Descripción de la Exposición
El Museo Guggenheim Bilbao presenta Gerhard Richter. Marinas, una ocasión única para contemplar el mayor conjunto de los célebres paisajes marinos del artista alemán reunidos hasta la fecha. Las marinas de Richter no son meras representaciones de la naturaleza. Por un lado, desafían la percepción del espectador haciendo que la pintura se asemeje a la fotografía: logra una superficie muy lisa aplicando el pigmento muy diluido y desenfoca la imagen al igual que sucede en algunas instantáneas. Por otro lado, Richter embellece el paisaje buscando alcanzar la perfección; en algunas obras el cielo y el mar proceden de dos imágenes distintas y se funden, llegando a ser casi intercambiables y dejando así al espectador la identificación de cada uno de ellos.
Gerhard Richter nace poco antes del inicio de la II Guerra Mundial en Dresde, ciudad que al terminar la contienda pasará a formar parte de Alemania Oriental. Pronto, el interés del artista por el Informalismo y el Expresionismo que se desarrollan al otro lado del Telón de Acero le lleva a abandonar su localidad natal. En 1961 se afinca en Düsseldorf, donde entra en contacto con Sigmar Polke, Blinky Palermo y Konrad Fischer, entre otros creadores. Aunque anteriormente a esta fecha Richter ya había realizado algunas pinturas basadas en fotografías, el propio artista considera las obras que realiza a partir de 1962 sus primeras fotopinturas. En su búsqueda de un “nuevo comienzo”, estos nuevos trabajos marcan un punto de inflexión en su carrera.
El mar sirvió en un principio como soporte para sus retratos, capturas que provenían de un álbum familiar. Entre estos precedentes se encuentran escenas de playa como Renate y Marianne (Renate und Marianne, 1964), en la que presenta a su mujer y su cuñada sobre la arena, o Familia en la costa (Familie am Meer, 1964), otro borroso retrato familiar en el que la figura de su suegro domina de la escena. Un poco más tarde en Tumbona (Liegestuhl, 1964), el cuerpo humano pasa a intuirse vagamente, sin poder identificar al modelo como en los anteriores lienzos, y en 1965 realiza un pequeño paisaje fundiendo con tonos grises la figuración y la abstracción, en lo que podríamos, de forma un tanto aventurada, considerar su primera marina, Paisaje (Landschaft, 1965).
Recorrido por la exposición
Los grises tan característicos en la obra de Richter, que le acompañan a lo largo de toda su carrera y que él define como “ausentes de opinión”, también están presentes en su primera obra titulada Marina (Seestück) de 1968, presente en esta exposición. Se trata de un óleo sobre lienzo de pequeñas dimensiones y formato muy horizontal, como si hubiera pasado por las lentes anamórficas del cinemascope. En él se aprecia un horizonte infinito y pequeños remolinos de lo que podría ser espuma blanca en los que la materialidad de la pintura se hace más espesa, revelando la pincelada del artista. Se trata de una obra que bien podría representar un paisaje desértico, pero cuyo título nos sitúa ante el océano, que aparece envuelto por una luz difusa y una atmósfera cenicienta. Tres décadas y 22 óleos sobre lienzo separan esta marina sin figura alguna de la última que el artista pintó en 1998, y que forma parte de la colección del Museo Guggenheim Bilbao. A lo largo estos años, Richter presenta paisajes en diferentes tamaños y formatos, colores y estilos. Así, a una marina abstracta en la que la línea del horizonte apenas se intuye, le siguen y anteceden otras en las que el realismo fotográfico del cielo solo se ve matizado por una ambigua luz. Cubiertos de nubes o en absoluta calma, los cielos ocupan gran parte del lienzo en las marinas y solo dos ocasiones se ven superados por el mar.
En Marina (Ola) [Seestück (Welle) ] (1969), perteneciente a la colección de The Modern Art Museum de Fort Worth en Texas, dos tercios del lienzo están ocupados por un cielo revuelto en varios tonos de gris en el que la luz emerge entre las nubes como si de una manifestación divina se tratara. Este efecto, probablemente debido a que la luz del cielo no se corresponde con su proyección en el mar, no es intencional para el artista, quien considera la luz un elemento más de la naturaleza. “Nunca me ha interesado la luz. La luz está ahí y la apagas o la enciendes, con sol o sin él. No sé cuál es la problemática de la luz” (MoMA entrevista con Robert Storr, 2002).
