HECATOMBE es una pulsión que atraviesa toda la obra de Ramiro Tapia (Santander, 1931). Obra radial. Radical. Radio-activa. Desde un centro de imagen desplegándose en actividad sin cuento hacia fuera –arquitecturas y biologías que no están en los escritos–, y hacia dentro -laberintos, figuraciones de lo imposible. Y en el envés, sus Ogros. Seres desbocados de naturaleza. Mutantes. Catástrofes de lo humano. En su propio viaje de lo visceral a lo robótico. Bestias de la devastación o tal vez Ángeles travestidos de Demonio.
La exposición parece que tiene principio y fin. Recorre un camino desde el génesis de las formas hasta el apocalípsis de la razón. La explosión de vida. La plenitud humana. El abuso y la destrucción del Planeta. La llegada misteriosa de los Ogros a recomponer las cenizas.
Pero más allá del camino establecido, de la senda figurada en el mapa, HECATOMBE es un viaje espiritual. Sólo porque hay devastación...acontece la visión. La aniquilación del ojo propicia la regeneración del ojo. Así HECATOMBE es una vía interior. Hecha de ascensos y caídas. Experiencias de elevación y anatomías de la desolación y el renacimiento.
La pintura de Ramiro Tapia, polifónica, poliédrica, polinizada por el sueño, tiene la frescura de un primitivo. La aventura de un pionero. La visión de lo primigenio.
Entrada actualizada el el 05 jun de 2020
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