Descripción de la Exposición
El jardín es un lugar de reencuentro con la naturaleza. El jardín de polvo es un lugar de reencuentro con la memoria. El polvo remite al tiempo y al abandono, al origen y al fin: todo nace del polvo, todo es devuelto al polvo. El polvo es un manto que desdibuja la visión y esfuma la memoria. Con Élevage de poussière (1920), Marcel Duchamp y Man Ray abrieron el camino para hacer del polvo sustancia poética y conceptual privilegiada.
El proyecto que se presenta en esta exposición está concebido como recorridos en vaivén por un jardín. En él, Joan Fontcuberta transita por las acciones inversas de descomponer en polvo y recomponer a partir del polvo. Se parte de lo orgánico en trance de desaparecer a lo artificial a punto de surgir. Dos corpus de imágenes articulan esos paseos. El primero lo encontramos en la sala 1 de la galería, donde Fontcuberta exhuma documentos fotográficos malogrados que unos microorganismos han reducido a cultivos de moho y polvo para, a continuación, mediante un microscopio electrónico, “retratar” los microorganismos causantes de la degradación. Las imágenes que ahora son pasto de ese dramático deterioro eran originariamente majestuosos paisajes alpinos captados entre 1902 y 1904 por el príncipe Francesco Chigi Albani della Rovere, cuyo fondo se encuentra custodiado en los archivos nacionales italianos (ICCD), en los que trabajó como artista en residencia durante la pandemia. En la sala 2, a modo de serie opuesta, aparecen otras representaciones de las formas naturales, paisajes exentos de memoria, sin historia, paisajes inexistentes surgidos del procesamiento generativo de unos algoritmos. Estos artificios visuales son la consecuencia de otro tipo de polvo: los repositorios gráficos infinitesimales, es decir, el descomunal contingente de imágenes ya existentes que el sistema de la I.A. canibaliza para poder dar luz a las nuevas imágenes.
Los trabajos de la sala 1 son los últimos vestigios de una fotografía-cosa, una fotografía que es objeto, que tiene una materialidad física, mientras que en la sala 2 encontramos una manifestación postfotográfica, una fotografía-no cosa, desmaterializada, que se ha desprendido del cuerpo y que es puro código, que ya no nace de una cámara sino de los cálculos de un supercomputador. Las técnicas de generación gráfica computerizada ocupan cada vez más centralidad en nuestra cultura visual. Una cultura visual que viene definida por el concepto de iconofagia. Nos encontramos en una era en la que devoramos imágenes y las imágenes nos devoran, y lo más significativo: las imágenes se devoran entre sí. Aquí unos hongos microscópicos devoran esas fotografías antiguas en un lento proceso biológico. Podríamos interpretar tras esa acción metabólica que unos organismos se comen la memoria contenida en los documentos fotográficos. Lo que hacen los algoritmos es una acción inversa: engullen masas ingentes de imágenes para extraer y digerir su memoria y aplicarla a producir nueva información.
Todas las imágenes que se presentan evocan la naturaleza, particularmente la botánica, en distintos grados. De los hongos reales invisibles en las placas de Francesco Chigi, saltamos al sotobosque poblado de unas setas imaginarias, pero insultantemente convincentes, que tal vez nos predisponen al viaje lisérgico de la naturaleza virtual. Si la flor característica de los Alpes es la flor edelweiss, la I.A. es capaz de replicar sus delicadas formas introduciendo alteraciones “genéticas”. Los resultados son hibridaciones extrañas que rezuman la belleza terrible del surrealismo. ¿Son estos los sueños de una máquina “inteligente”? ¿Hasta qué punto aún podemos controlarlos y darles sentido? En los vestigios de las fotografías descompuestas aún reconocemos abetos y montañas “de verdad” que fueron el punto de partida de árboles y plantas de ficción que simbólicamente los remplazan. Asistimos, en definitiva, a la transición de la vetusta alquimia arcana por la reciente alquimia algorítmica.
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Joan Fontcuberta (Barcelona, 1955) Es una figura clave para determinar y entender la función social y artística de la fotografía. Ha ejercido como ensayista, divulgador, fotógrafo, artista, comisario de exposiciones y editor. Entre los espacios más representativos donde ha expuesto sus obras, destacan: MACBA (Barcelona), Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (Madrid), La Virreina Centre de la Imatge, CCCB y MNAC (Barcelona), Galería Zabriskie (Nueva York), el Museo del Hermitage (San Petersburgo), la Universidad de Harvard (Estados Unidos), MOMA (Nueva York), la Maison Européene de la Photographie (París), el IVAM (Valencia), la Parco Gallery (Tokio) y el Science Museum (Londres), entre otros. Su obra forma parte de múltiples colecciones públicas y privadas de todo el mundo, como la del Centro Pompidou, MOMA, MACBA o Museo Reina Sofía. Recibió el premio David Octavious Hill por la Fotografisches Akademie GDL de Alemania en 1988, el Chevalier de l’Ordre des Arts et des Lettres por el Ministerio de Cultura de Francia en 1994 y Premio Nacional de Fotografía en 1998. En 2011 fue Premio Nacional de Ensayo, en 2013 recibió el prestigioso Premio Hasselblad de fotografía y en 2016 le otorgaron el Premio Ciutat de Barcelona.
Exposición. 14 sep de 2023 - 04 nov de 2023 / Àngels Barcelona / Barcelona, España
Exposición. 19 nov de 2024 - 02 mar de 2025 / Museo Nacional del Prado / Madrid, España
Formación. 23 nov de 2024 - 29 nov de 2024 / Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (MNCARS) / Madrid, España