Descripción de la Exposición
Pocas veces se ha podido contemplar la obra de Henri Michaux (1899-1984) en Cataluña. Pese a la ocasional presencia de trabajos suyos en alguna muestra colectiva, debemos remontarnos a 1998 para encontrar el primer ejemplo de una exposición monográfica dedicada a Michaux en un espacio público. Se trata de la muestra titulada Henri Michaux. Dibuixos mescalínics (Henri Michaux. Dibujos mescalínicos), comisariada por Victoria Combalía en el centro cultural Tecla Sala del Hospitalet de Llobregat. La muestra Henri Michaux. À la nuit sans limites que ahora proponemos, un proyecto a cargo de Juan Manuel Bonet y Marc Domènech, es pues la primera retrospectiva que se organiza en Cataluña en un espacio privado.
Con más de cuarenta obras –entre acuarelas, gouaches, óleos y tintas–, la exposición traza un completo recorrido por la obra del poeta-pintor empezando por un espléndido gouache de la serie fond noir que data de 1937 y acabando con una pintura de 1984, año de su muerte. La exposición transcurre por muchas de sus series más emblemáticas, como los frottages de los años cuarenta, los grafismos característicos de la serie Mouvements a principios de la década de los cincuenta, las obras realizadas durante su periodo mescalínico, así como las extraordinarias acuarelas de los años sesenta y setenta y las grandes tintas y acrílicos de los setenta y ochenta.
En 1972 el propio Michaux escribió: «Nacido, criado y educado en un entorno y una cultura exclusivamente “verbales”, pinto para descondicionarme» (Emergenciasresurgencias, 1972). Poeta poseedor de un gran bagaje literario, fue precisamente en el campo del dibujo y la pintura donde Michaux encontró una extraordinaria posibilidad de ruptura, un medio que le permitía remover espacios mentales, «fantasmas interiores» que él consideraba inexplorados y quería expresar. Su obra plástica transcurre siempre por caminos experimentales en los que el trazo libre, el ritmo, el movimiento y el signo tienen una gran importancia y en los que la representación de la realidad exterior no tiene cabida.
La suya fue una constante e incesante búsqueda para informar y comunicar plásticamente lo oculto, una salida por la que poder huir de la norma, abandonar el molde y experimentarse a sí mismo. Tal como escribió Octavio Paz en 1977, para Michaux, «la pintura, más que una representación de las visiones del artista, es un exorcismo». Ese fue el motivo que lo llevó a experimentar, siempre bajo supervisión médica, con la mescalina y otras sustancias psicotrópicas. De igual modo, por esa necesidad de buscar un origen espontáneo y descondicionado, mostró tanto interés por las tradiciones primitivas y los dibujos infantiles. El interés por el trazo y el movimiento lo acercaron a otra tradición, la de la caligrafía china. Y su respeto por la vanguardia lo impulsó a considerar las obras de Max Ernst, Paul Klee y Giorgio de Chirico como los detonantes de su apuesta por la pintura.
Henri Michaux nace en Namur (Bélgica) el 24 de mayo de 1899. Se introduce en el mundo de la literatura desde muy joven. A pesar de interesarse por la medicina (estudios que pronto abandona) y enrolarse durante un tiempo en la marina mercante, a partir de 1922 decide dedicarse a escribir tras leer a Lautréamont. En 1925 se instala en París, donde conoce a Jules Supervielle. Durante estos años realiza también sus primeras obras plásticas, pero se dará a conocer a través de la literatura. Siguen años dedicados a escribir y a viajar. En 1927 visita Ecuador con su amigo, el también poeta Alfredo Gangotena. Asimismo, viaja por Turquía, India, Indonesia y China. En 1933 publica su famoso libro Un barbare en Asie. A partir de 1937 empieza a exponer su obra pictórica, que ha ido evolucionando paralelamente a su obra escrita, hasta el punto de que algunos de sus libros –Entre centre et absence (1936), Peintures (1939), Arbres des tropiques (1942), Exorcismes (1943) o Labyrinthes (1944)– incorporan ya dibujos que acompañan a los poemas. Durante los años cuarenta, en plena ocupación alemana, sigue escribiendo, Henri Michaux, c.1959 © Karl Flinker pintando y dibujando. Encuentra en el gouache y la acuarela a sus mejores aliados. Tras la muerte de su mujer a consecuencia de unas graves quemaduras, se lanza a dibujar con tinta, y en 1951 publica Mouvements, libro que recoge muchos de estos dibujos de formas en movimiento. Entre 1955 y 1960 experimenta, bajo supervisión médica, con la mescalina, y analiza los efectos que esta droga tiene en sus obras. Publica las conclusiones de estos experimentos en sus libros Misérable Miracle (1956), L’Infini turbulent (1957) y Paix dans les brisements (1959). En 1965 se celebra la gran exposición (más de 250 obras) en el Musée National d’Art Moderne de París, que lo consolida en la escena artística internacional. Seguirán numerosas exposiciones, tanto en galerías privadas como en instituciones públicas, entre las que destacan la del Musée d’Art et d’Industrie de Saint-Étienne (1969), la del Musée des Beaux-Arts de Gante (1971), la del Palais des Beaux-Arts de Bruselas (1972), la de la Kestner-Gesellschaft de Hannover (1972), la de la Fondation Maeght de Saint-Paul-de-Vence (1976) o la del Solomon R. Guggenheim Museum de Nueva York (1978). En los últimos años de su vida se centra mayoritariamente en la producción de tintas y acrílicos en los que el movimiento y el ritmo del trazo y la deliberada indefinición de las formas se vuelven mucho más complejos. Tal como dice el propio Michaux en 1972, «(...) el cuadro está listo cuando se percibe en él una gran cantidad de movimiento. Me detengo antes de la anécdota».
Exposición. 15 sep de 2021 - 18 nov de 2021 / Marc Domènech (GMD) / Barcelona, España
Exposición. 13 dic de 2024 - 04 may de 2025 / CAAC - Centro Andaluz de Arte Contemporáneo / Sevilla, España
Formación. 01 oct de 2024 - 04 abr de 2025 / PHotoEspaña / Madrid, España