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Aquello que más me seduce en mis obras nunca fui capaz de concebirlo en mi mente con claridad, por otra parte, las imágenes que descubrí atrapadas por el flash de la memoria en mi mente, nunca resultaron tan espectaculares en mi lienzo como imaginé, y fueron desdibujadas, casi esfumadas, del lienzo por una realidad plástica que siempre las empequeñecía.

Así, condicionado por esta traumática experiencia, concibo la superficie del cuadro como lo que es, una tela con ancho y largo, y escaso fondo, aunque vital. Divido, por tanto, en fragmentos el espacio y me seduce y divierte encontrar en él, siempre, el recuerdo de formas que me atrapan con su ritmo, como un eco que se desvanece. Antes de ... una arquitectura sólida, que busco como pintor desesperadamente para placer y satisfacción de mí mismo, siempre hubo en mis obras un inicio accidental. Pero… me comporto como un agrimensor cuando trabajo y es de este modo como líneas, manchas y formas acaban enlazándose en un entramado nunca imaginado, pero buscado con ahínco. En la imagen resultante siempre hay un débil equilibro entre lo que es por azar y lo que es por oficio, como en el jazz, un línea no siempre visible que tolera relecturas.

De esta fragilidad surgen los diferentes grados de realidad que presentan las obras que podemos observar en esta exposición. Pero…¿Quién no sufre las iras o los placeres de fundir realidad e imaginación?