Descripción de la Exposición
La Casa Encendida de Fundación Montemadrid acoge desde el 8 de octubre la decimonovena edición de “Inéditos”, muestra que reúne los proyectos expositivos de dos jóvenes comisarias menores de 35 años. Se trata de Cosas que nunca sucedieron aunque existen desde siempre, comisariada por Raquel G. Ibáñez (Madrid, 1989), y de La Cosa del Pantano: crítica(s) y poética(s) desde la aberración, de Núria Montclús (Barcelona, 1985).
El programa es uno de los pocos de España que fomenta la inserción de los jóvenes comisarios en los circuitos profesionales, facilitando a los seleccionados la posibilidad de producir su primera exposición. Con sus diecinueve ediciones, Fundación Montemadrid ha apoyado a más de 50 comisarios noveles contribuyendo además a la publicación de los catálogos y a la difusión de sus trabajos.
Por “Inéditos” han pasado artistas, investigadores, docentes, gestores, productores culturales y comisarios independientes que hoy en día cuentan con una gran proyección a nivel nacional e internacional como Juan Canela, Emma Brasó, Ángel Calvo Ulloa, Luisa Espino, Irina Mutt, Neme Arranz o Roberto Vidal.
COSAS QUE NUNCA SUCEDIERON AUNQUE EXISTEN DESDE SIEMPRE
Comisaria Raquel G. Ibáñez (Madrid, 1989)
Sala D
A través de las obras mostradas, se plantea el acto de soñar como un fenómeno deslocalizado que no necesita de los sentidos corporales para existir; algo que arroja la posibilidad de entender la consciencia más allá de como una mera consecuencia de flujos químicos cerebrales.
Desde el pensamiento mítico de la antigüedad, atravesando el auge del racionalismo occidental, flirteando con la antropología y estrechamente ligado al nacimiento del psicoanálisis, la antroposofía e incluso la new age, el estudio de la consciencia humana conforma un extenso y rico corpus de escritos y ensayos sobre un fenómeno que nos acompaña desde tiempos ancestrales. Sin embargo, en la era de la hiperlegitimación del pensamiento científico, la investigación de estas experiencias subjetivas ha sufrido un proceso de reduccionismo, mostrando un paisaje dividido entre los discursos médicos y los lenguajes humanistas.
Un proceso similar se da con la experiencia onírica. Puede que la ansiedad generada por la indefinición sea un síntoma del desafío que plantea la vivencia del sueño ante los límites de la racionalidad puesto que —al igual que con la consciencia— cuanto mayor conocimiento se adquiere de su historia y fenomenología mayor extrañeza produce su esencia ya que, a pesar de poder contar con estudios y documentación rigurosa, cualquier relato onírico siempre guarda cierto sabor a ejercicio imaginativo, a ficción. Es justamente de la potencialidad de ese ejercicio imaginativo, de ese sabor ilusorio, secreto e invisible que desestabiliza durante unos instantes la hegemonía del cerebro, de donde bebe esta exposición. El proyecto se desarrolla mediante el diálogo entre las obras, explorando los puntos de encuentro y patrones coexistentes en base a tres ejes: lenguaje, memoria y ritual.
En una carta escrita a un amigo, Debussy afirmaba que tenía infinitos recuerdos más valiosos que la realidad. El acopio de sueños de manera escrita es un acto del que hay numerosos ejemplos a lo largo de la historia. El lenguaje escrito intenta ser una herramienta que sirva para aterrizar una experiencia subconsciente, jugando con la libertad que ofrece la ficción y la autoficción para desenfocar el campo de lo real. En este proyecto curatorial hay diferentes modos de entender y hacer lo que se conoce como “diarios de sueños”. En Soñé que el Diablo le pedía a mi mamá un elefante de oro (2010-2020), la artista Lorraine Rodríguez plantea un ejercicio de doble recuperación de los sueños acontecidos desde hace una década y cuyos vestigios, en su mayoría escritos, desaparecieron por el paso de un huracán. Maru Calva, con Antes de dormir (2011), y Clara Moreno, a través de Hazañas (2020), muestran sus experiencias oníricas mediante el dibujo y el texto; en el caso de Maru, registrando el último pensamiento justo antes de rendirse al sueño, mientras que Clara transcribe y dibuja una vez comenzado el día, ya sea sobre sus propios sueños o sobre la imposibilidad de habitar los de otras personas o animales, en un ejercicio de alteridad imposible. El poemario Salitre (2019) de María Salgado despliega su personalísima lírica que, a través de un lenguaje ágil y ligero, transporta entre lo literal y lo metafórico por cierta superficie de los sueños que nos es común, que es quizá una jerga compartida y donde el lenguaje siempre viene después de la experiencia, aunque éste parezca construirla.