En algunas de sus marinas, Richter parte de un collage que proviene de dos fotografías diferentes, una del cielo y otra del mar, al igual que hacía en el siglo XIX el investigador y fotógrafo francés Gustave Le Grey. Richter busca así crear la imagen perfecta, recurriendo a un cielo y un mar de momentos diferentes, en una composición ilusoria en la que la perspectiva y la luz tienen algo que atrapa al espectador. Estos fotomontajes están registrados en Atlas, el gran archivo enciclopédico de imágenes que el artista comienza a recopilar a principios de los años sesenta y continuará ampliando desde entonces. En Marina (Amanecer) ([Seestück (Morgenstimmung) ] (1969), la luz que emana de la línea del horizonte impide la absoluta oscuridad del océano. Esta obra, perteneciente a la colección del Musée départemental d'art contemporain de Rochechouart, tiene el mismo formato y fue pintada el mismo año que Marina (nublado color oliva) [Seestück (oliv bewölkt)].
Mientras que en la primera el cielo aparece azul y despejado, en la segunda adquiere el tono dorado que le dan las nubes algodonosas, pero ambas comparten una planitud que impide ver la mano del pintor. También de 1969, pero en formato cuadrado y dimensiones mayores, son Marina (nublado) [Seestück (bewölkt)] y Marina (verde-grisáceo, nublado) [Seestück (grüngrau, bewölkt)], dos paisajes totalmente diferentes, procedentes del Neues Museum, Staatliches Museum für Kunst und Design de Nuremberge y de una colección particular, respectivamente.
Son muchos los críticos que han relacionado los retratos marinos de Gerhard Richter con los del paisajista del romanticismo alemán del siglo XIX Caspar David Friedrich, debido a que los dos artistas se enfrentan a la naturaleza de una manera similar. El propio Richter dijo en una entrevista “encuentro el periodo del Romanticismo extraordinariamente interesante. Mis paisajes tienen conexiones con el Romanticismo: a veces siento un verdadero deseo y atracción hacia ese periodo, y algunas de mis pinturas son un homenaje a Caspar David Friedrich” (conversación con Paolo Vagheggi, 1999).
Si enfrentamos las marinas de Richter a la obra de Friedrich, en especial a lienzos como su Monje junto al mar (1809), a simple vista nos percatamos de que, si bien ambas muestran lo sublime la naturaleza, la escala monumental en la obra de Friedrich se evidencia con la introducción de las pequeñas figuras, mientras que las marinas de Richter carecen de cualquier referencia que refleje la escala real del paisaje. Así, es el tamaño del lienzo el que da la medida del paisaje marino al espectador, quien de alguna manera hace el papel del monje.
Dentro de las obras de esta exposición llama la atención, por su aparente disparidad, Marina (Gris) [Seestück (grau)] (1969). Se trata de una pintura de pequeño formato en la que las fuertes pinceladas abstractas hacen desaparecer lo concreto del paisaje marino, transformando la obra en un lienzo monocromo gris. Las pinturas grises, en las que Richter empieza a trabajar en 1967 y que él mismo define como “las más rigurosamente ilusionistas de todas”, son inicialmente lienzos en los que de una obra concreta surge otra abstracta, como si quisiera anular o tal vez atesorar una imagen. Sin embargo, el título de la obra y la línea del horizonte que se puede apreciar en las capas de diferentes grises, retrotrae al espectador al paisaje marino.
Casi como si fuera la antítesis de la anterior, la exposición incluye una gran obra de carboncillo sobre algodón Marina (Seestück) (1970), que nos recuerda a los primeros océanos o mares dibujados en grafito por la artista letona-estadounidense Vija Celmins, carece de línea de horizonte: el mar lo ocupa todo, o tal vez el cielo, y el espectador no sabe dónde se encuentra posicionado. Junto a ella se muestra un pequeño dibujo con 17 marinas realizadas en grafito y bolígrafo, variaciones sobre el tema que suplen a las fotografías recogidas en otros soportes como Atlas.
Por último, Marina (Seestück) de 1998, el último de los paisajes marinos realizado por Gerhard Richter en su carrera y perteneciente a la Colección del Museo Guggenheim Bilbao, cierra el recorrido realizado por el artista en torno a este tema. Paisajes que sirven a Richter, según sus propias palabras, para trasladar su anhelo. “A pesar de que estas imágenes están motivadas por el sueño de un orden clásico y un mundo prístino -por la nostalgia, en otras palabras-, el anacronismo adquiere en ellas una cualidad subversiva y contemporánea".
Actualidad, 22 may de 2019
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