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Desde finales de la década de 1980, Jane Hammond ha creado una amplia colección de imágenes que conforman la base del vocabulario visual de su producción artística. Con un afán coleccionista, busca y recupera imágenes provenientes de fuentes diversas como manuales de alquimia, libros infantiles, álbumes familiares o Internet, que luego reúne, de modo aparentemente azaroso, en sus pinturas, obras sobre papel o fotografías. Su método consiste en recortar y asociar imágenes dispares, en manipularlas en un nuevo contexto para crear nuevos significados. Un proceso creativo que dialoga con los artistas modernos de inicios del siglo XX tanto por el uso del collage como por ... el carácter surrealista de sus escenas enigmáticas y oníricas, pero que ejercita desde un enfoque contemporáneo.

En esta ocasión, y tras su reciente exposición en el Museum of Contemporary Art de Denver, Hammond presenta una serie de impresiones en gelatina de plata en blanco y negro, que simulan ser fotografía tradicional, pero se trata de un artificio: son imágenes creadas a partir de fotografías ya existentes, que la artista yuxtapone y retoca digitalmente. Se trata, en definitiva, de fotomontajes realizados en el ordenador que, convertidos en negativos digitales, se han impreso tradicionalmente para preservar su carácter original y su cualidad como objeto documental.

'Yo creo fotografías, no tomo fotografías', manifiesta la artista. Trabaja a partir de fotografías encontradas, recreando ficciones a partir de hechos reales. Así, se hacen convivir distintas épocas y espacios, uniendo fotos de archivo con instantáneas anónimas o familiares, e incluso recurre a su propio álbum personal. En la proyección de diapositivas, la artista aparece como protagonista de un centenar de fotografías, al introducir su rostro en escenarios y situaciones disímiles. Manipula y juega con su propia imagen para interpretar una gran variedad de roles e historias, como si viviera la vida de otros.

Estos trabajos versan sobre el artificio en el arte y, también, sobre el quehacer fotográfico. Hammond se inscribe en la tradición del fotomontaje de raíz dadaísta, a la vez que se sitúa en la generación de artistas que, en los años 70-80, se volcaron a la práctica de la fotografía como objeto encontrado, abriendo una reflexión sobre la creación de imágenes en el arte contemporáneo.