Descripción de la Exposición
Los nobles romanos tenían en el atrio de cada vivienda armarios con las “imagines maiorum”, efigies de sus antepasados, a partir de máscaras mortuorias realizadas en cera, muy livianas y por tanto fáciles de portar en procesión en los funerales por los parientes. Cada portador de la efigie de cera de su antepasado se procuraba que tuviese similitudes físicas, incluso se pintaban la cara para conseguir un mayor parecido. Era un inmenso honor representar a un antepasado. No conservamos ninguna máscara de cera, hasta que se empezaron a realizar éstas en piedra caliza e incluso en bronce. Una escultura de un patricio romano del Palacio Barberini en Roma, aparece portando dos “imagines maiorum”. El difunto, embalsamado, era llevado de pie o sentado, nunca tumbado, para indicar la persistencia del ánimo del muerto y su glorificación. Para los romanos su culto a los antepasados era un derecho, y estaba legislado por el “ius imaginum”, que desconocemos, pues nunca se publicó.
En nuestros días, hay quien piensa que cada familia es una constelación perfecta e invisible que funciona con reglas y principios que, si se respetan, aseguran la armonía familiar. Una de esas normas es que cada miembro tiene su lugar, siempre, un sitio que debe respetarse y nunca, nunca, silenciarse. Nadie dicta esas normas, pero existen, y su vulneración, siempre trae consecuencias sobre las nuevas generaciones del linaje familiar.
Esta muestra es la particular interpretación del “imagines maiorum” romano por parte de la artista. En su infancia, en las temporadas que pasaba con los abuelos, tíos y tías, escuchó narraciones sobre sucesos acaecidos en la familia sin mucho interés, pensando que eso era algo que no iba con los tiempos modernos, a los que ella sentía pertenecer y con la certeza de saber captar y comprender mejor que nadie el mundo contemporáneo. La sensación de ser la avanzadilla de la familia para afrontar lo venidero, visualizándose como un ente astral independiente la reafirmó en un desinterés consciente por las historias familiares y los relatos, un tanto repetitivos, que se contaban en las reuniones familiares.
Esta actitud persistió en ella muchos años, hasta que ciertas circunstancias familiares trajeron de golpe la idea de que algo se había dejado de hacer… y había que cambiar eso. Apareció entonces un sentimiento profundo de recuperar el tiempo perdido y la acuciante necesidad de buscar fotografías de sus ancestros, y dibujar y pintar sus efigies para construir su particular “imagines maiorum”. En Roma este culto era exclusivo de los patricios, y no todos los miembros de la familia lograban su efigie, a veces sólo los que ejercieron un cargo público, y muchos soñaban con lograr su lugar entre las otras figuras familiares. En el caso de la pintora, no hay máscaras como modelo para elaborar su “imagines maiorum”, únicamente fotografías antiguas, deterioradas y descoloridas, primorosamente guardadas por las más ancianas de la familia. Constituyen un tesoro donde están los hombres y mujeres de la familia que se pusieron un día ante la cámara de un fotógrafo. Casi siempre con motivo de celebraciones: su propia boda, como invitados en la boda de otros, comuniones, bautizos, fiestas patronales de sus pueblos, etc. Escudriñando sus rostros, recordando comentarios familiares dormidos, ha ido descubriendo mucho del alma de cada ancestro y parece haber recuperado el tiempo perdido. Pero hay más, algunos de los representados, aún vivos, están ahí para recordarnos la certeza de una muerte más o menos cercana y su representación, la seguridad de que su recuerdo estará ahí… para siempre.
Exposición. 13 dic de 2024 - 04 may de 2025 / CAAC - Centro Andaluz de Arte Contemporáneo / Sevilla, España
Formación. 01 oct de 2024 - 04 abr de 2025 / PHotoEspaña / Madrid, España