El Museo Amparo presenta un proyecto de intervención ideado por la artista visual Dulce Pinzón, quien plantea un compromiso ambiental con la comunidad. En esta ocasión, a través de una acción en la Terraza del Museo, hace un reclamo sobre nuestros hábitos de vida en relación con el impacto al medio ambiente.
¿Qué conciencia tenemos de la contaminación del espacio que habitamos?, ¿o cambia el hecho de que nuestros desperdicios no se encuentren en nuestro ámbito?
Con frases contundentes, directas y transgresoras, la artista busca la reflexión del espectador, hace un llamado en torno a las rutinas de consumo y desecho. Producimos, acumulamos y luego despilfarramos, destruimos.
La pieza toma su nombre de la generosidad de la naturaleza, cuando una y otra vez perdona la agresión constante de contaminación, intromisión y sigue regenerándose, dándonos vida.
Los elementos que la conforman son vasos desechables instalados en una malla metálica, elaborados a base de almidón de...papa y componentes botánicos, los cuales se degradan en el ambiente entre 90 y 240 días, en comparación con el unicel que tiene una vida de dos a cinco minutos y tarda muchos años en deshacerse. La obra es efímera por encontrarse expuesta al medio ambiente y se irá degradando con las inclemencias del tiempo, como muestra del mensaje que la artista nos quiere transmitir: “No dejar huella en nuestro paso por este mundo que no nos pertenece”.
Esta pieza es una de las primeras manifestaciones del proyecto que la artista desarrolla en diferentes espacios; para alcanzar, por medio de diversos códigos, impactar al público en general y como una de sus últimas metas, lograr gestionar políticamente legislaciones que permitan cambiar el consumo de productos nocivos por biodegradables.
Entrada actualizada el el 18 sep de 2017
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