-------------------------------------------------------

-------------------------------------------------------

Con la sangre liviana y la risa lejos me deslizo veloz por el pasamanos ... que conecta los dos polos primitivos.

Atrás de mi frente, de mis párpados cerrados, en mi casa de infancia, en mis sueños, las escaleras del desván suben siempre, siempre bajan las del sótano.

La memoria es del espacio, no es del tiempo.

Aquí, ante mis ojos, bellos fósiles de lo que somos, vértebra por vértebra.

Las cosas son así: la extensión se pliega.

Vertical y horizontal es una sola coordenada.

La espiral es sin centro, contorno del vacío, es adn.

Los escalones, los dientes exactos del dragón boquiabierto dibujados en el espacio.

El mármol es grafito blanco. Las líneas de luz espejismos.

Es el circuito enredado, las vías del pasaje, desnudas en su estructura.

Puro diseño de tránsito.

Pero nada es puro, ni siquiera la belleza de unas formas.

Porque aquí se nos olvida el sentido.

Estos espacios no son casa.

Son escaleras fantasma, homogéneas en sus intenciones.

Fuera de campo el principio o la consumación.

Este espacio no se habita, es transición. No hay donde ir, solo circular y perder las referencias, Todo es desvío o retorno, serie sinnúmero de estancias provisoras como un escalón.

Aquí no hay quietud, aquí sólo estaré de paso. Sin saber, sin fin.

Ensueño del camino te ruego me respondas, estamos aquí para qué?

El cerebro manda, los músculos responden.

No te distraigas. Para dar el salto abismal mejor olvidar la mecánica corporal.

Tropezar y caer. Sin propósito.

A nuestros pies, todas las escaleras interiores.

Silvia Gurfein