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Hessie. Survival Art (Arte de supervivencia)

Exposición / MUSAC - Museo de Arte Contemporáneo de Castilla y León / Avda. de los Reyes Leoneses, 24 / León, España
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Cuándo:
09 jun de 2018 - 14 oct de 2018

Inauguración:
09 jun de 2018 / 17:00

Comisariada por:
Annabelle Ténèze, Sonia Recasens

Organizada por:
MUSAC - Museo de Arte Contemporáneo de Castilla y León

Artistas participantes:
Carmen Lydia Djuric - Hessie
Etiquetas
Collage  Collage en León  Papel  Papel en León  Tela  Tela en León 

       


Descripción de la Exposición

MUSAC, Museo de Arte Contemporáneo de Castilla y León, presenta el 9 de junio Survival Art (Arte de supervivencia), la primera retrospectiva dedicada a Hessie en un museo español, con la que se pretende revelar la rica y compleja diversidad del universo de una artista tan fascinante como desconocida en nuestro país. Nacida en 1936 con el nombre de Carmen Lydia Djuric y residente en Francia desde 1962, Hessie fue una de los escasos artistas afroamericanos activos en la escena europea de los años 70. Desde finales de los años 60 desarrolló una obra singular, en la que el bordado y el collage sirven de vehículo a un mensaje de supervivencia y feminismo. Como otras artistas de su generación, se reapropió de esta técnica tradicionalmente practicada por mujeres, subvirtiéndola y sirviéndose de ella para crear expresiones contemporáneas a través de la aguja y el hilo. Su retrospectiva en el MUSAC, co-producida junto a les Abattoirs Musée - FRAC Occitanie (Toulouse) y que podrá visitarse hasta el 14 de octubre, permite descubrir a través de más de un centenar de obras a una artista marginada e invisibilizada durante mucho tiempo en el marco de la historia del arte. La exposición reúne, en once apartados temáticos, sus series en tela y papel, bordados y collages, así como trabajos que la artista produjo durante su último año de vida expresamente para esta muestra. Se muestran asimismo documentales y películas de aquel periodo y vídeos más recientes, en un intento de esclarecer el “misterio Hessie”. Procedente de una familia multirracial, Hessie abandonó la isla de Cuba a finales de los años 50, emprendiendo un viaje que la llevaría primero a Estados Unidos y después a Francia. En 1962, junto al pintor Dado, se mudó a un molino en Hérouval (Normandía), donde siguió residiendo hasta su muerte en 2017. En esta casa Hessie instaló su estudio, lo que le permitió encerrarse en una burbuja creativa, en la que teje la estructura de una temporalidad doméstica. En esta “habitación propia”, como diría Virginia Woolf, desarrolla una obra inclasificable y atemporal sirviéndose de materiales humildes, domésticos (papel, ropa, residuos, pelo, polvo), femeninos (tela, hilo, botones) o infantiles (juguetes), con los que desarrolla un lenguaje plástico de gran precisión, minimalista y casi siempre abstracto. Ella misma se encargó de denominarlo «Survival Art»: un arte de la supervivencia para resistir a las rupturas y las pérdidas. Como otras artistas coetáneas, recuperó la técnica femenina del bordado para producir una escritura contemporánea con hilo y aguja Según la crítica de arte Aline Dallier, pertenece a las “Nouvelles Pénélopes” (Nuevas Penélopes), que utilizan el lenguaje femenino para subvertirlo. En sus series de bordados y collages –Grillages, Végétation, Bâtons pédagogiques, Ecritures, Trous, Déchets or Boîtes– se aprecian también afinidades con movimientos contemporáneos como el Minimalismo, Process Art, Antiform, Soft Art, además del Arte Povera y Support/Surface. El "Arte de supervivencia" tiene la intención de resistirse a la pérdida y la disolución, favoreciendo claramente materiales como detritus, objetos obsoletos y cotidianos, vestigios de una vida, gracias a la costura, una acción que pone parches, cuida y une. Survival Art enlaza con sus aliados, los movimientos de liberación feministas, o los talleres y reuniones de las mujeres solidarias y comprometidas