Descripción de la Exposición En el fondo de los personajes, de los objetos y de los paisajes, sobrevive un lenguaje oscuro que por su intensidad determina los comportamientos. La fuerza reprimida de las imágenes interiores empuja hacia resultados complejos e incluso inexplicables. Lo caótico inquietante oculta un sentido profundo. Los grabados que presentamos destilan lo adquirido en la lectura de la obra poética de Juan de la Cruz, de los Cuatro cuartetos de T. S. Eliot, y de otros autores. Al igual que aquellos, aspiran a transmitir su experiencia dramática como si se tratara de una iluminación. Tanto los poemas referidos como estos grabados son experiencias individuales que se proyectan a lo colectivo, pues parten de una interpretación crítica del comportamiento humano. Los desajustes anímicos (situaciones psicológicas de angustia, ansiedad, preocupación) pertenecen a todos, aunque solamente unos pocos las conviertan en literatura. Este sentido dramático se desvela en lo individual, pero parte de lo general. La desesperación y otros sentimientos negativos se comportan como una plaga parásita e inteligente. Las interpretaciones dramáticas son escenificaciones de sentimientos. Se trata de épicas que, aunque inverosímiles, resitúan los problemas y sueñan con una realidad más amable. Jung sitúa el problema en la estabilización del anima (factor de la mayor importancia en la psicología masculina), como la razón por la que surge un hombre en estado de malestar, que difunde el malestar en un más amplio círculo. El imaginario plantea una conexión directa entre las particularidades de la personalidad del individuo y las de un grupo. Tanto el origen de uno como del otro se encuentra en los mismos arquetipos. Ambos han derivado en las mismas problemáticas. En estas obras, el autor se duele de ellas pero no renuncia, desde la lectura más pesimista, al cambio. Cornelius Castoriadis señala que el imaginario está integrado por el magma de todos los recuerdos y representaciones. Los espacios interiores son el ambiente alrededor del cual se organiza la realidad. Lo oculto, lo nocturno, lo invisible... componen la posibilidad más sugerente. Ideas densas de Juan de la Cruz, alejadas del peso y de la materia. El vacío y el consiguiente silencio se convierten en objetivos, mientras que la descripción y la narración son cargas de las que hay que liberarse. La práctica artística con riesgo psicológico premia y otorga conocimiento a quien la experimenta. Es un tratamiento de ritual iniciático que posibilita el acceso a lo que antes no se sabía. Se trata de un tercer estado espacial (el narrado, el imaginado y el primario) que surge tras la negación consecutiva de los anteriores. A partir de aquí se abre un lugar ignorado donde, sin saber, se trasciende todo conocimiento, se va más allá. Los cambios radicales de registros gráficos derivan en una bajada anímica que despierta y desarrolla la vía sustractiva. A partir de aquí se conoce la negación (retórica negativa) como una manera de comprender los acontecimientos. Nuestras imágenes se conforman y se desarrollan bajo ese prisma, que aparece repleto de opciones alternativas. José Jiménez afirma, a partir de la lectura de Juan de la Cruz, que lo inmediato se hace trascendental cuando sucede el más extremo abatimiento.