Descripción de la Exposición · GEOLOGISMO La serie de bocetos denominada Geologismo fue firmada y fechada por Aurelio Suárez en 1979, 1980 y 1981. En ella se reflejan escenarios silenciosos y atemporales, difíciles de situar en un lugar reconocible. Son paisajes inamovibles y estáticos, y tanto pueden ser del pasado más inaccesible como del futuro más lejano. Poseen un horizonte lejano, una luz indefinible y una atmósfera amenazadoramente extraña. No hay en estos bocetos incidencia alguna de elementos figurativos ni ninguna anécdota. Incluso el mar o las nubes, tan dados a variaciones y movimientos, aparecen aquí pasivas y eternas. Lo único con apariencia orgánica son las formas blandas y maleables de las mismas montañas. Todo tiene un aire limpio y primigenio y cierto halo de melancolía retiene el tiempo. La impresión de vacío de esta naturaleza inhabitada y pura provoca en el espectador una honda extrañeza. Aunque se refleja serena, sin estruendos ni viento ni lluvia, hay algo en ella impredecible. Como si lo más importante fuera algo que no se ve. Y esto que no se llega a percibir radica en la interioridad del artista, es él el que se esconde tras la obra. Para que Aurelio llegara a estos paisajes tan alejados de lo comúnmente conocido requería un previo y profundo estudio de la realidad. Seguramente él se fijaba en un retazo de la naturaleza, de cielo, de costa, de mar, y a través de esa imagen externa intentaba presentar sus inquietudes internas. Necesitaba caminar tranquilo por la naturaleza, comulgar con su misticismo silencioso, para así poder preguntarse por su significación y, a lo último, hacerla íntima a través de su obra. Se trataba de recibir estímulos exteriores que le sirvieran para construir itinerarios personales, ya en su interior, en los que buscaba señales de las intersecciones entre ese mundo externo que percibía y el interno que sentía. El resultado serían estos paisajes en los que proyectaba su ser más íntimo. Llama la atención en estas obras la habitual presencia de tres elementos: tierra, mar y cielo. Pero además para Aurelio la ejecución de la pintura se basaba también en tres ciencias: física, psicología y geometría. La física regiría las combinaciones cromáticas, la psicología le llevaba a una vivencia única e intuitiva del tema y, por último, la geometría era la que determinaba la armonía de unas partes respecto a otras en la composición. Utilizando este método era como penetraba en el complejo orden de formas, luces y tiempos de un paisaje y podía considerarlo con precisión analítica al mismo tiempo que podía aportar su valoración subjetiva. Esta estabilidad que surge de la fusión entre la estructura plástica y el contenido resulta similar a las normas secretas que muestran las leyes de la naturaleza. En cada una de estas obras Aurelio veía cumplido el deseo de retener sobre el papel el misterio de algún lugar que le había llamado la atención. Un espacio de soledad porque solitarios se enfrentan los hombres a la búsqueda de soluciones a las eternas preguntas sobre el sentido de la vida y de la muerte. La pintura no era principalmente para Aurelio un medio para comunicarse sino una fuente y un método de conocimiento. Tras una vida dedicada a encontrar el punto de equilibrio que organizaba el mundo obtuvo como resultado que no había mayor certeza que la muerte. Para representarla acudió al cráneo, que ha sido en el arte el objeto de mayor profundización y cuestionamiento sobre el irreversible paso del tiempo. Son los cráneos los que protagonizan esta serie firmada y fechada en 1985, 1986 y 1987, cuando Aurelio contaba con setenta y seis años, cuando ya había presenciado de cerca muchas muertes y eran ya años suficientes como para intuir próxima la propia. Pese a esto continuaba sin saber a qué atenerse ante ella y por eso la convertía en una incógnita para la que no encontraba solución. Aurelio analizó a lo largo de su producción lo que escondía el objeto más que su forma, por eso intentaba trasladar a las imágenes fórmulas matemáticas. Le eran útiles para confirmar el orden interno que regía la estructura de las cosas. Pero la dificultad surgía al buscar el método científico que revelara lo que hay tras el fin de la existencia terrena. Frente a la seguridad de encontrar sistemas racionales que lo justificaran todo, se alzaba la indeterminación de lo que hay tras la muerte. Por eso estas calaveras son reflejo de la frustración que siente una persona que se esfuerza por comprender fenómenos aparentemente inexplicables y lo que encuentra es el vacío absoluto. En otras ocasiones el artista había encontrado soluciones abriendo espacios a la imaginación, pero en este asunto la ausencia de respuestas lo llevaba a la angustiosa certidumbre de la fugacidad del tiempo. Todas estas calaveras son anónimas. Podrían ser de cualquiera porque no tienen referencia alguna. Es como si nunca hubieran alojado pensamientos ni sentimientos, como si no hubieran existido ni hubieran llegado a ser ni estar en el mundo. La única memoria que guardan es para decirnos que lo que empieza a nacer pronto se acaba. Son calaveras que representan un hecho sucedido en otro tiempo y esconden el enigma irresoluble de lo que se pierde, de lo que se nos arrebata. En cada serie de bocetos Aurelio optaba por unos motivos insistentes y precisos, pero puede ser que el desamparo ante la nada le llevara a hacer de esta serie la más obsesiva. Los cráneos, frontales o girados, se repiten con similar economía de recursos, sin puntos de apoyo ni referencias espaciales. Ocupan un lugar no habitado, inmerso en el silencio y pleno de verdad. Sin embargo hay en ellas algo extraño e inquietante que las hace desprenderse de su carácter sufridor hasta parecer que casi sonríen burlonas hacia quien las observa, como recordándonos prepotentes la caducidad de la vida. Se trata de una dosis de ironía que se hacía necesaria para aceptar esta evidencia con humor y continuar viviendo.
· EQUIS MÁS UNO
Exposición. 19 nov de 2024 - 02 mar de 2025 / Museo Nacional del Prado / Madrid, España
Formación. 23 nov de 2024 - 29 nov de 2024 / Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (MNCARS) / Madrid, España