La obra de Armando Mariño ha logrado sintetizar en su pintura algunas de las orientaciones creativas que se han perfilado en las artes plásticas en las últimas décadas. Ya reconocido por sus anteriores trabajos, en los que con una técnica realista reflexiona sobre el propio concepto del arte, desmontando muchos de los tópicos habituales del arte occidental. Su obra barroca y ecléctica, plantea sin reparos muchas de las inquietudes de un pintor preocupado por la problemática social y cultural del mundo actual. Por sus lienzos deambulan sus fantasmas: los problemas sociales como el racismo, la globalización y la política. Sus obras, en definitiva, son llamadas de atención sobre los mecanismos de imposición, de penetración y de lectura del arte realizado en Occidente.

En los años 2004 y 2005, la obra pictórica de Mariño cambió radicalmente durante su estancia en la prestigiosa Rijksakademie van Beeldende Kunsten de Ámsterdam, Holanda, encaminándola hacia objetivos ... diferentes: el artista cubano ha dejado de lado lo conceptual del análisis cultural y de "la otredad", para pasar a centrar sus actuaciones en la representación visual de la violencia como atentados terroristas y desplazamientos, y los desastres naturales, imágenes obtenidas a través de publicaciones que el artista transforma al plasmarlas en sus lienzos. En sus pinturas desnaturaliza estas situaciones de caos por medio de su desintegración, haciendo que los parámetros entre la figuración y la abstracción se borren y el horror casi desaparezca, dejando paso a la desolación y al misterio. Sus nuevas indagaciones pictóricas cambiaron su visión acerca < de-lo-que-la-pintura-es > y esta se vio transformada por su nuevo enfoque, llegando a formar parte de las nuevas tendencias figurativas en la pintura actual.

En su nuevo trabajo, Armando Mariño nos sigue mostrando escenarios de desastre extraídos de la realidad, pero en esta ocasión centrándose en los "interiores" de casas destruidas, sumidas en el caos y abandonadas, las cuales conservan la esencia y el alma de sus habitantes entre los restos de la hecatombe.