políticamente que participan en ellos. El término de Survival Art adquiere asimismo una nueva dimensión, dado que la supervivencia reside en el corazón del destino del trabajo de Hessie, que consiguió escapar de la destrucción. A raíz de un incendio en Hérouval, una parte de las obras de Hessie resultó dañada por el agua utilizada para sofocarlo, y, a pesar de las restauraciones, las huellas aún hoy son visibles en algunas de ellas. APARTADOS DE LA EXPOSICIÓN 1. Botones – Puntadas – Agujeros Al hilo de las Vegetaciones, Hessie realizó una serie con botones de coser distribuidos sobre lienzo y fijados al soporte con una puntada. La pieza, situada en la entrada de la exposición, pertenece a esta serie y lleva sencillamente por título Botones. Esta es la obra de mayores dimensiones en el corpus de la artista. En una gama de beis y azules, los botones, parecidos a guijarros, componen una constelación que cubre toda la superficie de la tela. Los Botones de Hessie recuerdan los bordados en relieve de su amiga, la artista Milvia Maglione (1934-2010), que combinaba motivos serigrafiados y objetos cotidianos (perlas, lazos, etc.) cosidos directamente en el lienzo. A pesar de su delicadeza y poder evocador, Hessie declaró en una entrevista que no estaba del todo contenta con esta serie. Tal vez fue esa insatisfacción lo que llevó a la artista a ir contracorriente en sus siguientes obras, en las que se dedicó a abrir en la tela una serie de agujeros circulares. Hessie cosió los bordes de estos orificios, de aproximadamente un centímetro de diámero, con hilos de colores, a la manera de ojales. Mediante su distribución ordenada, la artista se sirvió de esos ojales para trazar formas geométricas, como círculos, cuadrículas y letras. La obra Trou bande (Agujero tira), en la que los agujeros adoptan la forma de dos tiras rectangulares, constituye una excepción en el paisaje de esta serie. Es casi inevitable evocar los lienzos lacerados de Lucio Fontana, aunque en el caso de este artista, la perforación es más afín a la incisión y la herida, mientras que en Hessie está más cerca de la reparación y el cuidado. Después de Botones y Agujeros, Hessie produjo Les Points cousus (Los puntos cosidos). Esta serie se compone de tejidos moteados de puntadas en relieve con hilos de tonos fucsia y rojo. El entramado de puntos, de gran delicadeza, ofrece en el reverso un laberinto de hilos sorprendentemente ordenado, prueba del dominio técnico de la artista. La labor evoca inevitablemente los senninbari japoneses, fajines adornados con un millar de puntadas rojas confeccionados por mujeres, que desde el siglo xix eran ofrecidos a los soldados que partían a la guerra para darles valor, suerte y protección. Tal vez estos Puntos cosidos de Hessie fueron pensados como una especie de ofrenda a la supervivencia. 2. Bacterias y dibujos microscópicos Tras su llegada a Francia, donde se instaló con el pintor Dado en el Molino de Hérouval, Hessie habilitó un espacio destinado a taller -«un cuarto propio»- y se dedicó a experimentar con diversos materiales y formas plásticas, en busca de su propio lenguaje artístico. Inicialmente se valió de trozos de vajilla rota, pero abandonó esta técnica al descubrir la impresionante Maison Picassiette, del artista en bruto Raymond Isidore (1900-1964). En una visita al Museo de Artes Decorativas de París, un objeto poco habitual en un contexto como ese llamó poderosamente su atención: un calcetín blanco zurcido con hilo blanco. El calcetín había pertenecido a un monje. El caso es que Hessie se sintió profundamente conmovida por aquel objeto, a tal punto que decidió dedicarse a coser, como movida por la necesidad vital de crear algo que le permitiese reparar, sobrevivir o sublimar su cotidianidad de mujer exiliada, aislada en el campo, madre de 5 criaturas y esposa de un gran pintor (Dado). Así, a fines de la década de 1960 aparecen las primeras obras textiles de Hessie, realizadas mediante pequeños puntos de zurcido con hilos de colores. «Las formas aparecían accidentalmente, ya que yo