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Hiliada

Exposición / Galeria José Robles / Belén, 2 / Madrid, España
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Cuándo:
13 dic de 2007 - 25 ene de 2008

Organizada por:
Galeria José Robles

Artistas participantes:
Gloria Ceballos Aranda

       


Descripción de la Exposición

Hiliada representa y culmina un período de trabajo de dos años, en el que Gloria Ceballos ha investigado sobre el potencial expresivo y simbólico de la línea, una línea curva y sensitiva que se desenvuelve y expande laberínticamente en la superficie gráfica y pictórica.

Dos tipos de obras, y de reflexión sobre el movimiento de la línea en el espacio, podemos disfrutar en esta ocasión. Por un lado, algunas piezas del conjunto de monotipos sobre papel que se expusieron entre octubre de 2006 y marzo de 2007 en varias salas de Caja de Ávila, bajo el título Pendiente de un hilo; obras que ya tenían un antecedente cercano en la serie de monotipos Entre tú y yo, de 2005. Por otra parte, presenta ahora como novedad sus últimas pinturas sobre fondo gris metalizado o pan de plata, junto con una instalación en la que destaca poderosamente la presencia de un frigorífico rojo.

Arrancaba la concepción de la serie Pendiente de un hilo de una reciente y dolorosa experiencia vivida por Gloria, la enfermedad y muerte de un ser querido, su padre. Son imágenes que destilan fragilidad por el carácter quebradizo e irregular de las líneas, tanto las entintadas como las estampadas en seco, y por la utilización en algunos casos del collage con recortes de prensa similares a los jirones de un tejido rasgado. Las marañas, obtenidas en cada caso mediante una única estampación de hilos y cuerdas sobre el soporte de papel, reflejan efectivamente un estado anímico de profunda inquietud, perplejidad y sentimientos encontrados.

El título de la serie de monotipos cronológicamente anterior, pero afín en los motivos visuales y esquemas compositivos, Entre tú y yo, remite igualmente a una experiencia vivida entre personas, a una relación que adivinamos confidencial, compleja y delicada cuando seguimos con nuestra mirada el tortuoso recorrido de las líneas.

La propia elección de la técnica del monotipo, cuyo producto es único a diferencia de los que suele proporcionar la gráfica seriada y numerada, responde a la voluntad de plasmar momentos irrepetibles mediante composiciones de apariencia azarosa. En algunos casos, la estructura de la obra descansa en dos motivos pendulares, casi gemelos, entre los que se tienden hilos; alusiones metafóricas a nuestras propias vidas en situaciones de crisis y dificultad, pendientes de un hilo que puede romperse en cualquier momento.

Gloria juega con las inflexiones, textura y huella de las líneas en el soporte. El dibujo resultante, de aspecto improvisado y febril, surge de una intrincada disposición de hilos y cuerdas que a continuación son estampados sobre el papel. Son trabajos que entroncan con los ejercicios del automatismo surrealista y del informalismo, con su característico sentido terapéutico y de catarsis del autor, quien por medio del proceso artístico se libera de sentimientos traumáticos o de vivencias que de alguna manera lo han marcado. Se trata de concebir la obra sin permitir que “el censor”, o sea, la razón, cobre protagonismo durante el proceso creativo, permitiéndole a lo sumo una mínima intervención. Durante la gestación de los monotipos, Gloria hace que prevalezca la rapidez, la aleatoriedad y la sorpresa final ante el nacimiento de la imagen.

En cambio, en las pinturas sobre tabla la línea adquiere la elasticidad de un cable que se desplegara y a la vez se entrecruzara incontables veces consigo mismo, suponemos que hasta el infinito o hasta unos remotos límites más allá de las dimensiones del cuadro. De esta manera, las pinturas podrían ser contempladas como pequeñas muestras de extensas redes que se desarrollan en espacios cuya inmensidad sólo presentimos.

La línea va y viene sobre sí misma como el fluir de un río que discurriera trazando obsesivamente meandros sobre una superficie accidentada, cubierta de montículos invisibles. Líneas vivas e impredecibles como los movimientos de una serpiente, en cuyo interior discurre un filamento blanco.