La labor de archivo, de memoria de lo que no existió, no solo aparece en este proyecto en forma de obras editoriales. En el caso de Biocentrismo del sueño (2010), Carla Andrade trabaja desde el acopio y la colección, utilizando la fotografía y el paisaje como soporte desde el cual proponer el sueño lúcido como un modo de estar y vivir en el presente. El papel fotográfico es una superficie sensible donde incide la realidad proyectada, un fenómeno que Jorge Anguita Mirón también explora en su trabajo, ya sea abstrayendo los espacios donde la luz aparece como un error en la imagen o creando visiones viscosas, lejanas, cargadas de una suerte de eco ancestral. Ése es el caso en Obturación (2020), la obra de gran formato expuesta en sala.
Las metodologías y procesos rituales se repiten en la obra de Cristina Mejías, deshilando un tapiz creado por miembros de la comunidad wayuìu (una pieza textil que, en siì misma, ya alberga una ceremonia para dicho colectivo), y en las misteriosas maìscaras de Timothy Hyunsoo Lee, resultado de conversaciones nocturnas con otros hombres sobre construcciones y conflictos identitarios. Hay otras obras, como la de Leonor Serrano Rivas o la pieza de Manuel Rodríguez, donde esa ritualización es atravesada por una noción coreográfica. En la instalación de Leonor Serrano Rivas, la cadencia de las luces bañando los vidrios y su interacción con el espectador generan espacios de penumbra y opacidades a través del movimiento de los cuerpos: ritmos de inhalación y exhalación, de brillos encendiéndose y desvaneciéndose, refracciones lumínicas y sombras cambiantes ante los pasos que se acercan y se alejan. La luz y el movimiento también está muy presente en la pieza escénica R.E.M. (2016) que Manuel Rodríguez estrenó en 2016 y que, con motivo de este proyecto comisarial, vuelve a revisar en la obra Beta_vision (2020). Partiendo de los gestos mínimos a través de una danza brutalmente ralentizada, registra aspectos energéticos habitualmente inapreciables: la percepción de un cuerpo, pero, sobre todo, la del mundo inmaterial circundante.
Artistas: Daniel Moreno Roldán y Aldo Urbano, Cristina Mejías, Lorraine Rodriìguez, Maru Calva, Clara Moreno, María Salgado, Carla Andrade, Jorge Anguita Mirón, Timothy Hyunsoo Lee y Manuel Rodríguez.
LA COSA DEL PANTANO: CRÍTICA(S) Y POÉTICA (S) DESDE LA ABERRACIÓN
Comisaria Núria Montclús (Barcelona, 1985)
Sala E
El doctor Alec Holland despertó transformado en la Cosa del Pantano tras una explosión intencionada en el laboratorio donde desarrollaba una fórmula biorrestaurativa junto a su colega y esposa, la doctora Linda Holland. Desde entonces, convertido en una masa humanoide hecha de vegetación y dotada de consciencia, busca venganza por el asesinato de su amada y lucha contra la (auto)destrucción medioambiental del planeta.
A pesar de lo actual que pueda parecer esta historia, los primeros relatos sobre el personaje fueron creados en Estados Unidos por Len Wein (guionista) y Bernie Wrightson (dibujante) entre 1971 y 1972, justo en el momento en el que surgía lo que hoy se conoce como “la primera ola” del ecologismo contemporáneo occidental, que también tuvo su reflejo en diversos artistas visuales del momento. Trabajando cerca o bajo el paraguas del denominado “arte conceptual”, poco a poco empezaron a relacionarse de otro modo con su entorno, incorporándolo y reivindicándolo a la vez como elemento estético y crítico-político.
Cada una de las obras que se presentan en esta muestra constituyen a su manera “una” Cosa del Pantano actualizada a la realidad de nuestro tiempo. A través de naturalezas alteradas -aberradas- surgidas de la intervención humana, Maria Thereza Alves, Elena Bajo, Luna Bengoechea, Joaquín Fargas, Bárbara Fluxá, Lara Fluxà, Basim Magdy y Joana Moll son capaces de resaltar la fragilidad de nuestro hábitat y cuestionar las alteraciones del medio provocadas por el desarrollo del sistema capitalista neoliberal.
Exposición. 14 nov de 2024 - 08 dic de 2024 / Centro de Creación Contemporánea de Andalucía (C3A) / Córdoba, España
Formación. 23 nov de 2024 - 29 nov de 2024 / Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (MNCARS) / Madrid, España