no sabía dibujar», explica. Pero resulta que esas formas «accidentales» dispuestas sobre pequeños retazos de tela de algodón comprados en el mercado Saint Pierre ofrecen una experiencia gráfica singular. Hessie llamó Bacterias a esas formas de vida evocadoras de lo orgánico que recuerdan a cromosomas y otras células evanescentes, como observadas a través de la lente de un microscopio. Las Bacterias que Hessie creó en la soledad y recogimiento de su taller como respuesta a una necesidad vital de engendrar su propia supervivencia, fueron presentadas al público en el marco de la exposición Tendance avant-garde (Tendencia vanguardia), en el Institut Cachin, en 1968. Era la primera vez que Hessie exponía su obra. Las Bacterias dieron lugar a los dibujos microscópicos. Esta otra serie también consta de conjuntos de diminutos puntos de colores que, distribuidos a lo largo de tiras de tela, evocan asimismo formas orgánicas, tanto vegetales como animales. En un vaivén entre lo micro y lo macro, Hessie constituye un repertorio de formas primigenias en transformación, que evocan elementos de una cosmología extraña y a la vez familiar. 3. Vegetaciones En concordancia con Bacterias y microscopias, la serie Vegetación, iniciada a comienzos de los años setenta, es una de las más emblemáticas de la obra de Hessie. En constante búsqueda, y por temor a los gestos automáticos, la artista abandona el punto de zurcido para crear toda una flora de rizos, nudos, lazos y líneas. El formato también se libera para producir piezas de tela más generosas que acogen una tupida trama de formas, líneas y bucles inspirados en la cotidianidad, el entorno y hasta la experiencia interior de la artista. Mediante contrastes entre lo pleno y lo vacío, estas Vegetaciones que parecen flotar, libres de la gravedad, crecen y se mueven en enigmáticas coreografías que se repiten al infinito. La ambivalencia impregna todas las obras de Hessie. La precisión del gesto obsesivo aparece en ellas asociada al azar de formas que oscilan entre abstracción y figuración, en el arco de composiciones aleatorias y a la vez sistemáticas, acabadas e inconclusas. La obra de Hessie, a pesar de su extrema contemporaneidad, no se inscribe en ninguna de las corrientes características de su época. No obstante, es posible advertir afinidades con los planteamientos del grupo Supports/surfaces, sobre todo en el cuestionamiento de los soportes tradicionales, la reapropiación de gestos primitivos y, sobre todo, en una misma importancia asignada a materiales, gestos creativos y obra original. En efecto, las obras tejidas de Hessie manifiestan la importancia de lo gestual y el hacer en el proceso creativo para la experiencia meditativa del trabajo del artista. Tal revalorización de la mano sitúa a esta artista en la órbita del Soft Art, en la definición que la crítica de arte Aline Dallier daba de este movimiento en los años setenta. Un movimiento que, sobre la base de una flexibilidad entre los conceptos de arte y artesanía, congregó a jóvenes mujeres artistas en busca de una cultura femenina, decididas «a acabar con el descrédito que acompañaba el trabajo artístico de las mujeres, considerado “labores para damas” [...] En un plano simbólico, el Soft Art reúne mano y espíritu, antiguo y nuevo, tradición y revolución, es decir, una revolución que conlleva una reestructuración de los comportamientos femeninos.» Para Hessie, esa reestructuración suponía la subversión de los enseres domésticos y su desviación en función de la creación de obras de arte complejas y poéticas. 