Descripción de la Exposición ------------------------------------------------------- ------------------------------------------------------- Cuando el arte desciende a los infiernos del espíritu humano aparece la animalidad del ser y se hace patente un diálogo de sordos entre el instinto y la moral.
Una selección de grabados de «Los Desastres de la Guerra», de Goya, la «Suite Vollard» de Picasso y «Los Cantos de Maldoror», de Dalí.
La brutalidad y la barbarie de esos instintos desprovistos de toda moral fueron reflejados por Francisco de Goya en sus series de grabados y, especialmente, en Los Desastres de la Guerra (1810-1815). Pablo Picasso, a través de la Suite Vollard (1931-1937), expresó el erotismo carnal y creativo bajo el disfraz de la mitología clásica, y Salvador Dalí ilustró en 1934 la animalidad agresiva del lenguaje que encarna el mal en Los Cantos de Maldoror (1868 ), de Lautréamont.
En Los Desastres de la Guerra, Goya construyó una estampa crítica y una crónica social de las crueldades cometidas durante la Guerra de la Independencia en España mediante 82 grabados realizados en técnicas distintas como el aguafuerte, la aguatinta, la punta seca y el buril. Por vez primera, el artista retrata el hecho bélico no como un acto heroico, sino como un desastre social, situando el ser humano en el primer plano de la realidad y cuyo fatalismo parece conducir al hombre a una inevitable destrucción. Goya retrató el terror y el miedo, el hambre y la tortura, la miseria y la amargura humana frente al sufrimiento y la individualización de la muerte. En las últimas estampas de la serie, conocidas como “caprichos enfáticos”, denuncia los aspectos políticos e ideológicos que han permitido la corrupción y la injusticia de los hechos contados y el regreso de la restauración absolutista en España. La serie que aquí se exhibe, estampada por la Calcografía Nacional en 1937, se llevó a cabo para obtener fondos para la República Española.
Picasso grabó la Suite Vollard por encargo de su marchante Ambroise Vollard y consta de 100 grabados. En ellos predomina la línea pura, proporcionada especialmente por las técnicas del aguafuerte, el buril y la punta seca, aunque los hay también realizados en aguatinta al azúcar. La serie desarrolla cuatro bloques temáticos: el taller del escultor, el Minotauro, Rembrandt y la batalla del amor.
Picasso se enfrenta como hombre carnal y demiurgo a la mujer, que aparece desnuda, objeto de deseo y de representación en un momento delicado de su vida amorosa. En 1927 había conocido a Marie-Thérèse Walter, todavía una menor, que fue su amante cuando aún estaba casado con Olga Koklova. La relación con Marie-Thérèse duró hasta 1935, cuando Dora Maar se cruzó en la vida del artista. La Suite Vollard desarrolla y atraviesa la pasión amorosa a través del mito de Minotauro y también de Pigmalión en lo que concierne a las relaciones del escultor y la modelo. Un regreso a una Grecia arcaica, helénica, clásica y mediterránea, pero que encierra una pasión contenida que se refleja por ejemplo en la Mujer-torero, grabado que exhibe impúdicamente, cual rapto mitológico, un éxtasis orgiástico de amor y muerte entre un toro y una mujer.
Salvador Dalí, ilustró por encargo de Albert Skira Los Cantos de Maldoror en 1934, de Isidore Ducasse (Montevideo, 1846-París 1870), conde de Lautréamont, poeta marginado y maldito, desaparecido en plena juventud en extrañas circunstancias y mito de la amoralidad y el automatismo propugnados ya en el Primer Manifiesto del surrealismo de 1924. Su escritura agresiva y poesía nerviosa construye una máquina literaria donde la palabra busca la acción a partir de actos impulsivos y agresivos del lenguaje, una máquina de lectura que devora el tiempo. Su protagonista, Maldoror, es el héroe que encarna la crueldad del espíritu del mal, ese “mal d’aurore” (mal de aurora, maldoror, tal como se pronuncia en francés), que hace caer en sus garras psicológicas o físicas a niños y jóvenes. Es la mayor obra maestra grabada por Salvador Dalí, quien describió en los 42 aguafuertes del libro los efectos del espíritu maligno sobre el cuerpo. Una realidad agresiva, descarnada y devoradora, que separa la carne de los huesos y las vísceras en escenas de amores caníbales, de castraciones y auto-mutilaciones, que encuentran en la escena del Àngelus de Millet la máquina de amor y muerte perfecta.
Tres secuencias en que el instinto y la moral se debaten por romper sus fronteras internas y exorcizar el espíritu maligno que subyace en el ser humano, no desde el lado del bien, sino desde el lado más oscuro y malvado, cual método homeopático para su curación.
Los grabados de la serie Los Desastres de la Guerra, de Goya, y Los Cantos de Maldoror, de Salvador Dalí, han sido cedidos en préstamo por la Biblioteca Nacional de Catalunya, en Barcelona, y los grabados de la Suite Vollard, de Picasso, por el Museo Picasso de Barcelona.
Formación. 01 oct de 2024 - 04 abr de 2025 / PHotoEspaña / Madrid, España