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Julião Sarmento. Guest or Host?

Exposición / Fundacion Luis Seoane / San Francisco, s/n / A Coruña, España
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Cuándo:
03 jun de 2014 - 28 sep de 2014

Inauguración:
03 jun de 2014

Comisariada por:
David Barro

Organizada por:
Fundacion Luis Seoane

Artistas participantes:
Julião Sarmento

       


Descripción de la Exposición

Primera exposición individual de Julião Sarmento en Galicia, en la que se reúnen cerca de una treintena de obras del artista portugués desde principios de los años 80 hasta la actualidad. Julião Sarmento. Guest or Host? es el primer proyecto expositivo de David Barro como nuevo director de la Fundación Luis Seoane. La exposición, de producción propia, viajará posteriormente al CAAM Centro Atlántico de Arte Moderno de Las Palmas de Gran Canaria, comenzando de este modo una colaboración entre ambas instituciones de vocación atlántica.

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PROYECTO EXPOSITIVO

 

La obra del artista portugués Julião Sarmento (Lisboa, 1948), uno de los creadores más importantes y representativos dentro del contexto del arte contemporáneo internacional, llega a Galicia de la mano de la Fundación Luis Seoane de A Coruña a través de la muestra Juliao Sarmento. Guest or Host?, constituyendo el primero de varios proyectos expositivos que serán coproducidos por la institución coruñesa y el CAAM, Centro Atlántico de Arte Moderno de Las Palmas de Gran Canaria, dos centros de arte unidos por su emplazamiento periférico atlántico y por la decisiva importancia que diferentes movimientos migratorios tuvieron en el desarrollo cultural de ambos territorios.

 

Juliao Sarmento. Guest or Host? comisariada por el crítico de arte y director de la Fundación Luis Seoane David Barro, constituye la primera gran muestra individual de la obra de Sarmento en Galicia, reuniendo cerca de una treintena de piezas en diferentes formatos como pintura, escultura, dibujo, fotografía, vídeo e instalaciones que van desde los inicios de la década de los ochenta hasta el momento presente, en un esfuerzo por mostrar al espectador el carácter poliédrico del trabajo del artista. El título de la muestra, Guest or Host? (¿Invitado o anfitrión?) alude a la incapacidad de discernir el lugar en el que nos situamos ante las obras de Julião Sarmento, especialmente con respecto a sus performances, donde el propio artista ejerce de anfitrión al situar la escena, pero también de invitado, ya que permanece fuera de ella. El recorrido expositivo se ha concebido como un paseo por algunas constantes de su trabajo como el erotismo, la memoria o el deseo, filtrados a través de diferentes referencias culturales, sobre todo literarias y cinematográficas, desde Marguerite Duras a James Joyce, de Raymond Carver a Pina Bausch o Atom Egoyan, por citar sólo algunas, representadas alternativamente de manera sutil o manifiesta.

 

Las imágenes de Sarmento son complejas y sugestivas, pero no ofrecen respuestas, provocando en quien las contempla una cierta sensación de extrañeza. La figura de la mujer emerge como protagonista indiscutible de su trabajo, representada de manera enigmática e inescrutable, un aspecto a través del que puede establecerse un nexo de unión con la selección de obras incluidas en Luis Seoane. Arquitectura del deseo, una muestra de fondos institucionales que se desarrollará en paralelo a la del artista portugués, en la que a través de ejemplos como Desnudo (1952) o Desnudo sentado (1978) se analizan en profundidad los códigos formales utilizados por Luis Seoane a la hora de abordar la representación del cuerpo femenino, un cuerpo anónimo que personifica a otros muchos.

 

La trayectoria artística de Julião Sarmento comienza a finales de los años sesenta tras cursar estudios de pintura y arquitectura en la Escuela de Bellas Artes de Lisboa. A principios de los años ochenta, participará en dos ocasiones en la prestigiosa Documenta de Kassel, lo que impulsará el reconocimiento internacional a su trabajo. Presente en la Bienal de Venecia en tres ocasiones, en el año 1997 será el artista escogido para representar a Portugal en el certamen, y durante 2010 la Tate Modern de Londres le dedicará una sala de exposición permanente en exclusiva.

