Ver premios propuestos en España

Exposición. 08 oct de 2024 - 12 ene de 2025 / Museo Nacional Thyssen-Bornemisza / Madrid, España

Calabash Nebula

Ver exposiciones propuestas en España

Formación. 15 oct de 2024 - 30 jun de 2024 / Museo Nacional Thyssen-Bornemisza / Madrid, España

Organismo I Art in Applied Critical Ecologies

Ver cursos propuestos en España