4. Escrituras – Bastones pedagógicos Gradualmente, los motivos abstractos realizados con gestos repetitivos adoptaron la forma de un alfabeto imaginario y hermético, en Écritures (Escrituras) (1973) y Bâtons pédagogiques (Bastones pedagógicos) (1974). Con estas dos series, Hessie se muestra sensible a las preocupaciones artísticas de su época, marcada por la aparición, a finales de los años sesenta, del movimiento Art & Language. A diferencia de los artistas conceptuales, que aspiraban a imponer su hipótesis del comentario como obra de arte, Hessie, por el contrario, rechazó toda tentativa de comentario teórico sobre su obra. Ajena a los discursos sobre el arte y las mitologías del artista como genio, lo suyo era componer relatos anónimos, verdaderas cosmologías interiores, enlazando etimología y metáfora entre lo textual y lo textil. De hecho, en la cultura de la antigua Grecia, el tejido era considerado un acto poético y el poema, un tapiz de palabras entretejidas, a imagen de las oleadas de líneas anudadas por Hessie en sus Escrituras. «La escritura lineal poema de nudos donde la memoria desgrana como un rosario a través del tiempo; eternidad de gestos que abarca los mundos multiplicados por el deseo de sobrevivir – videntes y no videntes se juntan en un llamado a los sentidos táctiles.» (Hessie en Noeuds et Ligatures (Nudos y ataduras), 1983) Son poemas silenciosos que dicen el hondo deseo de hallar un lenguaje propio para expresar con él «una existencia interiorizada de la vida exterior», en conformidad con el escritor Georges Bataille, que concebía el lenguaje como experiencia en sí. La búsqueda del silencio soberano del lenguaje, en el caso de Hessie, se produce mediante una extrema parvedad de medios que aleja su obra de toda interpretación y la vincula al Minimalismo. Una afinidad que también puede observarse en una musicalidad formada por la repetición de los motivos, por ejemplo, en Bâtons pédagogiques (Bastones pedagógicos), con sus composiciones a base de segmentos dispuestos en líneas paralelas. En sus tejidos sonoros, Hessie exploró las potencialidades gráficas de la escritura con la intención de crear un vocabulario y una sintaxis que le permitieran adentrarse en el terreno de las posibilidades sensoriales y formales. En apariencia sencillo, en realidad riguroso y sutil, el lenguaje plástico de esta artista es dueño de una poderosa complejidad. 5. Máquinas de escribir – Palabras perforadas Hessie reconocía abiertamente su fascinación por las letras y el alfabeto en tanto que dibujos anteriores a las palabras. En 1978, esa fascinación fue tan imperiosa que abandonó momentáneamente hilo y aguja por una máquina de escribir. Valiéndose de letras dactilografiadas sobre telas de algodón, la artista vincula de manera original dos técnicas esencialmente femeninas: la del textil, artesanal y doméstica, y la tecnológica de la dactilografía, propia del mundo del trabajo. En esta serie, que lleva el escueto título de Máquina de escribir, letras y signos de puntuación son convertidos en signos cuyo sentido potencial la artista descompone mediante una intensa atomización del lenguaje, un estallido radical del alfabeto. De este modo, la opacidad enigmática del signo sustituye al orden plástico y lingüístico. Al aislar los signos y someterlos a repetición, Hessie juega con la materialidad visual y sonora del lenguaje, lo que le permite componer poemas sensibles, poemas para ser vistos y sentidos, que hacen pensar en la poesía concreta. Esta forma de poesía experimental, nacida en Brasil en 1953, buscaba liberar el poema de la sintaxis y la servidumbre del sentido, objetivo que también persiguen los poemas inaprensibles de Hessie. Poco a poco, letras, puntos y comas van trazando «Árboles en devenir», «Paisajes Máquina», manifestaciones del interés de la artista por la naturaleza y la madre tierra. Hessie también despliega sus Árboles sobre el papel. Aquí, en lugar de letras dactilografiadas, la artista se sirvió de un hueso de pollo para abrir cuidadosamente agujeros en la superficie. Con nubes perforadas traza los contornos de un árbol que bautiza Árbol de Hiroshima: la nube del hongo atómico, el árbol de cenizas... las interpretaciones pueden ser muy variadas. En estas obras sobre papel, el dibujo es aún más evanescente. Los agujeros configuran constelaciones que parecen remitir a las primeras series de obras tejidas, las Bacterias y dibujos microscópicos. En su incesante experimentación con técnicas y materiales, Hessie rasca hasta provocar hinchazones en el papel que se aprecian como puntos en relieve. Estos papeles rascados son obras hechas con paciencia y delicadeza que exhiben una textura especial, una escritura táctil parecida al Braille. Hay papeles perforados con palabras en letras mayúsculas: BEAU TEMPS (Buen tiempo), TEMPS PERDU (Tiempo perdido), TRAIT D'UNION (Guión, Puente), SILENCE (Silencio). «Silencio» es una palabra muy frecuente, a la hora de hablar de Hessie y su obra; el silencio de una artista de palabras huidizas que desconfía de los discursos; el silencio de una obra modesta, discreta y evanescente. 