Describir las intenciones de un artista a través del análisis de su obra siempre es un empeño arriesgado que el crítico debe acometer y que está a caballo entre el subjetivismo, el conocimiento del arte y sobre todo de la capacidad de comunicar con transparencia.
Icnografía, que no iconografía, proviene del latín ichnographie, es un término que se emplea para el estudio del diseño de la planta de un edificio y es precisamente esa sensación cenital la que se ve reflejada en la obra de Cristina Castro. Una mirada que viene desde arriba. Si se observa con detenimiento aparecen caminos, campos y viviendas y sobre todo, se pone de manifiesto, uno de los grandes valores de su pintura, la capacidad de abstracción en su sentido más literal y que no es otra cosa que escoger los elementos esenciales de la figura manteniendo siempre unos referentes que evidencien su paralelismo.