Artista intuitivo, Fernando Iglesias combina en su trabajo el dominio de la técnica (lo que le permite presentar sus fotografías sin apenas postproducción) y una cierta poesía latente que aparece en sus composiciones de manera sutil. En esta exposición reflexiona sobre la relación íntima entre nosotros y nuestro modo de ver el mundo. La luz nos muestra este mundo y es la incidencia de ésta sobre aquél lo que crea nuestra visión de la realidad. La luz como elemento transformador que es, altera todo nuestro entorno influyendo en el modo de relacionarnos con él. Iglesias espera ese momento, esa luz, que nos presenta las cosas envueltas en una magia y una poesía que las hace únicas.
Cuando Iglesias fija su cámara sobre el ser humano, lo hace cargando la escena de gran simbolismo. Nos muestra un cuadro donde parecen convivir diferentes realidades. Sus personajes sufren su individualidad compartiendo espacios repletos de...contradicciones. Lo transcendente convive con lo anodino y un drama puede verse rodeado de comedia.
Remarcable es su autorretrato. Donde muestra a un hombre desnudo en posición casi fetal, que parece soportar sobre las espaldas su pesada sombra. Oscuridad que acompaña nuestra existencia. Proyecta sobre la escena una imagen indeterminada, pura abstracción, que lo baña todo. Mientras, ese hombre se cubre el rostro consciente de su propia incapacidad. La actitud de Iglesias, no obstante, es ante todo vitalista y aprovecha esta incapacidad para crear composiciones que nos muestran un mundo más bello, lleno de poesía. Estos "Insertos" enlazan espacios entre objetividad y subjetividad. Visiones que nos acompañan en un constate viaje entre lo real y lo imaginado.
En sus dos piezas de video demuestra su gran sensibilidad para elegir los temas. Metáforas que ilustran lo difícil que resulta distinguir nítidamente la realidad. Siempre parece interponerse algo entre nosotros y el mundo. Una sucesión de acontecimientos distorsionan nuestra mirada y solo en muy pocas ocasiones somos capaces de tener una imagen clara de la realidad. Los sonidos que nos acompañan llegan a hacer más misterioso ese mundo que no podemos distinguir. Solo el ritmo del caer del agua marca el tiempo que transcurre como testigo de este drama.
Francisco Argüello
Entrada actualizada el el 12 abr de 2016
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