Descripción de la Exposición
Rutinario, apaisado, tedioso e incluso hijo de Isabel de Farnesio, Carlos III, situado exactamente detrás de su nariz, muere de aburrimiento en 1788. No pudo ver terminado el edificio de la Real Fábrica de Aguardientes y Naipes –después pasó a llamarse Fábrica de Tabacos– que le encargó al arquitecto del reino Manuel de Ballina. El edificio se terminó dos años después de que una neumonía se llevase al Borbón con los demonios –eso sí, por entonces ya había construido el Museo del Prado.
Hoy se llama Tabacalera, a secas. Y allí, en esos espacios desahuciados de paredes desconchadas y retazos de memoria descolorida que muestran sus propias vísceras, con la piel de los muros precipitándose hacia su desaparición y el eco todavía de las fatigas, las tensiones y las míseras condiciones laborales de miles de mujeres que trabajaron y se erosionaron en ese lugar, Bernardí Roig convocó a un grupo de hermosas ninfas contemporáneas.
Son Susana, Ana, Tamara, Silvia y Sandra, seguramente descendientes de ‘las cigarreras’, ese primer colectivo sindical femenino, rebelde, apasionado, contestatario e independiente que fortaleció la condición de mujer trabajadora.
Susana, Ana, Tamara, Silvia y Sandra, descendientes o no de esa fuerza social, alzadas en sus zapatos de tacón, desnudas y rebosantes de carnalidad, habitan con plenitud sus cuerpos generosos. Son presencias espléndidas, señalizadas por la vida y saciadas de grafías, tatuajes y cicatrices. Allí, en Tabacalera, como en el cuadro de Matisse Le joie de vivre, se persiguen, ocupan y amplían esos espacios con sus risas, abrazos, confidencias y correrías, acosadas y filmadas en este caso por un dron, ese cíclope con alas.
¡Parad máquinas!, gritaban ‘las cigarreras’ y todo el barrio de Lavapiés salía a la calle mientras la autoridad temblaba.
Le joie de vivre se presentó por primera vez en Le Salon des Indépendants de París en 1906. Obra maestra cargada de erotismo, el cuadro es una celebración del paisaje y de los cuerpos, de las caricias y roces sostenidos por la flauta de un pastorcillo sileno de la corte de borrachos de Dionisos. En ese periodo el fauvismo domina la escena, y desafía los procesos deshumanizadores que impone la bestialidad de un capitalismo acelerado y la consecuente mecanización de las actividades fabriles.
¡Parad máquinas!, volvían a gritar ‘las cigarreras’ en 1887. Era su manera de resistirse y movilizarse. Galdós las llamó “Alegría del pueblo y espanto de la autoridad”.
Esta película pretende ser una oda a esas mujeres. Se grabó a principios de septiembre de 2018 en el interior de Tabacalera.
Exposición. 15 sep de 2021 - 19 sep de 2021 / Sant Francesc Hotel Singular / Palma, Baleares, España
Exposición. 19 nov de 2024 - 02 mar de 2025 / Museo Nacional del Prado / Madrid, España
Formación. 23 nov de 2024 - 29 nov de 2024 / Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (MNCARS) / Madrid, España