Se trata de un conjunto de pinturas de grande y mediano formato en el que Riaño continúa explorando las posibilidades pictóricas como ha venido desarrollando en el último lustro.

En lo relativo a la técnica, la característica principal de estas obras es la utilización de tela desnuda -sin tratar previamente- y de una gama explícitamente reducida de colores.

Realizadas en el último año, las obras recogen paisajes urbanos y escenas interiores recreados en una suerte de realismo que descansa en el uso de una luz en cierto sentido paradójica: las escenas exteriores son nocturnas, con lo que siempre aparecen iluminadas con luz artificial, mientras que la luz de los interiores proviene del exterior del espacio retratado.

Los espacios recreados son puras construcciones realizadas a partir de elementos geométricos que sólo sabemos inspiradas en ... la arquitectura por conocimiento de la serie. Aisladas, estas obras -cuyo mayor exponente serían aquellas en las que Riaño pinta juegos de columnas de garajes, puentes, ventanas con reflejos en el suelo- bien podrían entenderse como meros juegos geométricos, un guiño a los volúmenes.