6. Collages - Residuos collages Mezcla de diario íntimo y álbum familiar, los collages que Hessie comenzó a elaborar en los primeros años setenta nos sumergen en un perturbador y conmovedor inventario de la cotidianidad, y es una afirmación de una personal manera de ser y pensar el mundo. En vez de pegar en un álbum las fotos de la familia, con los recuerdos de ocasiones especiales -matrimonios, nacimientos, primeros pasos de los niños-, Hessie coleccionaba y pegaba objetos y pedazos de papel. Son materiales poco nobles pero cargados de afectos, que sirven para trazar el testimonio de su vida de madre (la camisa de un niño, los restos de plástico de un juguete roto...), esposa (una camiseta y un slip de Dado) y mujer, no desprovistos de un toque de ironía (el embalaje de cartón de unas gruesas medias de lana). Otros objetos parecen evocadores de los pequeños placeres de la vida, como una caja de chocolates de lujo. Este relato con imágenes recuerda las colecciones contemporáneas de la artista Annette Messager, que las utiliza para describir el universo y la cotidianidad de las mujeres, así como también sus deseos y fantasías. Otros collages de Hessie, en los que solo intervienen cartones y papel, parecen responder a experimentaciones plásticas con texturas, formas y colores, como puede verse en el collage de un pedazo de cartón blanco sobre papel blanco o el del círculo negro, que parecen evocar la historia de la abstracción, el suprematismo de Kazimir Malévitch, por ejemplo. También sitúan esta parte de la obra de Hessie en una relación tensional con el espacio, un vaivén de atracción y rechazo de formas excesivamente gráficas, que es un reflejo de las reacciones de aplauso o repulsa suscitadas por el movimiento minimalista en las décadas de 1960 y 1970. Los collages de esta artista se presentan como banales fragmentos de vidas recuperados y transfigurados, mediante una afirmación del arte como actividad de la vida cotidiana. El sometimiento del arte a la vida reclama la utilización de materiales modestos, familiares, al alcance de la mano: pegamento, papel, objetos caducos, desechos. Son esos objetos que, olvidados en los bolsillos o tirados a la basura, no solo permiten detallar una intimidad, sino que también son el reflejo de un tipo de sociedad, sea esta frugal o de consumo. El destino de estos desechos ha sido reasignado al de obras sorprendentes, como esas bolsas con forma de red para transportar patatas, naranjas o cebollas, que Hessie cose directamente sobre una tela para crear con ellas una composición original que es una invitación a vivir una experiencia gráfica desconcertante. Algunos de estos Déchets Collages -las bolsas de clementinas o de chocolates- aparecen detrás de rejillas, en potente referencia a la colmena o a los alimentos en la despensa. Aunque a ratos pueden parecer una versión pobre del Pop Art o el Nuevo Realismo, por la utilización de elementos de la cultura popular y la sociedad de consumo, son obras que siempre remiten a la cotidianidad de una mujer que tiene la dura responsabilidad de atender a las necesidades de su familia, como la vemos confesar a la artista Perrine Lacroix en la película proyectada en la exposición. En suma, son obras que nos invitan a reflexionar sobre nuestra relación con el consumo y la precariedad de los recursos existentes. Una reflexión de especial relevancia actualmente, cuando se impone la necesidad de formas de consumo responsables. 