 

PROYECTO EDITORIAL

 

Con motivo de la muestra, la Fundación Luis Seoane y el Centro Atlántico de Arte Moderno han preparado una cuidada publicación que no sólo realiza un repaso por la obra más representativa de los últimos cuarenta años de Julião Sarmento, sino también por aquellas que más reseñablemente podrían ayudarnos a configurar las distintas formas que del deseo tiene el artista portugués.

 

Para ello se incluyen el exhaustivo ensayo de David Barro -comisario de la muestra y director de la Fundación Luis Seoane-, un texto de Omar-Pascual Castillo -director del CAAM-, además de la novedosa introducción de algunas fuentes textuales -desde Raymond Carver a Marguerite Duras- que a lo largo de los años han venido marcando la carrera del creador luso.

 

TEXTO DEL COMISARIO

JULIÃO SARMENTO. GUEST OR HOST?

 

Escenificar la intimidad. Situar la escena. Todo está a punto de suceder y sin embargo lo que nos seduce y ciega es lo que está más allá de la imagen, una suerte de vacío, como una casa abandonada pero que ha sido habitada, como un cuarto de hotel que ha sido también cuarto de hotel de otras personas los días anteriores, y así muchos otros días de muchos años. En la vida todo se nos escapa, como cualquier fantasía. Nunca sabemos si ejercemos de invitados o de anfitriones.

 

Resulta difícil no sentirse atrapado en las obras de Julião Sarmento. En ellas rara vez existe un principio o un fin. La expectativa que tenemos como espectadores se frustra ante la falta de pistas y en más de una ocasión nos encontramos con motivos y escenas repetidas, aunque siempre son distintas, por el contexto o a partir de leves variaciones. Una misma imagen puede darse en una pintura, en una fotografía o en una escultura, como es el caso de sus mujeres con vestido negro. Ahí, en esa insistencia, radica lo enigmático. También la vida lo es. Como invitados, o como anfitriones, creamos nuestra propia realidad, la interpretamos insistiendo en nuestros deseos, en nuestros miedos.

 

Lo decía Luis Buñuel al respecto de uno de sus filmes: 'Es repetitivo como la vida y, como la vida, sujeto a múltiples interpretaciones'. Se refería a El ángel exterminador, donde hay, por lo menos, una decena de repeticiones. 'Se ve, por ejemplo, a dos hombres que son presentados el uno al otro y que se estrechan la mano diciendo: 'encantado'. Un instante después, vuelven a encontrarse y se presentan de nuevo el uno al otro como si no se conociesen. Una tercera vez, por fin, se saludan como dos viejos amigos'. Sarmento, en algunos casos, repite muy conscientemente frases de escritores que ya ha utilizado con anterioridad; es la insistencia como interrogante, la repetición como proyección fantasmal, como imagen latente. Algo así como si la imagen fuera una suerte de reconquista, algo tan lacaniano como un objeto que únicamente se recupera en la pérdida. (...) Como el hogar, que es sentido como tal cuando ya se ha perdido, cuando es demasiado tarde. Julião Sarmento nos recuerda que el deseo, como ese hogar, nunca resulta saciado, porque si esto ocurre ya no es deseo. De lo que verdaderamente se trata es de un trabajo sobre la memoria, sobre la imposibilidad del deseo que se nos escapa, sobre lo enigmático. La cuestión está en la incapacidad de escrutar, en la necesidad de resolver, únicamente posible en la voluntad de imaginar. Lo señala acertadamente Maria João Mayer Branco: 'Es en este sentido que esta obra es erótica. Ella muestra -manteniendo- una relación entre diferentes, que no neutraliza, pero que conserva la diferencia' En estas obras nunca identificamos ni se revela la identidad de sus protagonistas, eliminando la condición de objeto y cualquier atisbo de posesión.

