Descripción de la Exposición
“Estamos rodeados por los rastros del pasado, un verdadero jardín de fantasmas”,[1] nos advierten los autores de Arts of Living on a Damaged Planet: Ghosts and Monsters of the Anthropocene. El título de esta muestra de Andrea Wolf, Garden of Ghosts, nos sitúa en esa paradoja: un espacio que cultiva vidas que ya no son tales, pero que no dejan de emitir los ecos de su presencia.
La artista se ha inspirado, entre otras fuentes, en el libro Pharmako-AI, coescrito por K. Allado McDowell junto al modelo de lenguaje de Inteligencia Artificial GPT-3, que es capaz de desarrollar sus propios textos. En un momento la máquina escribe: “Las plantas quieren ser escuchadas, y los humanos han olvidado cómo escuchar”.[2] Surge entonces una nueva pregunta: ¿son aquellas plantas los fantasmas o somos nosotros quienes ya hemos olvidado cómo vivir? Es más, como planteaba Donna Haraway en A Cyborg Manifesto de 1991: “Nuestras máquinas están inquietamente vivas y nosotros, aterradoramente inertes”.[3] El apocalipsis que proyectábamos en un futuro imaginario pareciera tomar forma hoy mismo en nuestras propias conciencias, cada vez más impotentes.
La elección de las flores no es arbitraria: su simbolismo ha estado tradicionalmente ligado a “la fugacidad de las cosas, de la primavera y de la belleza”,[4] como explica Juan Eduardo Cirlot, quien añade que uno de los ocho inmortales chinos, Lan Ts’ai-ho, llevaba siempre una canastilla de flores y cantaba “versos alusivos a la brevedad de la existencia y a lo efímero de los placeres”.[5] No sorprende, tampoco, su frecuente aparición en las representaciones barrocas del Vanitas, en los que el colorido de los pétalos se conjugaba con otras imágenes de belleza evanescente (instrumentos musicales, caracolas de mar, burbujas) en torno a la calavera que recuerda el inevitable triunfo de la muerte.
En esta ocasión, sin embargo, la artista escoge otro modo de representar la condición transitoria de las flores y, por extensión, de toda la naturaleza. A primera vista parecería la ráfaga de una fotografía movida, o un lento derretimiento, pero se trata de la acción de algoritmo que actúa como un virus sobre los pixeles que forman estas imágenes. Su delicada belleza no se anula, sino que pareciera acentuarse en la medida en que se acelera su disolución. Y este efecto, sin duda, se radicaliza en aquellas obras impresas en una superficie lenticular, cuando con nuestra propia mirada activamos un paso más de este proceso.
Debajo de estas imágenes también parecieran esconderse otros movimientos, otras capas de sentido que quizás aún continúan latiendo a la espera de nuestra escucha. Porque este jardín de fantasmas también se expresa a través de espectros sonoros, como aquellas ondas que se forman en los bordes de algunos de estos cuadros y que parecieran dibujar un murmullo que aún no somos capaces de comprender.
La Oficina de la Nada
Enero 2023.
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[1] Tsing, A., Swanson, H., Gan, E., & Bubandt, N. (Eds.). (2017). Arts of Living on a Damaged Planet: Ghosts and Monsters of the Anthropocene. University of Minnesota Press: Minneapolis.
[2] Allado-McDowell, K. (2020). Pharmako-ai. Ignota.
[3] Haraway, D. (1991). A Cyborg Manifesto: Science, Technology, and Socialist-Feminism in the Late Twentieth Century. Routledge: New York.
[4] Cirlot, J.E. (1958). Diccionario de Símbolos. Editorial Labor: Barcelona.
[5] Ibid.
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