7. Homenaje a Dado (1933-2010) Nacido en Montenegro en 1933, en una familia de médicos e intelectuales, Dado (Miodrag Djuric) creció bajo la ocupación nazi. Atraído por la pintura desde muy joven, estudió en la Escuela de Bellas Artes de Belgrado. En 1956 se trasladó a París, donde pronto destacó en la escena cultural. Frecuentó artistas como Jean Dubuffet y Roberto Matta, y trabajó con el marchante Daniel Cordier. Este le cedió generosamente una de sus propiedades, un molino en Hérouval, donde Dado instaló su taller. En 1962, en Nueva York, donde se encontraba con motivo de una exposición de sus obras, conoció a Hessie, con quien se casó. Ella dejó su trabajo de copista para Karman y marchó a Francia a vivir con él y con los dos hijos, Yasfaro y Domingo, que había tenido con otra pareja. Con él tuvo otros tres hijos: Yanitza, Malcolm y Amarante. La pareja se instaló en Hérouval, a 70 km de París, en una casa visitada a menudo por artistas (Jean Dewasne y Mythia Kolesar, Hans Bellmer y Unica Zurn), escritores (Pierre Bettencourt, Kateb Yacine), coleccionistas (François y Germaine de Liencourt), críticos y conservadores de museos (Aline Dallier, Dany Bloch). En un ambiente tan propicio al arte, Hessie decidió instalar su propio taller, donde trabajaba antes y después de las clases de los niños. Contrariamente a lo que sucedía con el taller de Dado, donde los niños podían circular libremente, el taller de Hessie era su ámbito secreto que mantuvo celosamente clausurado. Dibujante excepcional, Dado creó todo un bestiario de monstruos, criaturas tullidas, formas torturadas que parecen salidas de una pesadilla. Sus cuadros parecen el resultado de una erupción, un violento exorcismo. Para este pintor, «cada cuadro es un asesinato». Esta efusión plástica puede palparse en los collages realizados por Hessie a comienzos de los setenta (T-shirt de Dado, Slip de Dado), en los que la ropa del artista son los indicios y pruebas de una masacre pictórica. En otro registro, el collage realizado con las notas de crédito de una panadería nos recuerda el día a día del artista obligado a «ganarse su pan». Este cúmulo de autógrafos de Dado invita a reflexionar sobre el valor de la firma y la economía de los artistas, sometidos a la trivialidad de unas condiciones de vida con frecuencia precarias. 8. Rejillas En 1972, Hessie comenzó a trabajar en una nueva serie, Grillages (Rejas), que acabó ocupando un lugar importante en su obra. La artista señaló, en una entrevista, que la idea de las rejillas le vino al construir una jaula para albergar unas gallinas enanas que le habían regalado. Una trama de alveolos regulares trazados con líneas tejidas con hilo blanco o de colores en piezas de tela cruda de diferentes tamaños, tal es la base de estas rejillas, evocadoras de una colmena, una tela de araña o una red de pesca, y que cubren toda la superficie para ofrecer una imagen profundamente ambivalente, a medias capullo protector y jaula asfixiante. La crítica de arte Anne Tronche vio en la obra de Hessie «la labor rebelde de una araña esquizofrénica». Es una definición que parece especialmente pertinente ante estas rejillas obsesivas, que parecen haber sido trazadas por una abeja obrera como una letanía gráfica evocadora de la Abstracción Excéntrica. En 1966, la historiadora del arte estadounidense Lucy Lippard caracterizó las obras de este movimiento, realizadas por artistas como Eva Hesse (1936-1970) y Agnès Martin (1912-2004), como a la vez «visuales, táctiles y viscerales». Hessie comparte con Martin la misma tendencia al despojamiento visual y la obsesión por cuadrículas y rejillas, con su motivo de líneas que se repiten y que invitan a una meditación sobre el tiempo. La excéntrica estructura de rejillas bordadas de Hessie exige especial atención para poder captar sus vibraciones, capaces de transmitir la vivencia del tiempo de la artista. Un tiempo que parece estirarse hasta confundirse con los hilos de la retícula para trazar la trama del tiempo doméstico. Estas composiciones rigurosas y sistemáticas son el resultado de un trabajo lento, solitario y anónimo, en la que el cuerpo interviene de manera ritualizada. En Grillages (Rejillas) late algo profundamente atemporal y elemental, como lo son también el tejido y las telas, «primera necesidad del Hombre para taparse, protegerse, calentarse», recuerda Hessie. Algo que parece remitir a la perturbadora serie «Ropa de fatiga», en la que aparece una de las escasas referencias antropomórficas en las obras bordadas de la artista. 