Descripción de la Exposición
Nuestra vinculación con el mundo animal es evidente. A pesar de un abandono paulatino de esa relación durante el pasado siglo XX, estamos asistiendo a un reencuentro necesario con nuestros más remotos vínculos. Los animales han sido desde tiempos antiguos el símbolo y epifanía de las diferentes divinidades, de nuestros miedos y de nuestros deseos. Bestias terrestres, seres híbridos, animales fantásticos han encarnado la ambivalencia entre el bien y el mal, lo positivo y lo negativo, el oscuro mundo subterráneo y la luz. Tendremos que esperar a la Ilustración para poder explicar la presencia de animales de los que hasta entonces sólo se había oído hablar a través de leyendas y cuentos. La necesidad de los científicos y naturalistas de la época por explicar el mundo nos hizo llegar una ingente representación de animales de las lejanas colonias de ultramar. Las expediciones científicas están en pleno apogeo, se favorece la catalogación y búsqueda no sólo de tierras ignotas sino de su fauna y su flora. A través de los tratados de zoología y los cuadernos de naturalista podemos descubrir dibujos y láminas de seres del todo fantásticos, algunos incluso más que aquellos relatados en las leyendas.
La necesidad de mostrar los nuevos especímenes llevó al desarrollo de técnicas de conservación, muchas de ellas ya conocidas, como el secado de plantas por prensado, en el caso de los herbarios, y la utilización como conservantes, a partir del siglo XIX, de productos químicos como el alcohol o el formol en los que los animales capturados podían conservarse indefinidamente. Pero la técnica que más calado tuvo entre el público que visitaba los primeros museos de Historia Natural fue sin duda la taxidermia. Ésta, como método de preservación en el tiempo de animales muertos, tiene una doble lectura. Por un lado, la paralización del tiempo que va degradando a todos los seres vivos hasta su muerte, y por otro la simbología que la acompaña. Embalsamar la vida, ¡qué paradoja! Al igual que en los bodegones holandeses o españoles del siglo XVIII, estas naturalezas inmóviles se convierten en un pretexto para hablar de las vanitas. También se convierten en el pretexto para representar animales que suelen ser objetos de repulsión o simplemente de desconocimiento y convertirlos en animales preciosos, aunque inusuales a los ojos de los espectadores, dignos de pertenecer a la colección de un museo de historia natural.
La taxidermia tiene una estrecha relación con la fotografía ya que ambas embalsaman el tiempo y la vida, en un instante para siempre. El intento de ofrecer un atisbo de vida en la muerte, congelando poses o gestos vincula íntima y necesariamente la taxidermia con la fotografía. La fotografía embalsamadora plasma seres naturalizados con un doble efecto: dejar en suspenso la muerte a través de la mirada de lo fotografiado y conseguir una visón eterna de las vidas efímeras de los seres vivos a través de la representación de “naturalezas muertas”, al fin y al cabo, en ambos casos vanitas.
Premio. 27 ene de 2025 - 10 mar de 2025 / Vitoria-Gasteiz, Álava, España
Formación. 01 oct de 2024 - 04 abr de 2025 / PHotoEspaña / Madrid, España