Descripción de la Exposición
Exposición del 7 de noviembre al 15 de diciembre 2016.
Lugar: MAIF SOCIAL CLUB, 37, rue de Turenne, Paris 3e
Comisariada por Carole Colnat. Texto crítico de Paul di Felice (Universidad de Luxemburgo).
Durante los talleres de autorretrato de Cristina Nuñez alrededor del mundo se producen las obras del proyecto HIGHER SELF. Los participantes, individualmente y solos en el estudio de Nuñez, reaccionan a las instrucciones de la artista sobre la expresión de emociones como la rabia, la desesperación o el terror. Sacan cinco fotos y luego Nuñez les acompaña en el proceso de percepción de las obras.
Nuñez creó este dispositivo en el 2008 (y su metodología The Self-Portrait Experience en el 2005) y desde entonces ha producido más de 4000 autorretratos colaborativos, que le han permitido realizar una investigación sobre el proceso creativo y la psique humana, publicada en textos académicos desde el 2009.
En esta exposición se presenta una selección de las mejores obras del proyecto.
Texto de Daniele de Luigi:
Higher Self, o el origen de las imágenes
Daniele de Luigi
El proyecto “HIGHER SELF” de Cristina Núñez se realiza en una área donde convergen varias “zonas límite” conceptuales y disciplinarias: la que existe entre la práctica fotográfica tradicional y la procesualidad artística contemporánea, la que existe entre la concepción formal y activismo social, e incluyendo en el acto creativo disciplinas como la psicoanálisis, de manera no solo teórica sino concreta. Al mismo tiempo, el proyecto es capaz de mantener una fuerte carga emocional y un elevado impacto estético. En “HIGHER SELF” la imagen final es tan importante como la unicidad del procedimiento necesario para obtenerla.
El significado de “HIGHER SELF”
“Higher self” inicia desde un ámbito estrictamente fotográfico: el del retrato de estudio y del taller en el que los participantes vienen implicados activamente en el trabajo creativo. Cristina Núñez mantiene la dirección del procedimiento, pero su ausencia en el momento de la realización de las obras, funcional al éxito de la operación, pone en cuestión la absoluta autonomía del artista fotógrafo en la creación de la imagen, reconociendo al sujeto como co-autor de la fotografía. El procedimiento artístico de Núñez no obtiene un resultado cierto ni previsible, porque la artista pone voluntariamente la parte final completamente fuera de su control y depende de la capacidad de las personas de responder a la experiencia que les propone.
La huella de la artista vuelve a aparecer en la selección de la imagen final, aunque la persona también viene implicada en un proceso interpretativo común.
Recordando la metáfora de Jeff Wall que distingue entre fotógrafos cazadores y cultivadores, podemos afirmar que Cristina Núñez es una “seminadora”, que crea las condiciones para que nazca la imagen, dejando que sea otra persona a hacerla germinar. El sujeto está implicado de manera auténtica en la ejecución material de la obra.
El proceso creativo del proyecto es característico y determinante, pero la imagen final en la que el proceso se condensa a nivel iconográfico, adquiere una importancia absoluta.
Muchos de los autorretratos realizados bajo la guía de Cristina Núñez presentan una elevada iconicidad, y nos recuerdan iconografías muy conocidas que pertenecen al repertorio histórico de nuestra cultura visual y que son asociables a otras presentes en el archivo de nuestra memoria. Por lo tanto, lo que inesperadamente se verifica es una vuelta a lo simbólico.
El hecho extraordinario es, que en este caso las iconografías no nacen de un acto artístico e intelectual intencional que cita voluntariamente fórmulas codificadas, sino que brotan de un proceso creativo en el que, en el momento de la creación de la imagen, no existe ningún control de la forma ni la composición.
La relación sorprendente entre el estado de ánimo de los sujetos retratados y los significados tradicionales atribuidos a las iconografías que estas imágenes recuerdan, es tal que estas fotografías llegan a hablarnos de la origen misma de las imágenes y de la verdad de los gestos y las expresiones humanas que son fundamento de la civilización visual que se desarrolló en la antigüedad.
Inducidos por Cristina Núñez a expresar sus emociones primarias, profundas, y al mismo tiempo conscientes de transformarse a sí mismos en imágenes, algunas personas crean espontáneamente iconos que pertenecen a la memoria colectiva. No están representando una iconografía, sino que están encarnando su abstracción simbólica a través de su propia experiencia personal.
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