9. Mythia Kolesar Transe-perce Survie, 1975 Cortometraje. Vídeo, color y sonido. 25') Cortesía de Gérard Galby Artista plástica y visual, cineasta, la eslovaca Mythia Kolesar realizó, en 1975, el cortometraje Transe Perce survie, título basado en un juego de palabras que puede traducirse como «Trance pasar supervivencia». Es un retrato experimental y poético de la artista Hessie que forma parte del ciclo Creadoras, integrado por seis cintas: Transe Humance, Transe Lucides, Transes Positions, Transe Uranienne, Transe Module y Transe Perce. El objetivo de este ciclo es visibilizar «la capacidad creadora de las mujeres en el terreno del arte y la vida». Mythia Kolesar ha explicado como filmó Transe Perce: «Fui a la casa [de Hessie], que está en el campo, cerca de un lago, un molino rodeado de prados, y la base del guión fue esto: filmar a Hessie tendida en una barca estrecha y negra colocada sobre la hierba. Hessie se cosió dentro de la embarcación con hilos que dispuso en cruz de un extremo a otro hasta quedar atada. El efecto producido por esta imagen era extraordinario. La idea era que tejer, actividad sumamente femenina desde la Antigüedad y la Edad Media, es realizada por la mujer sobre su propio cuerpo». Vemos a Hessie en el jardín de su molino de Hérouval, rodeada de sus hijos, con turbante y máscara, el hilo y la aguja en la mano, tejiendo su ropa, construyendo una jaula enrejada para las gallinas... Todas estas imágenes aparecen envueltas en una trama sonora y poética. Trans Perce Survie fue presentado en ARC en 1975 y posteriormente, en 1978, en la Konsthalle de Lund, en el marco de Survival Art, exposiciones monográficas de la obra de Hessie. En esa misma década, también fue proyectado en la A.I.R. Gallery de Nueva York y el Museo del Centre Georges Pompidou. De esta obra, lamentablemente, solo existe una copia en mal estado, con imágenes y sonido muy deteriorados. No obstante, nos ha parecido de interés mostrar una versión que, en ausencia del texto original, ofrece subtítulos inéditos inspirados en una lectura contemporánea. A pesar de la calidad deficiente del sonido, las palabras de la artista arrojan luz sobre su relación con la escritura, el tiempo, la música o la cosmología. 10. Hérouval En 1962, Dado viajó a Nueva York para asistir a su primera exposición individual en Estados Unidos, en la galería Cordier-Warren. En esa ciudad conoció a Hessie, que trabajaba como copista en un taller de reproducción de obras de arte. Juntos volvieron a Francia, y la pareja se instaló a vivir en la casa de Dado, en Hérouval. Cuando el marchante Daniel Cordier comenzó a llevar la obra de Dado, ofreció al artista alojamiento en un cine clausurado de Courcelles-les-Gisors, a una hora aproximadamente de París. En 1960, Cordier compró un molino abandonado, y decide venderlo a Dado por una cantidad simbólica de dinero. El artista se trasladó entonces al Molino de Hérouval, situado en la comuna de Montjavoult, en el Vexin normando. Allí se estableció la pareja y fundó una familia, primero con Yasfaro y Domingo, hijos de Hessie que Dado adoptó, a los que se sumaron Yanitza, Malcolm y Amarante. Vivir en Hérouval supuso para Hessie un cambio radical. Medio en broma apenas, lo primero que le dijo a Dado, al llegar a su nuevo hogar, fue «¡Pero dónde está la gente!». Al vivir lejos de París, Dado y Hessie optaron por situarse al margen. Un margen, por otro lado, que también signa sus experiencias culturales y artísticas. La propiedad, que incluía varias construcciones y un estanque, recuerda hasta cierto punto uno de los grandes lienzos de Dado, como si fuera una