 

Pero me interesa comenzar con esa sensación de hogar, que se siente como tal una vez que ya no estamos dentro. El 'hogar' es el lugar de los juegos, de las ilusiones, de la infancia, de los primeros descubrimientos. Por eso resulta tan difícil volver a él. Lo afirmaba Beckett en Primer amor: la casa es una forma increíble del exilio. Seguramente porque el encuadre de la memoria no deja de ser un fragmento difuso, incompleto. Al fin y al cabo, lo que Sarmento pretende, y es algo que continúa vigente en su trabajo, es que como espectadores nos dejemos llevar por la imagen, disolvernos en ella, caernos en ella como quien se pierde en las profundidades de un haiku. Se trata de exprimir al máximo la poética de la imagen como observación, como en el cine de Tarkovski y esa capacidad de transitar las distintas escalas. Son lugares donde obra la ausencia, imágenes que abrazan el sentido de pérdida al que se refiere Georges Didi-Huberman cuando señala que 'la modalidad de lo visible deviene ineluctable -es decir, condenada a una cuestión de ser- cuando ver es sentir que algo se nos escapa ineluctablemente: dicho de otra manera, cuando ver es perder'

 

Como en los planos que dominarán gran parte de su pintura posterior, la arquitectura que se nos muestra hemos de completarla e imaginarla. En las plantas, nada se nos dice de su escala, de su orientación o ubicación, ni de su fin, ni de qué tipo de atmósfera se trata ni para quién ha sido proyectada. Sabemos que son edificios reales pero desconocemos sus arquitectos. Más que distancia existe un velo, similar a la capa de color que el artista da a algunas de sus obras que, en ningún caso, anula a la anterior, sino que se mezcla para mantener el deseo de ver más, la prolongación de la mirada en tanto que anamnesis de lo experimentado. Sus pinturas son algo así como apuntes de pequeños gestos, sugerencias a lápiz. La arquitectura emerge en muchos casos como fragmento -una puerta, una mesa, una silla, o incluso como un palco-. Cierto es que hay excepciones y en algunos casos reconocemos edificios icónicos de la historia de la arquitectura, pero lo habitual es que la arquitectura que se muestra no surge por su valor como arquitectura sino como encuadre, como forma íntima que permite nuestra intromisión, como memoria.

 

Para quien no lo sepa hay que decir que Julião Sarmento estudió arquitectura. Seguramente eso podría justificar o explicar gran parte de sus creaciones. Pero también su pasión por el cine es clave en este sentido, una vez que es en la intimidad de la arquitectura de lo cinematográfico donde se desarrolla y guarda el misterio que guía la narración. También en la literatura, por supuesto. La intimidad de la casa esconde nuestro deseo de saber más, de llegar más allá de lo permitido. De ahí que la casa sea una de sus claves reflexivas, de sus imágenes fetiche. Algo normal si pensamos en cómo define Derrida la propia arquitectura, entendiéndola como una construcción habitada, una herencia que nos atañe antes de haber intentado pensar sobre ella. De ahí que más que de la mujer deberíamos hablar también de una arquitectura de lo femenino. Cuanto menos vemos más deseamos.

 

Lo mismo sucede en las casas sugeridas en sus pinturas y dibujos; o solo conseguimos acceder a su exterior, a su fachada, o únicamente se nos ofrece una planta descontextualizada. También sus otras plantas nos muestran un mundo vegetal en continuo cambio, incógnito y ajeno más allá de su exterioridad. En todos los casos se abraza un secreto. (...) La imposibilidad de completar la imagen es algo así como si tratásemos de leer un libro al que le faltan muchas páginas. O como cambiar de libros sin acabarlos para leer varios al mismo tiempo. O la sensación de Buñuel ante El ángel exterminador: 'Lo que veo en ella es un grupo de personas que no pueden hacer lo que quieren hacer: salir de una habitación. Imposibilidad inexplicable de satisfacer un sencillo deseo' En las obras de Sarmento es el deseo el que nos atrapa. Un deseo que se fundamenta en la relación con lo otro, y ahí la otredad puede ser una mujer o lo femenino, una arquitectura o una lectura determinada que nos permita salir o entrar en la habitación para saber si, definitivamente, ejercemos de invitados o de anfitriones.

 

La arquitectura de lo doméstico está altamente presente también en sus esculturas de mujeres. Realizadas en resina y fibra de vidrio, vestidas con un elegante vestido negro, se acompañan siempre de sillas, mesas, alfombras o vasos. Otras veces se apoyan en las paredes, blancas como sus cuadros, dibujando así esa relación con lo arquitectónico. Como en sus pinturas o dibujos, estas figuras de líneas elegantes no tienen rostro. Porque Sarmento nos impide el acceso a la solución, a la imagen. Lo adelantaba con acierto su gran amigo Juan Muñoz: 'Todas las imágenes de Sarmento son imágenes prohibidas' El mismo Juan Muñoz aseveró que la línea de claridad se quiebra en los salientes para luego ser máscara y en consecuencia doblemente luminosa en los entrantes. Lo afirmaba a propósito de Borromini, pero bien podría hacerlo para hablar de Julião Sarmento.

