Descripción de la Exposición
Guerra y Globalización es la tercera exposición individual de Xevi Vilaró en STOA, comisariada por Roberto Ballesteros y Conchi Álvarez. Pinturas realizadas al óleo sobre metacrilato, técnica identificativa de este artista, impactan al asomarnos a la muestra. Son retratos de cuerpo entero de personajes impecable y elegantemente ataviados en tonos oscuros, contrastando con el níveo fondo del metacrilato. Con ello el autor invade el espacio del espectador de tal manera que nadie puede sustraerse a su observación. Y al epatar, surge el mecanismo de interpretación de cada individuo. En las muestras anteriores de Vilaró en STOA, “Morituri te salutant” y “Amazonas” hicimos ese ejercicio. En esta ocasión tenemos el privilegio de contar con la personal exégesis de Roberto Ballesteros:
MALESTAR EN LA CIVILIZACIÓN (Guerra y Globalización)
La presente selección de cuadros de Xevi Vilaró, puede que les provoque de inmediato una sensación dispersa de estar recibiendo sintéticos mensajes agónicos de máscaras inquietantes de cuero negro, artefactos visuales, voces ocultas o complementos impropios para trajes de etiqueta. Rápidamente verán que encajan perfectamente a la medida de unos cuerpos divididos que posan con indolente indiferencia, al mismo tiempo que delatan, intencionalmente, un contrapunto de ideas y materiales que sugieren al mismo tiempo armonía y subversión.
En cada escena enmarcada para esta exposición se abre un espacio intemporal para la controversia. Si usted se detiene en un cuadro concreto y se enfrenta al dilema que plantea el artista en esta proposición temática perfectamente distribuida por la galería, quizá detecte el viaje intensional de cada pieza y la conexión extensional del conjunto conformando una especie de fenomenología del espíritu artístico del autor en su obra.
Ya situados en medio de la sala se “presiente” el revoloteo de los pájaros pintados, metáforas zoomorfas de un clamor reivindicativo que Vilaró domina muy bien transformando la composición en reflexión. La materia prima, los personajes, el vestuario, la decoración como atrezo conforman una propuesta que se compadece en lo esencial con la temática expuesta en una de las obras menos conocidas de Sigmund Freud, Malestar en la Civilización. De una manera mundana, dirigida al que observa, abre un campo de debate filosófico donde confluyen las ideologías asociadas a los fenómenos de Guerra, Globalización, Mundialización, Violencia, Paz, Ética o Terrorismo, dando comienzo al debate.
En el transcurso de la epopeya humana, los deslumbrantes, pero también aterradores, prodigios de la Civilización, formaron parte del proceso universal de humanizar la barbarie, una interminable campaña globalizadora convencida de la necesidad evangélica de occidentalizar Oriente. Estas misiones trajeron desde el comienzo del contacto con lo salvaje, un mundo de mitologías, de utopías y de argonautas visionarios que fueron buscando monstruos con dobles cabezas y volvieron con flores, animales y plantas. Cada intento de civilizar a los bárbaros gentiles, los civilizados civilizadores nunca dejaron de avanzar, desde cada uno de los ortogramas transcendentales que proyectaban, siempre adelante con fe en las verdades reveladas siempre fieles a sus programas, hayan sido estos estéticos y vengativos como el proyecto nazi, genéticos, ad eternum, como la fe del pueblo judío; o soteriológicos, como la promesa de Jesucristo a los hombres. Pero ¿por qué causas el proceso de Civilización, en su metamorfosis como Mundialización, produce Malestar?
Tenemos la impresión, y a ésta podríamos reducir el fenómeno de la Globalización, de que estamos viviendo en un Mundo cosmopolita, en un Globo común, en el cual, si todavía no compartimos todas las cosas, compartimos, al menos intencionalmente, muchas y vemos cómo otros las disfrutan, efectivamente, casi todas.
En cuanto ideología, la «teoría» de la Globalización canaliza una visión práctica del Mundo, que cristaliza los intereses de una sociedad en tanto se enfrenta con los intereses de otras sociedades o grupos sociales. Y sólo si podemos delimitar cuáles sean los intereses contra los que la Idea de Globalización se enfrenta, podremos entender esa ideología. Aquí se cumple plenamente la regla de que sólo podemos entender un pensamiento (ideología) cuando sabemos contra quién va dirigido. Es fácil caer en la trampa que nos dispuso el enfrentamiento de los bloques durante la Guerra Fría y concluir que la ideología de la Globalización es la respuesta del capitalismo victorioso contra el comunismo. Habría razones abundantes para argumentar en esta dirección pues la Globalización aparece de hecho tras la caída de la URSS, al final de la Guerra Fría; por tanto, la ideología de la Globalización podría interpretarse como la ideología de los vencedores, contra el comunismo vencido. Pero nos equivocaríamos. Si la Idea de Globalización sustituye a la Idea de Comunismo, como proyecto de sociedad global universal, es porque puede sustituirla, es decir, porque comparte elementos comunes decisivos, contraria sunt circa eadem.
Conviene tener en cuenta que el Género humano tiene el formato de una totalidad atributiva, y además idiográfica, ya que no podemos pensar que existe más que un único Género humano como tal, que se despliega en la Tierra (en el Globo) a lo largo de su historia y, por tanto, no podríamos hablar de diferentes civilizaciones más allá de la analogía de atribución al proceso de Civilización. Pero de este Género generador se desprenden múltiples especies enfrentadas entre sí por la supervivencia Una biocenosis que es la raíz radical de todo Malestar del individuo en tribu, pueblo, sociedad o Estado.
En este punto, el discurso tiene la necesidad de regresar a la invención de la idea de Civilización. Es aquí donde la civilización Occidental tiene una gran deuda con la institutio de la Iglesia, no solo por la existencia de las universidades, las instituciones benéficas, el Derecho Internacional, las ciencias y otros Importantes principios legales, entre otras muchas cosas. La civilización Occidental debe a la Iglesia católica mucho más de lo que la mayoría de la gente, incluidos los católicos, tiende a pensar y lo cierto es que la Iglesia construyó la Civilización occidental. Naturalmente que la Civilización occidental no tiene su origen sólo en el catolicismo, pues sería ocultar la Importancia de la influencia determinante de las culturas de Grecia y de Roma, o de los distintos pueblos germánicos que heredaron el Imperio romano de Occidente. Sin embargo, lejos de repudiar estas tradiciones, la Iglesia las ha asimilado y ha aprendido lo mejor de todas ellas. Sorprende así que la sustantiva y esencial aportación católica haya pasado relativamente inadvertida en la cultura popular, pero no en la conciencia de los artistas tan notables como Vilaró.
Premio. 27 ene de 2025 - 10 mar de 2025 / Vitoria-Gasteiz, Álava, España
Exposición. 26 feb de 2025 - 01 sep de 2025 / Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (MNCARS) / Madrid, España
Formación. 01 oct de 2024 - 04 abr de 2025 / PHotoEspaña / Madrid, España