Descripción de la Exposición
Lo que vemos, lo vemos
y ver es cambiar
Adrienne Rich, Galaxias de mujeres
El trabajo de Marina Núñez es testigo de las sinergias vitales entre la naturaleza y nosotras. Testigo de la evolución y de los vínculos que establecemos con nuestro entorno. Asumiendo el cambio, los límites entre forma y contenido se difuminan y se enredan, generando nuevos significantes. Transformándonos en el viaje. Desplazándonos a un nuevo espacio de lo referencial donde lo biónico adquiere una nueva presencia.
En esta exposición, el cuerpo adquiere un matiz protagonista a la par que invisible. Un cuerpo que aparece y desaparece de forma sigilosa pero constante. Cuya presencia es inmanente al espacio ocupado, resignificándose y ampliándose. De este modo, Núñez nos invita a adentrarnos en su propio universo cosmológico. Una realidad determinada por las interacciones entre forma y materia. Donde la acción misma, el movimiento, determina al ser que lo habita. O de como la huella supera al gesto y permanece en un espacio (des) ocupado.
En Historia natural, la biología trasciende y fluye a través de la tecnología. Usando herramientas digitales como la grabación con láser sobre cristal, Marina reflexiona en torno a los límites entre naturaleza e identidad. Utilizando como base un prisma rectangular, Marina hace uso de la técnica del láser para grabar en la materia una silueta humana, compuesta a su vez por una serie de microscópicas partículas.
En los tres ejemplares de Historia natural presentes en la exposición, destaca la presencia de una silueta femenina. De pie, la figura erguida se eleva levemente hacia arriba. La posición de sus hombros indica una seguridad y un aplomo que rompería con el silencio impuesto por el sistema. Impulsada, su gesto desafía las cuatro paredes y se vuelve una con el entorno.
Una dualidad presente igualmente en la serie de Envidias. Partiendo del latón lacado se recrean las sinergias que el ser humano establece con el entorno que lo rodea. En esta ocasión, la serie de Envidias recoge cuatro elementos de la naturaleza (la zinnia, la baya de goyi, la rama de nuez y la rama de abedul) , presentándonos de esta forma cuatro diálogos únicos y a la vez paralelos. En esta serie, el suave gesto de la mano acercándose a la rama o flor nos recuerda lo leve y fugaz de nuestra relación con el entorno.
Esta delicadeza deviene fuerza en el caso de la serie Marejada. En ella se combina el uso de la imagen digital con la presencia del pan de oro. Ocupando el centro de la imagen, una silueta humana se nos presenta engarzada en un mar de hilos y texturas. Lejos de limitar su movimiento, la figura del centro recupera el impulso ya presente en la serie de Historia natural. Ante la parálisis del entorno, la acción del sujeto logra resquebrajar los límites impuestos. Así, la acción se hace gesto y el cuerpo deviene sujeto.
Este diálogo entretejido entre espacio y subjetividad se deshace y cuestiona en Cuadros de Flores. A través de la técnica del óleo sobre lienzo, Marina nos muestra una flora creciente que nos devora. Priorizando la presencia natural por encima de la humana, Cuadros de flores se advierte como una suerte de lectura post-apocalíptica que nos conduce hacia la paulatina desaparición de los seres humanos.
Esta reflexión crítica vuelve de nuevo en la serie de Desvanecimiento. En esta ocasión, el lenguaje audiovisual sirve a la autora para reflexionar acerca de los límites entre identidad y espacio. Con música de Luis de la Torre, la pieza de video nos muestra diferentes paisajes. En ellos, se vislumbra una suerte de rostro modulado por el viento. Luchando por permanecer, ese rostro finalmente se desintegra, quedando como testigo de este la tela que lo cubre y que desaparece con él.
En la línea de Cuadros de flores, Marina apuesta en su obra Desvanecimiento por una reformulación de los límites entre entidad contenida y el espacio u hábitat que posibilita su existencia. En su desintegración final, la espectadora intuye un giro melancólico donde la especie humana parece proceder a su propia extinción. Accionando la manivela que lo volatiliza, el rostro hace propia su desaparición.
En términos generales, las obras aquí expuestas nos llevan a una reflexión colectiva en torno a lo frágil. Lo evanescente. El gesto mínimo. Superponiéndose a la consigna de lo pasivo, el cuerpo adopta una identidad traslúcida y permanente. Apropiándose del espacio que le es negado, recupera la voz y rompe el silencio impuesto desde el sistema dominante. Asumiendo lo invisible como propio, los cuerpos trascienden al lugar y al tiempo. Perdurando. Cuestionándonos.
Ana Quiroga
Exposición. 19 nov de 2024 - 02 mar de 2025 / Museo Nacional del Prado / Madrid, España
Formación. 23 nov de 2024 - 29 nov de 2024 / Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (MNCARS) / Madrid, España