 

Es en este sentido que podemos entender la idea de John Baldessari: Julião Sarmento es un minimalista. 'Si el rostro no está presente, miraremos para otro punto'En sus obras el espectador ha de completar la imagen. La ausencia multiplica las posibilidades y la recepción nunca resulta definitiva. Si en sus pinturas de los ochenta descompone la realidad y la secuencia, más tarde la vela y en otros casos, la mutila. (...) En las pinturas blancas el vacío se concibe como materia, como fondo activo. Como tantas veces señaló María Zambrano, el espacio, en tanto que ausencia pura, permite todas las presencias. En Julião Sarmento el dibujo funciona como una grieta y el espacio como una erosión. Pienso en cómo Giacometti señaló que su obra nació de una sensación extraña que experimentó al despedirse de un amigo y ver que su silueta era lentamente absorbida por el espacio al alejarse. Maurice Blanchot señaló que Giacometti esculpía la distancia, una distancia movediza, que se abisma. Y esa presencia inconclusa conjugada como interrogante se encuentra en las pinturas que Sarmento comienza a realizar a principios de los noventa, densas y despojadas al tiempo. (...) Con las pinturas blancas la realidad se amplía y el espectador nunca conoce la realidad de la imagen. A veces parece la misma imagen pero siempre hay diferencias, como en la serialidad de Warhol. Se prima la libertad del espectador, que puede indagar en los intersticios, en los márgenes, siendo que ese espacio intermedio se convierte en una suerte de no lugar donde habita el arte contemporáneo y la obra de Sarmento. Ese espacio intermedio se consolida como fisura en sus pinturas, una vez que no conseguimos asumir la distancia narrativa que hay entre la imagen y la palabra, pero también en obras audiovisuales como Lacan's Assumption, (2003), donde por un lado se lee la receta de un pastel y por otro un enigma: 'The House that Jack Built'.

 

Todo esto nos revela la importancia de la literatura en su trabajo, como punto de partida, como memoria. Una literatura sobre la nada, despojada, que le ha llevado a dedicar una serie de quince cuadros bajo el título Tales on Dirty Realism a Raymond Carver, a quien también ha seleccionado para completar este libro, obligándonos a pensar, una vez más, por qué unas determinadas cosas están juntas. En Sarmento importa qué se nos dice, cómo se nos dice y cuándo se nos dice. De ahí también la importancia del tipo de letra, pensando en quién lee el texto pero también en quién lo ve. Únicamente así podemos entender las distintas situaciones.

 

Efectivamente, la obra de Sarmento vive como la de Carver en un espacio intermedio, en ese estado de elipsis donde la incomprensión genera deseo. Se trata de convocar la omisión, lo inconcluso, obligando al observador o al lector a buscar el contexto narrativo desde lo memorístico y lo asumido, a contextualizar esa sensación de amenaza que nos llega cuando nos sentimos perdidos. En este sentido, las escrituras inacabadas que coloca en sus cuadros gozan de una imperiosa necesidad de sentirse imágenes, de convertir un espacio de perplejidad en un campo abierto para las emociones. Podemos pensar también en Maurice Blanchot, capaz de organizar toda su escritura sobre la escritura de otros, pero también en que estas frases entrecortadas semejan esos flujos desterritorializados a los que se refería Deleuze. En Julião Sarmento el lienzo se convierte en un espacio multidimensional capaz de combinar un tejido de citas dibujadas y caligrafiadas capaces de deconstruir la idea. Así, texto e imagen funcionan como fuerzas capaces de provocarse. Si filtramos esto a través de Bataille hablaríamos de muerte y deseo, de pulsión erótica capaz de escribir, precisamente, donde el decir es imposible. Así, Bataille intuirá el virtual error del realismo al pensar que sólo la violencia escapará al sentimiento de miseria de las experiencias realistas: 'Sólo la muerte y el deseo tienen la fuerza que oprime, que corta la respiración. Sólo la exageración del deseo permite alcanzar la verdad', escribirá.

