Hic-Stans es un término latín que podría traducirse como "la grandeza infinita del espacio". Partiendo de este concepto, que nos habla de una percepción ideal del infinito, el artista se interroga: desde el punto concreto y finito que ocupamos en el espacio ¿podríamos percibir toda su totalidad infinita? Tras sus lienzos respiran, tanto las meditaciones del filósofo inglés Thomas Hobbes en el Leviathan (1651), como la idea de infinito que plantea Borges en su famoso cuento, El Aleph. En los cuadros de Saló se reconcilia lo abstracto y lo decorativo, la meditación y la espiritualidad. El lienzo diseña una red de significados desarrollados a partir de formas primarias que se repiten sin principio ni fin. La obra nos habla también del tiempo y del ritmo, de la relación entre la mano y el cerebro, creando así, un verdadero código, "un mapa mental".