Alcázar exhibe piezas con gran carga literaria. Nos encontramos ante historias cortas que narran fragmentos de películas, entremezcladas con objetos. Simbolización de animales, enaltecimiento de herramientas, entre otros temas, son los elegidos como excusa para usa un humor de levísima sonrisa y marcada intriga. Explora la frontera entre el dibujo y la pintura con un trazo insinuante y una pincelada casi ausente ya que, en muchas ocasiones, ésta se sustituye por la impresión. El artista pinta breves poemas gráficos, que son requiebros al modo de “greguerías”. Con ellos expresa una idea de lo que es el devenir de la vida. Mediante la repetición de símbolos, también alude al eterno retorno, en ese acontecer vital. La potencia indiscutible de su trazo, refleja la voluntad de poder, el arte como tarea propia de la vida, la búsqueda de una respuesta del ser, también a través de desencuentros ... entre objetos y personajes, provocando esa cualidad embriagadora, definiendo su propio estilo, huyendo de la verdad estanca.

Otra propuesta, también en la muestra, es la de sus peculiares retratos, entre los cuales aparecen representados en el de la propia directora de la galería. En ellos Alcázar realza los trazos del origen del superhombre en sus retratados, utilizando únicamente la mirada como rasgo que diferencia y hace único a cada ser humano.