Las marañas del ciclo pictórico aquí reunido transmiten, en contraste con las de la obra sobre papel, cronológicamente anteriores, una realidad emocional más serena y una concepción más consciente y calculada de los movimientos de la línea en el espacio, incluso cuando las redes y los entrecruzamientos puedan parecer tan azarosos como en los monotipos. El impulso instintivo de la mano ejecutora del dibujo, latente y vivo en los monotipos, ha sido ahora enfriado en un doble sentido: la composición está más meditada, y la gama cromática escogida, compuesta de negros, grises, tonos azulados y violáceos, reviste un carácter glacial y nocturno.

En los monotipos, notamos que los hilos se pueden romper en cualquier momento y en cualquier lugar. En las pinturas, en cambio, el discurrir de los canales, cables, arterias o como prefiramos denominarlos, parece proponer al espectador un itinerario lento, pausado y continuo que se complace en lo laberíntico y en una vuelta cíclica sobre el camino ya recorrido.

En las pinturas, la línea evoluciona a través de un espacio cuya peculiar profundidad proviene de la combinación de tonos oscuros y fríos con pigmentos iridiscentes como los empleados en el maquillaje. Al seguir el curso enrevesado de esta especie de cordones umbilicales, parece que aceptamos la sugerencia de buscar el lugar de donde proceden. En alguna de las pinturas, de hecho, vemos una suerte de matriz o conglomerado del que salen los cables o tentáculos.

La tensión espacial, apreciable en estas composiciones, proviene del hecho de que no sabemos de dónde vienen ni adónde van los conductos, a diferencia de lo que sucede con los filamentos enmarañados que protagonizan los monotipos, en los que sí advertimos más fácilmente un motivo formal cuyos contornos generales podemos abarcar con la mirada. En las pinturas, en cambio, intuimos que cada imagen representa sólo un pequeño encuadre de una estructura lineal mucho más amplia, que continúa más allá de los límites del cuadro.

La tensión se acentúa al no someterse las líneas a ningún patrón geométrico dado, ni a una reiteración más o menos regular de intervalos entre ellas; al contrario, las líneas dibujan redes irregulares, asimétricas y caprichosas, anudándose y concentrándose en ciertas partes de la tabla, mientras que otras zonas quedan vacías.

Hay una artista cuya obra y pensamiento estético constituye una referencia importante en el quehacer actual de Gloria: Gego (Gertrud Goldschmidt). Gloria Ceballos comparte con Gego el placer de dibujar líneas y de ir creando espacios y relaciones entre ellas, claramente expresado en uno de los escritos de la artista venezolana: “Muchos años después descubrí el encanto de la línea por sí misma, la línea en el espacio así como la línea dibujada sobre una superficie, y la nada entre las líneas y el destello cuando se cruzan, cuando son interrumpidas, cuando son de un color o tipo diferente. Descubrí que algunas veces el entrelíneas es tan importante como la línea en sí misma” (Testimonial 4).

Reconocemos en las pinturas de Gloria, en esas líneas que se enroscan obsesivamente en la soledad del espacio, un reflejo de la hipertrofia contemporánea de las comunicaciones; vivimos rodeados de cables y de conductos que sirven a nuestras múltiples necesidades: las tuberías del agua, del gas, los cables del teléfono, del ordenador, de los variados electrodomésticos que amueblan nuestros espacios cotidianos de trabajo y de descanso, los cables de fibra óptica…

No es de extrañar que Gloria realizara una pintura muy similar a algunas de las que integran esta serie para recrear simbólicamente el primer día del Génesis bíblico, como pieza inicial de su ciclo pictórico La Creación que presentó hace pocos meses en la Parroquia Virgen del Camino de Collado Villalba, ciudad en la que vive: La tierra era caos y confusión y oscuridad por encima del abismo, y un viento de Dios aleteaba por encima de las aguas (Gn 1, 2)

La utilización del pan de plata, que observamos en algunas pinturas de esta exposición, obedecía en el ciclo La Creación a la intención de distinguir con un fondo brillante varios de los cuadros que lo integran, otorgando así al conjunto una aureola sacra similar a la que proporcionan los fondos dorados a los iconos bizantinos y los retablos antiguos.

