Descripción de la Exposición
BREVE POÉTICA VISUAL DE JULIÁN ALONSO
Entiendo que el término “Poesía Visual”, no es excesivamente afortunado ni refleja la realidad de lo que en sí contiene. Prefiero hablar, tanto cuando hablo de mi trabajo en general como del de otros, de “Arte Fronterizo”, muchas veces a mitad de camino de ninguna parte, pero casi siempre abriendo nuevas vías al terreno de la creación.
Con esta perspectiva, no me atrevo a calificar mi obra con un solo adjetivo. No sabría. Prefiero decir que me dedico a una actividad dispersa que en el terreno visual abarca desde el caligrama y el letrismo al collage y desde el conceptualismo al minimalismo, que paso fácilmente de la lírica a la crítica social y coqueteo con el diseño integral de libros (color, textura, papel, tipografía) y el objeto poético.
Difícil tarea, establecer y definir un método de trabajo e inspiración para alguien que, como yo, no se limita a un único punto de partida en la búsqueda de eso que se ha venido en llamar poesía.
Quizás arroje un poco de luz sobre ello o puede que contribuya a oscurecerlo más, si digo que, para mí, poesía es todo y es nada, es bullicio y silencio, fealdad y belleza, reflexión tranquila y piedra lanzada al estanque de la creación para que sus ondas alcancen la orilla y podamos palparla.
Allí me acerco, a recoger los primeros pronombres personales que como pecios de un naufragio encallan en la orilla, los penúltimos verbos, los últimos adjetivos que no devoraron los peces y con ellos, trato de componer ese fruto tantas veces producto del azar que llamamos poema. Como todo buen alimento nos entra primero por los ojos, y no siempre está formado sólo por palabras.
A veces son simples grafismos, gestos, formas en el espacio bidimensional del papel. Otras, letras deslavazadas flotando en un cielo de cartulina. En ocasiones una piedra, un trozo de madera, un alambre confundidos entre verbos, adjetivos, pronombres, letras huérfanas y de pronto, la luz que se enciende, el verso que surge y acude en auxilio del poeta náufrago, la estrofa que no siempre es plana, porque de forma natural brota como una criatura de tres dimensiones que te llama padre y terminas creyéndolo.
Y aquí de nuevo la gran pregunta: ¿de dónde surge la inspiración? Miro al cielo y sólo veo una nube, bajo los ojos y el brillo de una moneda perdida me atrapa, me palpo los bolsillos, noto escondida entre la calderilla, la idea que me abrirá las puertas de un efímero paraíso y creo. Doy al mundo una nueva vida en un parto no siempre fácil, pero tan gratificante… Y surge el poema.
JULIÁN ALONSO