materialización de su universo artístico. Dado pinta en todas partes, cubre con frescos las paredes, decora los muebles. Su taller desborda y ocupa todo el espacio del molino, abierto a los cuatro vientos y a cualquier visitante, mientras el de Hessie es todo lo contrario: un ámbito íntimo, cerrado por completo. En él puede retirarse y, literalmente, recluirse a solas. Es su «cuarto propio», según la fórmula que Virginia Woolf acuñó en 1929 en el libro homónimo, escrito en respuesta a una invitación a escribir algo sobre el tema «Las mujeres y la novela». La escritora inglesa sostiene en él que la condición previa para que una mujer pueda dedicarse a la escritura es disponer de «quinientas libras al año y un cuarto con cerradura en la puerta». Hessie también tuvo un taller en París, en el distrito 13, donde en 1978 acogió una serie de actividades artísticas y culturales organizadas por el movimiento Femme/Art. A cargo de los niños, trabajaba en su taller antes y después de la escuela. Una de sus hijas piensa que su madre se dedicó al arte «para que la dejaran en paz». Y aunque su apoyo al feminismo era sincero, las reuniones semanales en París con mujeres artistas, que describió como su «día de oxigenación», también le servían para salir del encierro campestre. Llevó adelante una vida de madre y esposa, pero ello no le impidió seguir creando hasta su muerte. A su manera, se valió de una de las armas que James Joyce, en el Retrato del artista adolescente (1916), atribuyó a los artistas: «el silencio, el exilio y la astucia». 11. Perrine Lacroix Silence, 2017 Díptico de vídeo, color y sonido. 15' 32" Cortesía Perrine Lacroix y galería Snap Projects, Lyon En 2016, la artista y curadora Perrine Lacroix sometió a Hessie el proyecto de una exposición monográfica para La BF15 de Lyon, que llevaría el título Silencio. A raíz de su trabajo en común, las dos mujeres artistas quisieron prolongar su colaboración y plasmar su complicidad en una película. No se trataba de realizar un documental, sino una obra poética, un retrato íntimo de Hessie inmersa en su universo. La filmación, como es lógico, se enmarca en el Molino de Hérouval, en Normandía, transformado desde 1962 en hogar-taller por Hessie y su esposo, el pintor Dado. La cámara atraviesa este espacio de vida y creación, ámbito excepcional, a la vez familiar y artístico, que acogió a niños, artistas, críticos, comisarios, coleccionistas. Y mientras recorre el espacio, Hessie nos confía su quehacer y habla de su obra, de su vida como artista, madre y esposa, de lo difícil que es conciliar estos tres aspectos de su vida. En esta cinta fuerte y justa, Hessie desvela con pudor y sinceridad los recuerdos de su singular historia. La película de Perrine Lacroix es el testimonio excepcional y valioso de una mujer que preservó el misterio de su vida y supo dar voz al silencio. La forma de díptico permite congregar bajo una misma mirada la palabra y el mundo de Hessie, el campo y contracampo de su universo. Un paseo por un espacio en medio de la naturaleza, apartado y a la vez exuberante, que aguza nuestra curiosidad por el taller personal de la artista, su «cuarto» de trabajo, ese lugar de la intimidad femenina tan caro a Virginia Woolf, un espacio que, sin embargo, no llegamos a ver. Hessie fue estrenado en Abattoirs de Toulouse, en el marco de la retrospectiva Hessie, Survival Art. Ofrecer a los espectadores la oportunidad de adentrarse un poco más en el misterio de esta artista, tan enigmática como fascinante. El vínculo entre las dos artistas indica hasta qué punto fue Hessie una «artista para artistas», es decir, una mujer cuya obra, aun a despecho de haber sido poco atendida por la crítica y las instituciones, siempre fue reconocida por sus pares, a los que ha inspirado, sobre todo a mujeres artistas más jóvenes.


Imágenes de la Exposición
Déchets collages grillages (No. Inv. 144),1978-79. Foto: Béatrice Hatala. Cortesía de Galerie Arnaud Lefebvre

Entrada actualizada el el 08 jun de 2018

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