Descripción de la Exposición
“Lo único que existe realmente es el punto. Y de la organización de puntos obtienes toda la realidad.”
Nassim Haramein, Conferencia en Rogue Valley, 2003
“No tengas nada en tu hogar que no tenga un uso o que no creas que es bello.”
William Morris
Fabián Bercic fabrica objetos en forma artesanal. ¿Acaso no es la tarea del artesano el ímpetu primigenio de hacer del mundo un sitio más amable? Sugería Ernst Gombrich en El sentido del orden que el impulso que mueve al decorador a seguir llenando todo vacío resultante, descrito generalmente con el término horror vacui, podía ser reemplazado por el término amor infiniti (amor del infinito). "Enmarcado, rellenado, vinculación. Cualquiera de estos procedimientos de complicación gradual puede señalar el camino hacia el infinito”, subrayaba.
Fabián Bercic lija las superficies y las altera de la misma manera, morosa, insistente, con que el vaivén del agua modela las costas de los paisajes. Lija durante horas. Luego pule durante horas. Deposita una capa de resina. Espera durante horas. Deposita otra capa de resina. Espera. Debe abandonar el objeto cierta cantidad de tiempo, abstenerse de actuar, obedecer el ritmo que la correcta maceración de los materiales le dicta. El proceso no se apura, la fragilidad del material impone límites, indica los rituales con que debe uno guiarse para no violentar la estirpe de la cosa. La urgencia cede, la morfología es una perla que hay que esmerarse en conseguir, no un hallazgo casual, no una ocurrencia.
Hay un plan, es un boceto tímido, un diseño aún sin asidero, una intuición que puede demorar años en materializarse. Y cuando eso sucede, aparece el oficio, las dudas técnicas, constructivas, y las consultas a aquellos que por fuera del mundo del arte contemporáneo resuelven los misterios de la materia en sus talleres de artesanos, en sus carpinterías, en sus casas de herreros. Para fabricar un objeto en forma artesanal hay que doblegar el material. Combinarlo adecuadamente, apreciar su consistencia, su comportamiento, su temperatura. Calibrar el sonido que produce una cosa pegada a otra, incrustada, encastrada. Y mientras tanto, los pensamientos son como piezas todavía sueltas de un rompecabezas, el sentido íntimo de la forma total es una promesa.
Los miembros de la familia Picidae (pájaros carpinteros), tienen picos fuertes. Con ellos taladran y tamborilean en los árboles. Con sus lenguas finas, puntiagudas, cubiertas de pequeñas cerdas, extraen la comida. Ellos tallan la madera, pero no lo hacen para decorar, es pura supervivencia. Steve Jobs decía que el diseño es el alma de todo lo creado por el hombre. ¿Acaso el ser humano no decora para asegurar su supervivencia psíquica? Ansiaba Matisse un arte de equilibrio que sea para todo trabajador o intelectual un lenitivo, un calmante cerebral, algo análogo a un buen sillón en el que descansar de las fatigas físicas. Y nos dio un arte que, todavía hoy, sabe darnos estocadas, una obra llena de esfuerzo y convulsión de forma y arrepentimiento y embestida. Porque el impulso ornamental es también lucha, batalla ardua. El rococó oculta la angustia de la finitud bajo volutas y tules color pastel. El manierismo disimula el dolor con la gesticulación sedante de sus curvas sinuosas.
Cuenta Fabián Bercic que nunca pudo meditar. Su mente salta del pasado al futuro y le es difícil concentrarse en el instante presente. Agrega que tal vez la práctica más cercana a la meditación esté ligada, en su caso, al trabajo manual. Todas las tradiciones monásticas enfatizan el trabajo manual como una vía para conservar el silencio interno, el cuerpo en movimiento, la concentración aplicada al objeto. Barrer, trabajar el jardín, fabricar quesos o sacar lustre a un mueble; el espíritu se aquieta, las turbulencias mentales se disipan. Es posible vislumbrar el claro del bosque, tender hacia él desde la espesura.
Cuando Fabián Bercic se acerca al bordado busca un patrón previo que pone correa a su concentración, lo retiene en la procesión de un punto tras otro, tras otro. El modelo es la imagen de un tapiz hallada en internet. Se trata de un diseño de Nils Erik Lundstrom, de 1913, cuyo título es The witch´s lake. Un pantano de aguas turbias, vegetación metida en retícula geométrica romboidal y, en primer plano, tres grupos de cuatro libélulas en impecable formación simétrica. Nada se sabe sobre las personas que tradujeron el diseño de Lundstrom al tapiz. El conocimiento no tiene dueño sino cultores. Dos horas por día durante siete meses bordó Fabián Bercic el paisaje pantanoso. Siete grises distintos de hilos. Mientras bordaba, Fabián Bercic escuchó conferencias de física cuántica, las más “duras” y también las new age. La teoría del holograma, las realidades paralelas, los multiuniversos. La exploración del infinito se explicaba en videos de youtube mientras Fabián Bercic hacía el trabajo de la hormiga en una superficie más chica que una baldosa, ciñéndose a la partitura como quien entiende que el corsé aprieta pero modela la mejor opción posible de la forma.
Meteora, al igual que el bordado, se inspira en un modelo: una pieza atribuida al diseñador italiano Ico Parisi. Bercic realiza una versión propia, más manierista, hecha en resina poliéster, madera y bronce. El dodecaedro se abre, es contenedor y es portal. Es un mueble paradójico, destinado a guardar ninguna otra cosa que aire, brillo resinoso, y la mirada que se abisma.
Verónica Gómez
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