Descripción de la Exposición
La obra informal de Luis Alarcón parte del paisaje. Referente que ha motivado gran parte de su trabajo, aun cuando el resultado final es la abstracción. Sus piezas muestran dibujos, bocetos referidos a la naturaleza, segmentos de hojas, flores que van dejando su impronta. Los abstrae en el paisaje hasta desfasarlos y siguen el rumbo dinámico y desenvuelto de la mancha. Es un proceso inverso a la creación de formas: parte de éstas y las va borrando, dejando atrás el dato objetivo para quedar con las imágenes difusas de la memoria. Así, establece un nuevo ‘recorrido’ a través de manchas, texturas e incluso volúmenes, que dan impresión bulbosa u orgánica en obras recientes. Pese a la informalidad dominante, subyace en estas piezas una estructura inicial que Alarcón ‘desoye’ con trazos gestuales que la borran. Así, las imágenes fluyen con total dinamismo y libertad.
Intervenir un libro de fotografías y crear uno nuevo irreconocible, fue el punto de partida de Belinda Celta para comenzar a crear con absoluta libertad. Experiencia que le hizo apreciar las posibilidades infinitas del arte para transformar imágenes, objetos como el libro y materiales. Trabaja el papel, espacio de la escritura, dibujando o dejando la impronta de la gráfica, integrándola a su pintura. Esta escritura protagónica, más que ser portadora de sentidos, define casi toda su obra. La caligrafía, esa secuencia de las palabras, invita a que el espectador se acerque a la pieza y la observe con detenimiento. Se trata de una relación íntima con la obra, que es asimilada en cada una de sus páginas o segmentos. Todo lo reformula, fragmenta, borra o tacha, simulando nuevas escrituras. Cualquier evidencia del pasado, se vacía de sentido. Así reflexiona acerca de la desmemoria, deconstruyendo imágenes y contenidos hacia lo ilegible, lo informe y difuso. Con ello, realiza un homenaje profundo y sensible a su madre.
El proceso pictórico de Mirian Labarca ha sido el paso de una figuración de formas corpóreas y expresivas a una abstracción de carácter intimista. En su pintura crea atmósferas mediante trazos, manchas, tachaduras que encubren imágenes muy difusas de antiguas figuraciones o elementos sustraídos de la memoria. Son pinturas que parecen esconder espacios íntimos, percibidos como compartimientos imprecisos que, por asociación o remembranza, remiten a objetos diversos, grafías, vestigios urbanos –vallas publicitarias deterioradas, entramados, escaleras, fachadas o paredes de edificios desgajados–. Residuos figurativos que se integran al conjunto informal del cuadro como trazos y manchas, porque toda remembranza queda aquí encubierta. Su pintura consiste en el acto de velar y guarecer detalles dispersos de su memoria.
La obra de Javier Sardúa concilia la racionalidad estructural y la gestualidad informal y espontánea. Plantea esa doble lectura pues ante su impulsividad–manifestada en la gestualidad, materia y color–, presenta elementos como “puntos de contención”. Javier requiere de un orden que dé claridad a la irracionalidad de su pensamiento. Son “testimonios” de su “bipolaridad emocional”. En sus obras se evidencia la informalidad a través de manchas y trazos de color, imperando el dinamismo de la ejecución. En medio aparecen figuras gráficas –como la flecha o la X– sin que condicionen su informalidad imperante. La grafía como elemento plástico, la escritura entre trazos gestuales y manchas de color, lejos de convertirse en emisor de un mensaje, es un elemento gráfico poderosamente expresivo. La poesía forma parte de los referentes emocionales de Javier, pero que en su pintura, más que portador de sentidos, la palabra escrita se vuelve un entramado informe predominantemente plástico y visual.
Formación. 01 oct de 2024 - 04 abr de 2025 / PHotoEspaña / Madrid, España