Javier Balda presenta en esta exposición una continuación de su trabajo en torno a la posibilidad de fijar con la pintura, secuencias de formas constructivas que alternan fijación y fugacidad; geometrías que fluyen.

Más allá de lo geométrico de apariencia rígida, estática, o la insistencia de desmembramiento y reagrupación de los soportes que utiliza, se refiere a la posibilidad, todavía, de decir e interrogar sobre modos de representación: desde la perspectiva como solución de puntos de vista o problema sin salida de la espacialidad y metáfora de la consideración del tiempo pasado y futuro, a las estrategias de acumulación y fricción de planos que generan huecos de materia y color.

La pintura liviana o espesa marca y tensiona la fijación temporal de instantes de luz, de campos de color saturado, de volúmenes reales o simulados. ... Un orden discontinuo, el ir y venir fluyente de imágenes dependientes de la luminosidad y activas en el entorno espacial que crean a su alrededor.

La utilización de formatos irregulares, soportes fraccionados y desplazados en secuencias de trampantojo y alto relieve para agruparse otra vez en un todo, indican la búsqueda de una unidad que ofrezca imágenes como hitos en el camino atomizado de nuestra percepción.

Presenta también en esta exposición, una serie de obras sobre papel, en las que el trabajo directo del grafito marca la tensión y la fuerza de líneas que acotan espacios adyacentes de collages y zonas vacías.

Trazar repetidamente con esfuerzo para evidenciar un estado de ánimo que cree en la satisfacción primera de una impronta básica, esencial.