Descripción de la Exposición Parecía fácil. Notar como la arena se calentaba al sol de invierno, hacer pompas de jabón, sonreír sin motivo, conquistar una fuente pública, cruzarse y besarse, mirar con curiosidad esperando que el café se enfríe, atravesar la multitud, salpicarse, estar cerca o un poquito lejos... No importa que el día sea de labor, una fiesta religiosa o pagana, hay momentos en los que el tiempo discurre despistado, moroso de si mismo, ni lento ni rápido, íntimo incluso entre la muchedumbre, ajeno. Y entonces todo parece más simple. La vieja dualidad entre acción y quietud se diluye. Pierde importancia la línea que separa la realidad de la ficción. La invención y aquello que el espectador del tiempo del otro aporta con su mirada no pelean a muerte con lo verídico, ni siquiera con lo verosímil. Bendito artificio, mentira piadosa. A fin de cuentas, ¿no resulta muy pretencioso intentar explicar lo que viven, piensan o sienten aquellos con los que nos cruzamos casualmente y a los que abordamos desde nuestra visión? Simplemente nos prestan, de grado o sin saberlo, su representación descarnada, la prueba de que en un instante mínimo del espaciotiempo estuvieron en unas coordenadas cercanas a las nuestras. ¿Puro tiempo congelado? No. Algo distinto. Perdidas ciertas dimensiones se convierten -nos convertimos- en signos del abecedario de la imagen, con su sintaxis y gramática diferenciada. Un código que existe a pesar de ser libre, y por desgracia, muchas veces desconocido y maltratado. Un lenguaje que no importa que sea sencillo o complejo pero que tiene que conjugarse para poder comunicar, sea lo que sea: lo que el fotógrafo vio, lo que creyó ver, lo que pasó por alto, lo que imaginó y lo que se inventó. Y para que, como debe ser, sea el receptor el que decida qué es lo que está viendo. Si le dice algo o no. Si le susurra o le grita. Si le canta al oído y si eso le gusta, le pone de los nervios o le da igual. En el espacio de las apariencias pesa tanto lo imaginario como lo real. No importa que en el momento del click no hayamos introducido nada en el decorado, ni que los actores desconozcan el guión y no sepan siquiera que están actuando para nosotros. Por eso en la imagen no hay guerra de contrarios, por eso intentamos mimar el lenguaje que amamos, por eso lo banal puede encerrar cualquier misterio. Por eso parece tan fácil como mirar la espuma del mar. O tan difícil como intentar atraparla.
Formación. 01 oct de 2024 - 04 abr de 2025 / PHotoEspaña / Madrid, España