Lo cíclico – el paso del tiempo y la repetición periódica de ciertas situaciones y realidades -, el recuerdo y el sentimiento son tres temas universales que se detectan con mayor o menor intensidad en todas las obras realizadas por Gloria Ceballos hasta la fecha. Incluso el concepto de ciclo atañe a su propia forma de trabajar, retomando temas ya tratados con anterioridad aunque variando el enfoque sobre los mismos.

Al fijarme en la instalación que acompaña a las pinturas, se me antoja que éstas representan imágenes ampliadas de los minúsculos hilos encapsulados en los cubitos de resina, falsos cubitos de hielo, que salen de la nevera abierta y se desparraman por el suelo.

Las anteriores instalaciones de Gloria Ceballos – Recuerdos congelados (2001) y Rosa y rojo no pegan (2004), hecha esta última con tubitos de ensayo - juegan con la idea de algo - una frase, una imagen, o un retazo de la misma - que se encuentra encapsulado, encerrado, visible pero a la vez inaccesible como si estuviera atrapado en el interior de un pedazo de ámbar.

La instalación que aquí propone, formando una unidad de concepto con las pinturas, retoma la idea de la cápsula aunque imprimiéndole un giro nuevo, más inquietante y ambivalente. Podría remitirnos a uno de los temas más preocupantes y controvertidos que actualmente plantea la investigación científica, como es el de la congelación de células o embriones humanos para su almacenamiento y posterior manipulación.

El lujoso frigorífico de diseño, de un suntuoso color rojo, del cual escapa un montón de cápsulas que contienen hilos, acaso células, cromosomas o filamentos que presumimos portadores de vida, puede constituir una alegoría sobre la irrupción de estos experimentos y sus consecuencias en nuestros ámbitos más cotidianos y domésticos, tal vez en la cocina de nuestra propia casa.

Las pinturas de Gloria pertenecientes a la serie Cera (1999-2004) ya presentaban imágenes encapsuladas o veladas merced a la cubrición del soporte y de las imágenes fotográficas - niños que desfilan de espaldas al espectador - con una irregular capa de parafina, recurso técnico que enlaza con toda una poética de la cera cuyo máximo exponente es José María Sicilia.

En aquellas pinturas asistíamos a un doble encapsulado de la imagen, el que de por sí sugiere toda fotografía al “congelar” la realidad visible, más el que proporcionaba la capa de parafina en algunas partes de la superficie. Tanto en la serie Cera, como en la pequeña instalación Recuerdos congelados, con los minúsculos trozos de fotografía encerrados en los “bombones” de resina sintética que alberga una caja, el empleo de la veladura y de la cápsula acentúa el carácter que las imágenes tienen de vestigio de algo ya vivido.

En cambio, los restos encerrados en los cubitos de resina sintética que salen de la nevera, hilos, pelos, hebras, que en definitiva aparentan tener un origen orgánico, quizá cobren en esta instalación un carácter distinto, no tanto como vestigios de algo muerto, sino como semillas de algo que está por surgir, un material, en definitiva, de tipo genesiaco.

El contenido de estos falsos cubitos de hielo, hilos arrollados o hilos sueltos, encuentra un eco en las pinturas - salvando el gran contraste de escala -, en los cordones o arterias que evolucionan ingrávidamente por el espacio como microorganismos filiformes observados a través de una lente microscópica. La instalación y las pinturas se complementan, formando una unidad de significado.

Igualmente sería posible apreciar en esta obra una recuperación de la idea que alimentaba la instalación Recuerdos congelados, con la referencia añadida, en este caso, de aquella costumbre romántica que tenían los enamorados de guardar en un pequeño estuche un mechón de pelo de su amada, como reliquia que mantuviera viva en su memoria la llama del amor o al menos el recuerdo del mismo; práctica que a su vez está emparentada con la conservación de las reliquias de santos y mártires que durante siglos ha seguido la Iglesia Católica, con un sentido religioso de memorial y veneración. Desde esta perspectiva, el frigorífico podría ser visto, paradójicamente, como un relicario profano cuyo contenido está destinado a fines que no sabríamos concretar.