 

En Julião Sarmento todo está a medio camino, como sus plantas de arquitectura. Porque Sarmento valora el espacio entre los cuerpos, la intimidad especulada. (...) Julião Sarmento exhibe un estilo abreviado y un fondo monocromo capaz de traducir la nada como posibilidad. Todo está presente y todo ha sido dicho, pero hay que insistir en que ni lo vemos, ni lo recordamos con claridad. Tal vez, las citas de teóricos como Foucault o Blanchot en sus cuadros sean un ejercicio de anamnesis. A Sarmento le gusta dar rodeos, circular la imagen, tantearla. (...) Hablamos de interrupciones, de vacíos, de incertidumbres, pero también de silencios, como en sus pinturas blancas.

 

(...) No deja de ser significativo que todos los años formativos de Julião Sarmento se encuadren en una dictadura, lo que podría justificar su obsesión por lo prohibido, por lo mutilado. El mismo artista ha reconocido en más de una ocasión que plantó continúa batalla a lo prohibido, a lo que no se podía hacer. Aunque en entrevista con James Lingwood lo deja muy claro: 'Creo que la imagen prohibida depende de la mirada, de la mente del observador, y no de la mirada de quien practica la acción. En verdad, para mí no existe ninguna imagen prohibida'

 

Temáticamente está clara su recurrencia al cine y a la literatura, con la casa, la mujer y el deseo como lugares o situaciones de referencia. También la dimensión performativa de un trabajo que recoge el legado conceptual de los sesenta y setenta, la deconstrucción de la pintura narrativa de los ochenta y la redefinición de los lenguajes del vídeo y el cine en el ámbito de las artes visuales de las últimas décadas. El guión no lo define el soporte sino la idea que pide ser destilada de una u otra manera, ya sea a partir de la pintura, el dibujo, la fotografía, la escultura o el vídeo, entre otras muchas posibilidades de dar sentido a una imagen que es, antes de nada, una elección, una sugerencia. Porque la aparente narrativa nunca se formaliza, algo así como si permaneciese atrapada en esa posibilidad de concretizarse.

 

(...) En los últimos años Julião Sarmento ha venido reivindicando de un modo todavía más literal lo cinematográfico y lo literario. Un ejemplo son las referencias al cine negro de Hollywood presentes en esta exposición, como su serie Film Noir (2007), Nora (2006) o Janet (2006), donde los dibujos de las manos se acompañan de textos en latín e imágenes de corte cinematográfico. Antes, entre 2006 y 2008, Sarmento realizó veintiocho pinturas de una serie que tituló Hollywood. Alexandre Melo señala el precedente de estas obras en sus 'pinturas blancas' de los noventa. 'A estas características genéricas se suma (como en muchos otros trabajos del autor) la presencia de un texto (una frase, aquí asociada al uso del color) y un nombre femenino que, asociado al título de cada pintura, desencadena un juego cinéfilo entre el nombre de la actriz y el nombre de un personaje por ella interpretado, conduciendo al descubrimiento del título del film y del lugar de la frase en los respectivos conduciendo al descubrimiento del título del film y del lugar de la frase en los respectivos diálogos'

 

Julião Sarmento nos conduce a un mundo sin certezas absolutas. Así, en ocasiones ha descompuesto el orden del texto para trabajar el lenguaje como desencuentro. (...) Se trata de realizar preguntas y no de dar respuestas. De ahí que la pregunta inicial, que abre el libro y da título a la exposición, continúe siendo pregunta al final de este texto. Guest or Host? cobra sentido al reflexionar por su posición en sus performances. Julião Sarmento se ve como un voyeur, del lado de fuera. Ejerce de anfitrión, invitando a actores y modelos, pero también de invitado, cuando presencia la escena. Las acciones son repetitivas, se basan en una insistencia que, antes de nada, es una acción sobre la memoria. (...) Entre tanto, es muy posible que Julião Sarmento esté leyendo varias cosas al mismo tiempo, aunque insistiendo en los mismos gestos, reflexivos, tensos; susurros que proyecta como anfitrión, que asume como invitado.

 


Entrada actualizada el el 26 may de 2016

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