Descripción de la Exposición
IMAGEN VELADA es el nombre que lleva la última serie de fotografías de Caroline Peña Bray. El título, que hace referencia a la "forma aparente", distinta a la "forma real", devela la intención de enfrentar al espectador con lo opaco, lo irresoluto y fluctuante de la historia del país. Dice Peña Bray: "Ampliadas a un tamaño real y desprovistas de los detalles mas dolorosos que caracterizan la historia de Colombia, estas ventanas utilizan el efecto borroso del jabón sobre el cristal para presentar una realidad abstraída que nos facilita acercarnos a una historia violenta e inconcebible. Liberadas del ruido propagandista y polémico de la prensa, aquí la historia y la política siguen sin resolverse y quedan atascadas en un proceso de cambio que aún no concluye."[1]
Vemos el interior de una ventana; estamos en el interior del Capitolio Nacional de Colombia. El edificio, sede del Congreso, fue comenzado en 1876 bajo orden del presidente Tomás Cipriano de Mosquera y terminado 40 años después. El marco interior en madera, burdamente pintado de color café, nada revela del lugar histórico; solo aparece como una sombra la fantasmagórica imagen del Ministerio de Justicia situado al frente, en la Plaza de Bolívar.
Vemos las ventanas del Edificio El Tiempo (1958), ubicado en el cruce de la Avenida Jiménez con carrera séptima, obra del arquitecto italiano Bruno Violi. Hoy, a pesar de las enmendaduras al interior de la ventana que atestiguan el paso del tiempo, la imagen deja traslucir un fino pasamanos cuyo diseño alude a una estética arquitectónica moderna. Con su vidrio quebrado, resultado de un golpe, un movimiento brusco o violento, la ventana también nos habla del poder político ejercido por los medios, su poder para moldear las percepciones públicas, así como de las fuerzas oscuras que se ensañan contra la libertad de expresión. La imagen nos remite a la historia de los secuestros, amenazas y demás actos de barbarie emprendidos contra el derecho democrático de opinar e informar.[2]
Que decir del interior del periódico El Espectador? Un marco de ventana en aluminio parece fundirse en un solo plano con el vidrio; la imagen, en su primeridad semiótica, parece evocar un vago recuerdo o quizá un blanquecino efecto de niebla. Todo es blanco contra aluminio; podemos rastrear un paisaje de cerros sabaneros, para concluir que son los mismos que un día vio Guillermo Cano desde el mismo lugar.
Desde la suite presidencial del histórico Hotel Tequendama (Cuéllar, Serrano, Gómez & Cía., 1953) se escudriñan las trazas de un paisaje urbano. El Edificio Colpatria es un telón borroso frente a la ciudad. Este hotel memorable ha sido el escenario de múltiples eventos de la vida nacional: "Allí se han celebrado convenciones políticas trascendentales, encuentros culturales, empresariales o de moda y en sus suites se han hospedado las más grandes figuras de la farándula o el poder que durante décadas visitaron al país en tiempos ya tan lejanos que parecen de siglos idos: cantantes, actrices, toreros, escritores, prelados, diplomáticos, espías, mafiosos, humoristas, ciclistas, futbolistas, bandidos, estafadores, personalidades del jet set, políticos nacionales e internacionales."[3] Desde sus ventanas se entiende lo que es la ciudad: "Y desde diversos ángulos, en silencio, en la soledad de las habitaciones, en esos momentos de espera, uno mira con ojo de águila la Bogotá profunda, las avenidas que van hacia el norte y el sur, y la bruma, las nubes y la lluvia que surgen de los cerros de la capital colombiana que son una de sus mejores marcas. Y por supuesto los puentes de la 26, la carrera 13 donde estaba el inicial Goce Pagano y las carrera Décima y la Avenida Caracas, que en otros tiempos fueron arterias vivas del país, sin olvidar el Cementerio mayor, la Biblioteca Nacional y las torres del Centro Internacional. O la luminosidad nocturna de la urbe vista desde los insomnios provocados por el jet lag"[4].
Siguiendo el recorrido por la Bogotá profunda de nubes y lluvia llegamos a la Revista Semana, al Museo Nacional y al Edificio Vengoechea (1939), hoy propiedad del Banco de la República.
Al ubicarnos sobre la fachada interior de algunos edificios emblemáticos, testigos mudos del pasado, Peña Bray desafía al espectador en tanto que lo posiciona como el encarnamiento de un agente simbólico: "Otro". Ya no somos nosotros los que enfrentamos un campo visual infinitamente detallado y vacío. Somos el medio por el cual el "Otro" actúa y habla. Peña Bray hace el papel de "informante" y allí situados, en nosotros persiste la sensación inquietante de ser observado mientras se observa. ¿Quien es ese "Otro"? ¿Quien mira desde la ventana del Palacio de Nariño? ¿Y que se observa desde allí? ¿Qué verdaderamente está en juego?
Podríamos entonces hablar del poder, poder que ciega; del terror, terror que ciega, como el que se siente frente a las ventanillas del avión 727-21 de Avianca, idéntico a aquel que explotó sobre Soacha el 27 de noviembre de 1989. El poder, como "el Estado, la mercancía, el capital, el dinero, las tasas de interés -o el tabú, la verdad, el pecado-, son significaciones sociales imaginarias", nos dice Cornelius Castoriadis[5], porque no son racionales, es decir, no se pueden construir lógicamente, ni son reales, ya que no se pueden derivar de las cosas.
Peña Bray nos habla de la sociedad que somos; la sociedad, como todo ser viviente, establece su propio mundo, dentro del cual está la representación de si misma. Este es el sentido de la ventana del Museo Nacional: una representación imaginaria de lo que somos, de cómo queremos que el mundo nos vea. El peso, la pertinencia, el valor que se le da a la información desde las instituciones sociales refleja el conjunto de valores al interior de la sociedad misma. Seremos entonces nosotros mismo el meta-observador que construye los significantes en la obra de Peña Bray? Significantes que, cubiertos de una película de jabón, no están bien definidos, son, como nosotros, evanescentes y mutantes.
Ana Patricia Gomez Jaramillo
[1] Sobre Semblance, Peña Bray, Caroline. Texto para la exposición, Bogotá, 2016
[2] “La Cronología del Múltiple Secuestro” El Tiempo, 21 de mayo de 1991
Ver: http://wwwTe.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-87225
[3] García, Eduardo. Seis décadas del Hotel Tequendama, La Patria.com, julio 28 de 2013
http://www.lapatria.com/columnas/seis-decadas-del-hotel-tequendama#sthash.gBa5ALn4.dpuf
[4] Ídem.
[5] Castoriadis, Cornelius. “Les Significations Imaginaires” en Une société a la derive, Éditions du Seuil, Paris, 2005
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