Los cuadros que presento en esta exposición de la galería Jamete son de diferentes formatos y están todos ellos realizados al óleo. Un denominador común de la mayoría de estas imágenes es su composición: una línea de tierra sobre la que se posa, en la zona central, una masa informe e indefinida. El fondo sirve de soporte atmosférico y ambiental para la aparición de esta figura sin concreción narrativa.

Me interesa conjugar aspectos azarosos del proceso (nudos de pinceladas, choques de planos, etc.) con la construcción escenográfica de la imagen. Es una especie de interrelación entre aspectos propios de la figuración (claroscuro) con otros registros abstractos donde la materia pictórica adquiere un destacado protagonismo. Estas obras pueden ser consideradas simultáneamente como paisajes (en cuanto al tratamiento atmosférico de la escena), retratos (ya que en ... cada obra hay aspectos particulares que diferencian a cada objeto del resto), y naturalezas muertas (por esta representación de elementos sobre una superficie plana a modo de mesa). Las formas suelen ser orgánicas e irregulares, y experimentan un constante proceso de metamorfosis que las deshacen, las tensan y remueven. Sustancias, materias blandas, que al mismo tiempo pueden evocar fragmentos corporales, comida, restos de un paisaje, etc.

El proceso de trabajo suele ser bastante intuitivo. No parto de referentes externos. Generalmente empiezo el cuadro a partir de una serie de manchas que se van concretando y densificando a partir de capas. Trato de que la figura posea una vibración y tensión que contraste con la aparente tranquilidad del fondo donde está situada. Me gusta trabajar en series. A partir de una forma inicial, desarrollar sus variables en diferentes formatos. Es una especie de cadena visual donde cada imagen parece conducir a la siguiente hasta configurar una galaxia de sensaciones que provoque un tono, un ambiente.