Gogol, nació en la Unión Soviética en el año 1970. Al cabo de una experiencia tan larga como nutrida, se presenta como escultor.

Su lenguaje responde a la lógica precisión de cada espacio intervenido, un recorrido de la obra de manera constante, sin perder lo predominante de los detalles que se encuentran en cada pieza que fue fundida, modelada y engarzada por sus propias manos.

No solo ciñe la joyería también lo realiza en sus piezas donde radica lo natural, intervenidas con oro, plata, brillantes, diamantes, rubi, zafiros y esmeraldas. Los detalles forman gran parte de su minucioso trabajo de alto conocimiento que lo rebela como un escultor contemporáneo.

Su obra es un panorama de imágenes vivas, en movimiento. Existe una geografía en sus piezas, cada escena presenta una arquitectura única. La naturaleza ... es constante dentro de su obra, más allá de ser el punto de apoyo y soporte en la misma, representa insectos, reptiles ovíparos y una sutileza erótica de procreación.

La realidad de un mundo que todavía espera el momento de enriquecer, el erotismo del esperma en la mayoría de sus piezas logra una visión de crecimiento, de creación en movimiento. Fundamenta el curso del desarrollo, como signo de evolución, y permite proyectar una corriente neutral, natural y espontánea.

El artista elige el amor, antes que la guerra, la intención de intentar mantener las cosas en cierto lineamiento surge del detalle que no se repite, siempre es diferente, pero logran perdurar en nuestra retina. Una secuencia narrativa viaja en sus piezas.

Las siete piezas que componen la exhibición, nos permiten una visión de un mundo diverso y homogéneo. El trabajo sobre cada piedra y fósil crea un juego de danza natural.