Dustin Yellin, artista cuyo trabajo fascina a Gloria, también recurre al encapsulado de sus imágenes, aunque en su caso se trata de un “encapsulado virtual”, ya que los insectos y organismos que aparentemente ha encerrado en bloques o láminas de resina sintética, son el producto de un laborioso proceso de dibujo, con tinta y acrílico, sobre sucesivas capas de resina hasta conformar el bloque que contiene la imagen.

Gloria Ceballos comparte inquietudes, temas y recursos visuales con una amplia “familia” de autores cuya obra - o parte importante de la misma – se fundamenta sobre una incansable experimentación con la línea. Aparte de las claras vinculaciones con las estructuras reticulares y el concepto de línea de Gego, creo que la obra reciente de Gloria Ceballos guarda semejanzas y afinidades con los sinuosos laberintos lineales de Alejandro Corujeira, si bien éstos presentan un aspecto festivo y multicolor ajeno a la austeridad cromática de las creaciones de Gloria; también veo algunas relaciones con los trabajos del estadounidense Brice Marden, concretamente con la serie Cold Mountain (1988-1991), fruto de su admiración por la caligrafía china y la pintura de Jackson Pollock.

Existen coincidencias formales entre algunos monotipos de Gloria y determinadas obras de Ricard Chiang, en las que dos marañas negras se encuentran unidas por una línea irregular que hace de puente entre ambas; e igualmente observo una similitud de planteamiento entre los monotipos de la serie Pendiente de un hilo y la serie Hila hilo, Lía lío, Hila lío, Lía hilo - algodón de varios colores en caja de metacrilato – de Daniel Verbis.

En el fondo, en la raíz del trabajo de los artistas citados, late el espíritu de Paul Klee, quien en su Bloc de dibujo pedagógico, así como en otros textos teóricos que sustentaban sus clases en la Bauhaus, había asignado a la línea una función primordial como proyección gráfica del pensamiento. Más aún, consideraba la línea como el tipo de grafismo idóneo para expresar todo aquello que es imposible ver materialmente - pensamiento, intuición, emociones -, pero que no obstante existe en la conciencia del hombre.

Al crear imágenes laberínticas con una fuerte vocación introspectiva, proyectando hacia el espectador los reflejos de una sostenida observación interior de emociones y sentimientos, Gloria Ceballos hace suya la máxima de Paul Klee de que “El arte no reproduce lo que es visible, sino que hace visible”. Los medios pictóricos elementales, la línea, el color, el claroscuro, sirven para manifestar ante nuestros ojos contenidos reflexivos y poéticos que se encuentran más allá de lo visual.

La elección del título de la exposición, Hiliada, lanza la abstracción de estas pinturas y monotipos hacia el terreno de la literatura, en referencia al poema épico de Homero, La Ilíada. Al mismo tiempo que liga el contenido de estas obras con una dimensión narrativa compleja y ramificada, alude al estado de confusión o enredo que denota la palabra “liada”, y nos recuerda fonéticamente la palabra “hilo”, tan presente en los monotipos.

Gracias al matiz introducido por el título de la muestra, las redes lineales que ha ido tejiendo Gloria adquieren de repente, con mayor claridad, el sentido de un itinerario, de un viaje interior, tortuoso y complejo, que nos lleva a recordar uno de los grandes temas e iconos de la mitología clásica, ya indicado desde el principio en el texto: el laberinto, bien sea como lugar peligroso en el que uno puede desorientarse y perderse, o como imagen arquetípica del dificultoso proceso de conocerse y encontrarse a uno mismo.

En su caminar por el laberinto, creo que Gloria Ceballos ha elegido decididamente la segunda opción.


Imágenes de la Exposición

Entrada actualizada el el 26 may de 2016

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