Descripción de la Exposición
La exposición de Bosco Caride (Vigo, 1963) gira en torno a un solo y único motivo: estados atmosféricos o gaseosos (nubes, humo, vapores...) que se presentan sin ninguna referencia espacial o contexto. Para el artista, este tema es una afirmación de la pintura y se relaciona con la gran tradición del paisaje. Turner, Constable, por citar a los pioneros, que al igual que generaciones posteriores y los impresionistas, se inspiraron en las nubes y descubrieron en ellas una dimensión plástica. En efecto, Bosco Caride trabaja cuidadosamente estos ‘estados atmosféricos o gaseosos’ en tanto que composición, veladuras, color... al fin y al cabo, como especulación formal o pictórica, que es uno de los aspectos más sobresalientes de su obra.
Sin embargo, el título de la exposición, Indicios, literalmente “señal de algo”, “índice”, introduce la idea de “algo” más que un mero formalismo o una expresión abstracta. Este algo no es visible y está oculto en el cuadro —o fuera de él—, pero es la causa real del “humo”, que no es otra que la explosión, el drama, el conflicto, la contaminación... En definitiva, existe una dimensión simbólica, acaso política, que da sentido y sobrevuela la obra de Bosco Caride.
La de Caride es una obra abierta que posee muchos niveles de lectura porque sus “efectos atmosféricos o gaseosos”, como la noche o las nieblas del norte para los románticos, no son una ausencia, sino una producción de sentido: es el mundo de la sugerencia o la llave de la imaginación. Pero sobre todo, por esta misma razón, Bosco Caride responde a la idea del arte como contemplación. Él se identifica con una tradición contemporánea que, aunque con diferentes sensibilidades, entiende la pintura como reflexión, un espacio de silencio, un diálogo cara a cara con la obra de arte.
TEXTO CURATORIAL
“El proyecto que Bosco Caride presenta en el MARCO de Vigo significa un cambio de orientación con respecto a sus primeros trabajos al mismo tiempo que la culminación de unos intereses que han alumbrado toda su trayectoria. Se trata de una obra basada en los matices de color, pero que expresa también contenidos profundos, que se entiende como un espacio de meditación, lo que la vincula a toda una tradición contemporánea que va del romanticismo a los monocromos de Mark Rothko.
Desde sus inicios, el trabajo de Bosco Caride ha sabido conciliar en una fecunda síntesis dualidades o contrarios. Binomios que la historia del arte ha tratado habitualmente como incompatibles o enfrentados: fotografía/pintura, forma/contenido, belleza/siniestro, representación/abstracción...
Fotografía/pintura
En las series realizadas en la década de 2000, ‘Paisajes construidos’ o ‘ Recuerdos de mi ciudad’, Bosco Caride trabajaba con óleos, acuarelas y grafitos, paisajes y elementos urbanos inspirados en fotografías. Eran visiones residuales y deshumanizadas, contaminadas por el desasosiego, un poco a la manera del cineasta Michelangelo Antonioni. En su momento, fueron calificadas, de un modo un tanto precipitado, de pop o hiperrealistas. Sin embargo, el interés de estas series radicaba en el modo en que el artista transformaba la fotografía en pintura.
En el caso de la obra que nos ocupa, ‘Indicios’, el procedimiento es el contrario: casi se diría que la pintura se convierte en fotografía en virtud de la maestría con que utiliza el aerógrafo. Efectivamente, este instrumento, unido al empleo de papel fotográfico y aluminio como soportes, introducen una ambigüedad intencionada entre imagen fotográfica y pictórica.
Belleza/siniestro
Bosco Caride busca la belleza plástica. Es un pintor que trabaja y cuida la forma y que entiende el arte como el lugar de la utopía. Pero en sus obras hay también una dimensión inquietante que asoma por el reverso del cuadro. Lo bello y lo siniestro se funden en su trabajo porque desde el romanticismo la condición de la belleza moderna es la oscuridad. Un horror velado, escondido tras las capas de pintura que envuelven sus paisajes. Este juego de veladuras y transparencias de Bosco Caride deja presentir una dimensión siniestra a la que nunca se alude explícitamente, pero que está ahí, siempre presente. Una inquietud que también se manifestaba, aunque de diferente manera, en los desasosegantes paisajes urbanos antes mencionados.
Representación/abstracción
¿Las nubes son formas abstractas? ¿Lo es el humo? Los impresionistas, preocupados por transmitir directamente la experiencia visual, se dirigieron a estos motivos especialmente inasibles, fugaces, como los reflejos del agua, la humedad del aire, la reflexión de la luz en las superficies...
La pintura de Bosco Caride recupera esta problemática: sus cuadros de nubes o humo, sin ninguna referencia espacial, motivo corpóreo u horizonte, ¿son representaciones de fenómenos naturales? ¿o, por el contrario, son formas abstractas? La audacia de Bosco Caride es mantener este juego entre la mímesis y la abstracción, que también aparecía en otras etapas del artista, como en el caso de la serie ‘Refugios ’ (2008), en la que recurría constantemente a estructuras modulares y fachadas en retícula como si se tratara de un cuadro de Mondrian.”
Jaume Vidal Oliveras, comisario de la exposición
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Jaume Vidal Oliveras es historiador y crítico de arte. En la actualidad es profesor de Arte Contemporáneo en la Universidad Autónoma de Barcelona, y colabora habitualmente como crítico de arte en El Cultural.
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