Descripción de la Exposición «Hay en un sitio, en el dominio alto de la geometría, un lugar luminoso donde ésta se encuentra con la poesía» (Ion Barbu) Hace año y medio, analizando las obras que María Braña preparó para su exposición individual del Certamen de Luarca, escribí sobre su capacidad de hacer visible lo invisible, un empeño que han defendido muchos artistas en diferentes disciplinas, a lo largo de la historia. La experimentación y la exploración de ese arte puro, capaz de tratar diversas relaciones y conjugarlas, y confrontarlas, y conformarlas, y coordinarlas en un todo vital, es una batalla difícil, pero no imposible. El tránsito hacia lo puro es duro, y se completa con ritmos de la realidad inmediata, con frutos cotidianos que pueden plasmarse de una manera más o menos representativa, figurativa, o con geometrías más o menos rigurosas y colores más o menos fríos. En cualquier caso, son estructuras básicamente íntimas; tan íntimas como intensas, insondables o infinitas. Austeridad y emotividad conviven en los trabajos recientes de María Braña, entre sus dudas y estímulos, sus inseguridades y firmezas, sus decepciones y logros. En cada paso, en cada cuadro, en cada exposición, le surge un reto que sirve para eliminar ciertos elementos no funcionales de su obra anterior, tratando de evitar anécdotas, anular cualquier símbolo sacado de contexto y apostar por nuevas utopías visuales. Y en cada paso, en cada cuadro, en cada exposición, la obra se transmuta en un juego; pero es un juego muy serio. Serio y también seriado, visible a través de formas que, sin llegar a repetirse, constituyen una auténtica familia de imágenes. En la lírica de Ion Barbu (seudónimo del matemático y poeta rumano Dan Barbilian) la idea fundamental era que, si bien el arte es un universo que parte de la vida o de una determinada vivencia, debe constituirse como un juego secundario. Solía decir que la poesía y la geometría son complementarias porque, «ahí donde la geometría se vuelve rígida, la poesía le ofrece un nuevo horizonte para pensar e imaginar». En sus versos fluye una temática donde paisajes y formas naturales sirven para expresar los anhelos del alma de manera indirecta, codificando los significados y evitando caer en una mera poética de la confesión. Su obra, cercana a Mallarmé y a Valéry, se sostenía bajo el espíritu abstracto de la matemática. Los especialistas han destacado en Barbu la evocación de tres direcciones para el conocimiento: la razón, la sensualidad y la contemplación. Con la experiencia de las dos primeras vías sus poemas buscan una comunión con la esencia del mundo, pero la unión nunca es perfecta hasta que llega la contemplación, la vía definitiva. Durante los últimos años, María Braña también ha alternado esos tres caminos, manteniendo una pasión por los colores planos que, en la pantalla de su ordenador, despliegan una potente variedad de permutaciones sugiriendo detalles mediante recursos gráficos y cinéticos que centralizan la composición. Son piezas delicadas, limpias y acotadas, que ponen en valor la intensidad de su propio juego poético y secundario. El espacio surge de líneas y superficies, en una armonía que ni afirma la bidimensionalidad del plano pictórico ni pierde la ilusión del volumen. Un equilibrio eficaz que no insiste en lo matérico ni tampoco en lo ideal. Construcciones que transmiten serenidad aprovechándose de la luz, la inmaterialidad, la racionalidad, el tiempo, el deseo, la obsesión o la duda para conjugarse con la visión melancólica de su autora, de su mirada honesta, que hoy se atreve a trascender las dos dimensiones con nuevas piezas de maderas superpuestas, cuyas sombras aportarán nuevas vibraciones al espectador. La geometría cohabita aquí, elegante, con las gamas cromáticas de antaño, pero un cálido ocre emerge tímidamente, en varias piezas. El sosiego parece su leitmotiv compositivo, en combinaciones que admiten el azar y, sin embargo, responden a un sentido jerárquico sobre la concordancia de las cosas. En esa encrucijada, sus intuiciones son independientes, como en el campo del collage, pero se filtran hacia una métrica global y señalan ese sentido de construcción, tan patente en María Braña. La construcción como acción, masaje o contacto con lo indefinible, igual que hacían aquellos representantes de la poesía pura, intelectual y esteticista. Son obras con algo de partitura, de percepción espiritual y física, de interpretación musical propia, para hacernos pensar pasivamente. Una metáfora más o menos casual, pero comprometida con sus causas.
Exposición. 17 dic de 2024 - 16 mar de 2025 / Museo Picasso Málaga / Málaga, España
Formación. 01 oct de 2024 - 04 abr de 2025 / PHotoEspaña / Madrid, España