Descripción de la Exposición El gusto por la elección del tema adecuado, la fluidez y la movilidad de los pigmentos empleados, el sobrio y profesional encuadre de la composición, el encaje y en definitiva, el armazón y urdimbre que sostiene todo lo planeado y aquilatado, son características de estos cuadros que en la actualidad nos presenta José Orcajo en las salas del Torreón de Lozoya. Se aprecia en todos ellos horas de meditación en el estudio, completadas y contrastadas con múltiples salidas y paseos al exterior por las callejas de la ciudad, entorno y tierras de nuestros pueblos centenarios (sabido es que los pintores pintan con los ojos y con la memoria plástica, sin necesidad de llevar aparejos de trabajo; en una tarde un buen pintor a lo mejor se ha pintado 3 ó 4 cuadros de 'visual', y es que no hay prenda como la vista, sobre todo, cuando bien se emplea). Debemos precisar aquí la sabiduría adquirida con el tiempo por Orcajo: no precisa ya de extensos temas para componer detallistas paisajes: cada vez se decanta más por la síntesis, por temas reducidos que le bastan y sobran para estampar en el lienzo eso tan difícil de definir llamado 'pintura', que no es como mucha gente cree solamente la aproximación al parecido de la cosa real inspiradora o la equivalencia plástica entre el modelo real y la ilusión óptica pergueñada ('Esto no es una pipa', escribió Magritte en un cuadro que representaba una pipa de fumador que no era una pipa: era un trozo coloreado, era el concepto mental pipa). Lo que interesa a la pintura con mayúsculas es la extracción de la esencia de las cosas reales (en este caso) o de los borbotones de los pigmentos en el caso de los abstractos informalistas, por ejemplo). De esa extracción y exposición de esencias de cosas (o de conceptos, o de trazos) nace esa tensión especial que alumbra la presencia de la pintura. No sé si me explico con claridad, aunque pienso que todo esto es pura subjetividad, y del triunfo de subjetividades nace la aproximación a la objetividad ¿o no? Aunque... todo es revisable, esa es la verdad. Gusta también Orcajo de vez en cuando de contemplar y plasmar espacios urbanos, serenos, suaves y cargados de historia. Ahí está, por ejemplo, La Puerta de Alcalá ('ahí, está, ahí está....' que cantaba Ana Belén), un paisaje madrileño precioso atosigado a diario por rebaños de furiosos automóviles y asomando por detrás y a su través el pecado de las infamantes Torres de Valencia. Por cierto, que ahora a la Puerta Emblema de Madrid le ha salido por encima de sus esculturas una contestataria higuera loca, rebelde a tanto asfalto, combustión y ruido; y Orcajo hubiera sido buen retratista del pertinaz y simpático cabrahígo. Sabe el poeta plástico que es Pepe Orcajo, certeramente extraer vibraciones de estos lugares urbanos, históricos y sedantes, remansos a veces como el Embarcadero del Parque del Retiro de Madrid. Pero luego, como él es de aquí, de los nuestros y sabe lo que es la calidad de vida, recoge bártulos y caballetes y se viene para la tierra segoviana, su tierra segoviana en busca del agua y las frondas de las riberas del Eresma, o a navegar entre trigales castellanos, o bien captando quebradas de San Frutos de Duratón, espinazo geológico donde bien pudieran ubicarse polvorientos films del Far West eterno... o bien descubriendo una luminosa 'Guadalajara entre olivos' o gustando intensamente de esas riberas del Tormes centenario donde buscaban los pillos estudiantes del siglo de oro con las rabizas y colipoterras más descaradas de Salamanca, mientras Lázaro se las ingeniaba para robarle los cuartos al ciego haciéndole un agujero en el talego. Todo ello se respira en estos lienzos. El paisaje sigue respirando en Orcajo de Francisco, como respiraba en los pulmones de los pinceles del barbado Camille Pisarro.
Exposición. 19 nov de 2024 - 02 mar de 2025 / Museo Nacional del Prado / Madrid, España
Formación. 23 nov de 2024 - 29 nov de 2024 / Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (MNCARS) / Madrid, España