Descripción de la Exposición ------------------------------------------------------- ------------------------------------------------------- 'Dentro del ciclo 'PUNTOS DE ENCUENTRO/MEETING POINTS', el proyecto de Jose Dávila aporta nuevas ideas sobre la relación entre el museo y el entorno urbano. Se trata de una escultura sin principio ni fin que se caracteriza por su espacialidad, o tridimensionalidad, y que invita al espectador a moverse dentro de la obra misma para poder captarla totalmente. El espacio generado se desliza fuera de los límites arquitectónicos, convirtiendo el Espazo Anexo en una extensión de la calle y viceversa, generando vida en lugar de referirse a ella. La intervención de Dávila surge de una reflexión sobre la falta de continuidad que encontró en el urbanismo de Vigo, tras sus estancias en la ciudad. Ahonda en el concepto de site-specific, ya que incorpora elementos propios del Espazo Anexo -las columnas, los muros y techo- como parte misma de la intervención, y se refiere a la idea de ruina al simular una planta de un edificio invisible, que es habitado por el paseante. Podemos enmarcar esta obra en la línea de estructuras modulares que Dávila realiza a partir de los presupuestos minimalistas de autores como Sol LeWitt o Donald Judd (Sin título, 2008, el container cortado para Sculpture Project for Art Positions, Art Miami Basel 08; Sin título, 2007, las cajas de cartón apiladas como estantes en una sucesión referida a las metálicas instalaciones de Judd, etc.) pero, sobre todo, como un homenaje al concepto de espacio fluido que popularizó Le Corbusier en los bajos de sus edificios abiertos, transparentes, donde confluían el espacio interior y el exterior. El espacio fluido es uno de los hitos del arte y la arquitectura del siglo XX. Su origen se sitúa en el cubismo, como derivación de las modernas consideraciones de la física de Einstein donde el espacio era concebido en relación a un sujeto en movimiento. A Jose Dávila le inquietan los logros de la arquitectura, las utopías y los descubrimientos, la percepción y los juegos mentales. Reconoce en el visionario Buckminster Fuller -uno de esos arquitectos que construyen más con las ideas que con los materiales- una constante inspiración, e incluso ha revisado la famosa cúpula geodésica que dio fama a Fuller en varias piezas con combinaciones de poliedros o de sólidos platónicos. Las referencias a la 'representación' de lo arquitectónico, a los binomios construcción/destrucción y forma/contenido, siempre incorporan el factor temporal, identificado en el visitante que completa la obra. Dávila está constantemente generando situaciones, pero esta intervención urbana va más allá de cubos y formas platónicas para reflexionar sobre la abstracción de una ruina, sobre la abstracción del tiempo y sobre la reconstrucción que se genera con las sombras y la incidencia de la luz. Su propuesta se nos presenta, pues, como la conclusión temporal a algunas de las preocupaciones que viene arrastrando en su obra: la relación con el lugar y el espacio; la combinación entre el movimiento y las formas estáticas; la reproducción hasta el infinito de formas modulares; la funcionalidad de los espacios construidos. Responde a la studio-less practice, considerada por el artista como una forma de producción que convierte el estudio en una oficina -la obra se crea desde la oficina pero no en ella-, alejándose de la consideración tradicional de taller. La obra resultante genera un espacio nuevo en el entorno al convertirse, por contaminación, en mobiliario urbano preparado para ser usado por el ciudadano, elemento esencial de toda ciudad'.
Con la exposición del artista Jose Dávila concluye el proyecto Puntos de encuentro/Meeting Points, comisariado por Agar Ledo, responsable de exposiciones del MARCO. Durante el año 2009 y principios de 2010, cinco artistas -Pedro Barateiro, Manuel Eirís, Carlos Bunga, Nicolás Combarro y Jose Dávila- fueron invitados a trabajar in situ con la intención de establecer un diálogo entre el espacio de exhibición (la sala de proyectos o Espazo Anexo) y su entorno: la ciudad de Vigo. El proyecto de Jose Dávila aporta nuevas ideas sobre la relación entre el museo y el entorno urbano. Se trata de una escultura sin principio ni fin que se caracteriza por su espacialidad, o tridimensionalidad, proponiendo al espectador moverse dentro de la obra misma para poder captarla totalmente. El espacio generado se desliza fuera de los límites arquitectónicos, convirtiendo el Anexo en una extensión de la calle y viceversa, generando vida en lugar de referirse a ella. La intervención de Dávila surge de una reflexión sobre la falta de continuidad que observó en el urbanismo de Vigo, tras sus estancias en la ciudad. Ahonda en el concepto de site-specific, ya que incorpora elementos propios del Espazo Anexo -columnas, muros y techo- como parte misma de la intervención, y se refiere a la idea de ruina al simular una planta de un edificio invisible, que es habitado por el paseante. La propuesta se nos presenta como conclusión de algunas de las preocupaciones que el artista viene arrastrando en su obra: la relación con el lugar y el espacio; la combinación entre el movimiento y las formas estáticas; la reproducción hasta el infinito de formas modulares; la funcionalidad de los espacios construidos. La obra resultante genera un espacio nuevo en el entorno al convertirse, por contaminación, en mobiliario urbano preparado para ser usado por el ciudadano, elemento esencial de toda ciudad.