Hay un statement fundamental que recorre la obra literaria de Thomas Mann: la relación de causalidad entre enfermedad y lucidez. Sólo lo humano puede estar enfermo en un sentido real, y sólo en la rotura y el desequilibrio llega el hombre a la comprensión de sí mismo. Esta idea, lógicamente, no habrá que leerla en clave alegórica. La posibilidad que ofrece el terreno de lo desecho, delirante, fermentado, ha de ser la de proponer el auto-reconocimiento del hombre más allá de la coartada naturalista. Lo enfermo, repito, como espejo de lo que somos luego de nuestro cuerpo y presunto bienestar.
A partir de esta tesis de Mann, y enmarcados en las connotaciones de un espacio como el de la cristalería “El Espejo”, va a gestarse nuestra propuesta de exposición. Un sitio en ruinas es una manera de enfermar. Antes, además, este sitio atesoraba espejos, los cortaba, los vendía, los esparcía por...la ciudad. El paralelismo entre ambas cuestiones: la descomposición del espacio junto a la carga semántica de su elemento hasta hoy definitorio –a saber, el espejo–, y la noción de malestar entendida como estado de lucidez, hacen del ejercicio curatorial una ventana para el encuentro con lo humano en un sentido descarnado y hondo.
Una capa extra, que recrea a su vez la tesis primera, está relacionada con el arte apropiándose del lugar. Visto así, en un escenario en el que las piezas no sólo se integran a la fábrica físicamente sino que existen gracias a esta, se efectúa una vertiente concreta –una de tantas– de las inmensas potencialidades de lo roto. Un antiguo almacén de espejos redescubre la nostalgia, la historia íntima y nacional, las miles de variantes en las que el arte se vuelve pared descorchada, columna, suelo, grieta fundamental.
Daleysi Moya
Imágenes de la Exposición
Illness has a colour
Entrada actualizada el el 03 jun de 2021
¿Te gustaría añadir o modificar algo de este perfil?
